UN PASITO PA´ DELANTE, UN
PASITO PARA ATRÁS
Entre la plaza del 9/12 en la que un país despidió a su
Presidenta y la otra, la del 10/12 en la que recibió a su Presidente, se
encuentra un pueblo alerta, expectante. Mucho se puede decir de ambos
mandatarios, su impronta personal los diferencia notablemente. No solo dos
estilos diferentes para expresarse y comunicar sino que además, poseen dos
representaciones del mundo que la política se encarga de confrontar, así, ambas concepciones vivieron la corta
transición enfrentadas e irreconciliables entre sí, como si el destino de La
Nación jugara en este acto, su última oportunidad existencial.
Cristina se retira al más puro estilo Kirchnerista, aquel que
marcó su ciclo de gobierno y que en sus discursos construyó un relato épico
colmado de simbolismos, exaltando continuamente ideales de igualdad y justicia
que movilizaron a miles de argentinos en especial jóvenes que descreídos de la
política tradicional ingresaron a ella constituyéndose así, el Kichnerismo, en
una trinchera para los más jóvenes desde donde desplegaron su “rebeldía”
encubriendo con su sano entusiasmo, intolerancias de su jefa, trapisondas internas y focos de corrupción
creados al amparo de un poder omnipresente.
Por su parte, Macri, llega al poder con una impronta personal
forjada en organizaciones empresarias, constituyéndose con menos discursos
grandilocuentes, en el management de un país atravesado por conflictos que
radican mucho más allá de cuestiones financieras que, en gran parte, son quienes
producen las injusticias de nuestro
tiempo.
Los que se van, gobernaron el país por 12 años con látigo y
chequera para disciplinar a propios y extraños; los que entran, quieren hacerlo
concibiendo a la Nación como un gigantesco equipo para conducirlo, en un marco
de unidad, al logro de sus objetivos; veremos pues, en un tiempo prudencial, la
valía de ambas propuestas.
No se trata aquí de juzgar valores personales del nuevo gobernante, pero sí considerar su gestión, ya que Macri marcó la cancha para jugar este partido con tres valores que la sociedad reclama con insistencia: honestidad, transparencia y apego a las leyes vigentes. Estos elementos son pilares esenciales a la hora de renovar la confianza del pueblo en las instituciones fundamentales de La Democracia, por ello, sorprende la decisión que tomó el Presidente al nombrar a los jueces de la Corte Suprema por decreto. Hechos como este, que se podrían haber evitado, no contribuyen a la construcción de consensos que requiere el país ni a la consolidación de la confianza aludida.
Finalmente, cualquier plan económico que se intente imponer
deberá tener en cuenta los intereses de los trabajadores y no concebirlos como
variable de ajuste, caso contrario, graves conflictos sacudirán el camino de la
gobernabilidad tan preciada.
VICENTE SCORDAMAGLIA