jueves, 17 de marzo de 2022

 

Artículo de opinión

CIVILIZAR LA GLOBALIZACION

Por: Vicente Scordamaglia

Después de un largo año (en especial los últimos seis meses) en que tuve una serie de complicaciones vinculados con mi salud, recién hoy puedo decir que comienzo un período de recuperación y con ello las ganas de retomar una actividad que en los últimos años me resultó sumamente placentera; me refiero a la modalidad de construir vínculos a través de hacer llegar mi comprensión de los acontecimientos sociales, políticos y económicos que se van  sucediendo no solo en nuestro país sino también en el resto del mundo. 

Hoy el Homero Manzi (mi lugar en el mundo) estaba imposible. Un grupo  de personas estaba filmando una propaganda. No pude ver específicamente de qué se trataba pero lo cierto es que ocupaban todo el emblemático bar. Buscar inspiración e  intimidad en esas condiciones fue verdaderamente imposible así que decidí copiar un texto de un libro que me interesaba: Daniel Innerarity Grau“UN MUNDO DE TODOS Y DE NADIE”. El mismo da cuenta de cómo podemos apropiarnos del mundo y a su vez percibir que a otros también les pertenece; dice así: “Transitamos un mundo multipolar en donde proliferan los asuntos que a todos nos afectan, pero que a su vez al mismo tiempo nadie puede o quiere hacerse cargo. ¿Cuál es la diferencia entre lo común y lo privado  entre la responsabilidad compartida y la irresponsabilidad generalizada? En un mundo en el que la economía está en buena medida desterritorializada y las interdependencias agudizan nuestra común vulnerabilidad, no hay otra solución que avanzar hacia una desnacionalización de la justicia y una gobernanza global. Los bienes públicos comunes_ la mutua exposición a los riesgos globales en materia de seguridad, alimentación, salud, financiera o medio ambiental_ requieren una correspondiente política de la humanidad. Lo que podríamos llamar civilizar la globalización que no es otra cosa que reinventar la política a escala global de manera que el mundo deje de tener propietarios y pase a ser un espacio de ciudadanía”.

Genial síntesis de una verdad irrefutable pero no menos cierta que también es una verdad operativa que nos interpela y nos obliga a reconocer que así como vamos, hemos fracasado; a su vez debemos preguntarnos  ¿Cómo se hace para llegar a este estado de cosas si apenas podemos con nuestras realidades y contamos con míseros gobiernos locales entre oficialismos y opositores que no hacen otra cosa que tirarse excrementos todos los días por la cabeza?

La Argentina al igual que el mundo está partida al medio; lo demuestran los resultados de las últimas elecciones legislativas en nuestro país y si quiere ver un poco más, igual sucede en todos los países democráticos del mundo incluyendo a nuestros propios vecinos; hasta parece que los resultados fueron puestos adrede, esto es: ¡paridad absoluta!

La tendencia de las gentes parece orientada a resucitar viejas antinomias del pasado para expresar a través de ello sus necesidades e intereses. Izquierda y derecha, comunistas o libertarios y en medio de esta “nueva” melange gobiernos populares con intenciones de realizar el viejo sueño de una mejor distribución de las escasas riquezas. A cada uno de ellos le corresponde su posición extrema: a la izquierda democrática le corresponde la ultra izquierda, a la derecha financiera le  son los libertarios revoltosos y a los gobiernos populares le sigue su versión populista.

Ahora bien, ¿cómo construir un mundo con un escenario en donde pacíficamente en los países quepamos todos? No tengo la respuesta.

Erróneamente creí que al término de la campaña electoral los hombres de la política confluirían en un espacio común para resolver los grandes temas que aquejan a todos los argentinos por igual, por el contrario y muy a pesar mío, persisten y alientan el conflicto con expresiones altisonantes a rebuscar soluciones extremas en un mundo que está demostrando ser volátil en sus decisiones políticas, jurídicas y ejecutivas transformando a la República en un puching ball de entrenamiento para aficionados. A las pruebas me remito: las expresiones de la política de oficialistas y opositores son elocuentes: a la hora de aportar mesura y no palabras incendiarias dan cuenta una vez más que esta dirigencia no está a la altura de los acontecimientos. Es imposible pensar en encontrar alguna mínima solución cuando quienes tienen que aportar soluciones persisten en estimular un clima de violencia y sobre todo cuando lo que está en juego son las próximas generaciones (nuestros hijos) de jóvenes que vuelven a ser carne de cañón descartable para cualquier proyecto de vida que los incluya.

 El escenario político de nuestro país no solo es confuso sino que además está lleno de irresponsables  que por encaramarse en posiciones de poder están dispuestos a todo sin importar los costos sociales que provocan. Por otro lado la situación en el mundo no está para bollos y poco ayuda para encontrar algún atajo  y con ello alguna solución que minimice la grave crisis internacional. Tras las complicaciones que trajo la pandemia exponiendo la insuficiencia de los recursos para enfrentar problemas globales, debemos sumarle una guerra absurda entre Rusia y Ucrania (que puede llevarse puesto al mundo en una tercera guerra mundial) que da cuenta de la volatilidad que hoy tienen las respuestas políticas dejando expuesta la fragilidad del sistema de representaciones de las democracias en todo el planeta desnudando la volatilidad de las decisiones políticas.        

Si los problemas son globales las soluciones (como consecuencia de ello) también lo son. Las respuestas que nos lleven a la solución de gigantesca crisis mundial no están escondidas en algún arcón de los recuerdos, hay que crearlas sabiendo de antemano que debemos promover instrumentos que nos ayuden inexorablemente a civilizar la globalización.