DEL OTRO LADO DEL PUENTE
El gobierno del Ing.
Macri está atravesando de un lado del mundo de la política hacia el otro lado
del mundo de la política por un puente que está desvencijado. En el medio y a
ambos lados hay una grieta; a ambos mundos, se los llama modelo y son (eso
dicen) profundamente antagónicos entre sí; sin embargo y por mucho que les pese
a sus mentores de estos dos modelos, en sus prácticas políticas y acumulación de
poder, se parecen más de lo que el relato ideológico dice de ellos, ambos ¡son brutales!
Tanto el Kirchnerismo (en
sus 12 años de gobierno) como el Macrismo en su corta gestión (cuatro meses) están
bajo sospecha de ser refractarios a la hora de resolver los problemas
existentes de los que menos oportunidades tienen en nuestra sociedad; los
nuevos “populismos” como lo son el Kirchnerismo, con componentes del Peronismo,
sectores de izquierda y movimientos sociales, distribuyen una porción de las
riquezas que se producen en el país y atienden con esmero las necesidades de
los más vulnerables y los derechos de las minorías de la sociedad, hasta el
límite en que estos beneficiarios no sobrepasen la condición social que
sustentan ya que si esto se produjera perderían influencias sobre dichos
sectores sociales políticos y culturales debilitando su “poder”, esto es lo que
se llama peyorativamente clientelismo político. La gran falencia que se les
imputa al “populismo” es que no son capaces de generar riqueza independiente más
que la de tener que arrebatar fondos del estado para lograr la tan ansiada
justicia social lo que hace que se deslegitime dicha acción ya que, en el
camino de este devenir, es donde se producen grandes focos de corrupción
haciendo fracasar los intentos de construir modelos políticos más justos y
solidarios.
En el caso del liberalismo
económico (que hoy en día llegan al poder por vía democrática) como es el caso
del PRO con grandes componentes del Radicalismo y sectores progresistas de la
sociedad, las prioridades son otras; ellos atienden también con esmero primero las
peticiones de los bancos, empresas y sectores privilegiados de la economía como
el campo y las mineras aliviando sus cargas tributarias para que produzcan más
y generen más trabajo creyendo que el derrame llegará en el mediano plazo a los
sectores menos favorecidos de la sociedad (algo que nunca sucede); así, se
transforman en gerentes de estos sectores olvidando sus promesas de campaña
llegando en algunos casos a ser parte de complejos entramados de corrupción evadiendo
compromisos fiscales (con cuentas en paraísos
fiscales) y solicitando después asistencia del estado, para terminar empujando a
toda la sociedad a un despilfarro de préstamos provenientes del exterior y
subsidios que no se sabe bien a donde van a parar introduciendo a la nación a
un nuevo periodo de endeudamientos con las lamentables consecuencias conocidas
para nuestro pueblo.
La paradoja de estos
dos modelos es que ninguno llega al tan ansiado estado de bienestar en el cual
la sociedad en su conjunto llegue plenamente a su desarrollo integral, solo lo
pueden hacer unos pocos sectores de privilegio.
Como se está viendo en
distintas partes de nuestra región y en el nuestro en particular, terceras
fuerzas emergieron entre los partidos políticos tradicionales que hegemonizaban
la alternancia democrática. Un ejemplo tangible es el Macrismo, desde su conformación
allá por el año 2000, comenzó a incursionar en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires substituyendo al Radicalismo y al Peronismo hecho este que se produjo en un
contexto de crisis institucional como fue la de 2001, y si bien, con
connotaciones diferentes y desde otro lugar del escenario político, sucedió algo
parecido con el Kirchnerismo luego de la necesidad de dar una salida democrática
más genuina a la nación envuelta en convulsiones políticas, sociales y
económicas tal fue la Argentina de entonces; en este caso fueron las elecciones
adelantadas por el Dr. Duhalde las que promovieron desde el partido gobernante
un nuevo emergente nacional: ¡los Kirchner!
Obligados a agiornarse
para no sucumbir, la dirigencia argentina colonizo estas dos fuerzas emergentes
desdibujando las categorías políticas tradicionales; a partir de allí, todas
las ideologías estaban representadas en estos dos espacios políticos que a poco
de andar se dieron cuenta que debían agrandar su límite partidario y
transformarse en grandes coaliciones electorales. El Macrismo en la ciudad
autónoma de buenos aires y los Kirchner en lo nacional. Estos dos frentes, actualizaron
sus versiones recalificando las categorías de izquierda y derecha que frente a
las nuevas problematicas sociales rediseñaron la política y la economía. Tanto
la derecha como la izquierda debieron adaptarse a los nuevos tiempos con la
finalidad de llegar al poder.
Estos procesos que se
repiten en casi toda la región, en donde estos mismos actores alternan sus periodos
de gobierno, concluyen sus mandatos sin resolver las grandes problemáticas de
su época como son la pobreza extrema, la corrupción, el narcotráfico y la inflación
para crear a partir de ello estados de bienestar que le den mejores condiciones
de vida a sus pueblos. Ambos modelos
plantearon sus panaceas antes de llegar al poder para luego una vez allí
fracasar rotundamente. Es que la situación es más grave de lo que parece y como
consecuencia de ello amerita algo más que voluntarismo extremo o ideologismo
mágico en la mayoría de los casos.
Los líderes político
que se precien de serlo, deben saber que todo espacio social que quede afuera
del proyecto que lidera va a conspirar contra su propuesta y mucho más si su
modelo incluye solo a unos pocos sectores de su pueblo.
Los pueblos no juzgan
intenciones sino realidades. No me resigno a creer que no haya nada que
resuelva nefasta falacia entre “la nueva derecha democratica o la vieja
izquierda” seguramente como suele sentenciar la historia, en el medio de estos
dos extremos está la respuesta.
VICENTE SCORDAMAGLIA