Artículo de Opinión
ELECCIONES A LA CARTA; SABOREANDO EL FUTURO
Por: Vicente Scordamaglia
Nada original ofrece
el segundo tramo de la campaña política que cierra el ciclo de las elecciones
intermedias legislativas. Las perspectivas que manejan los principales espacios
políticos son realmente escasas, a lo sumo sus dirigentes están atentos para ver
si un traspié del contrincante los favorece para llevar agua a su propio molino
y mejorar su performance. Como se vio en las PASO y ahora con mucho más énfasis
en la elección definitoria, no solo son los mismos candidatos que encabezan la campaña, sino que además lo
hacen los principales referentes de las coaliciones que intentan garantizar un
buen resultado, ya que de no ser así equivale a poner en riesgo el proyecto
presidencial de 2019; y este imperativo vale tanto para el gobierno como para
la oposición.
A decir verdad, quienes están a full con la campaña son los
medios de comunicación que a la hora de ventilar las miserias de los candidatos
de la oposición están desplegando todo su arsenal de información sucia
proveniente de la cloaca de la Nación (servicios de inteligencia de por medio)
con el propósito de esmerilar las chances de la oposición y blindar (por ahora)
al gobierno, pasando por alto todos los infortunios que dejó su pobre gestión
inicial a partir de los intereses que representan los cuestionados ministros de
la Nación, a menos, se me ocurre, que los corruptos de este gobierno lo estén
guardando bajo siete llaves para futuras
extorciones. Claro, los medios de comunicación de algo tienen que vivir y
operan en consecuencia para lograr el mayor beneficio económico a través de las
pautas oficiales y otros negocillos adicionales del cual el binomio
Carrió-Lanata no dicen “ni mu”; esto es así, todavía los muchachos siguen
investigando al gobierno pasado, no vaya a ser cosa que todavía les dé un buen
susto y tengan que recalcular. Pero todo esto tiene un límite y es el que pone
la gente cuando el nuevo relato llegue a su fin. Esto es, dicho en buen
criollo, cuando el hartazgo comience a erosionar las bases de credibilidad del
Macrismo en el poder y sus mentores; en todo caso, será cuando los sectores del
capitalismo prebendario nacional (que viven de la teta del Estado) dejen de
recibir los beneficios que subsidia a las élites de Argentina en vez de que
ello le llegue a los sectores que más lo necesitan.
Ahora bien, si sumamos el tiempo en que tardó la democracia
en construir una alternativa de poder al gobierno anterior con su
autoalternancia (12 años de Kirchnerismo) tranquilamente podríamos estimar que
el sistema democrático necesitará al menos ocho (8) años para reconsiderar
alguna opción que permita construir una nueva alternativa que ocupe el poder
político, sobre todo pensando en que las distintas variantes de Peronismo se
encuentran en proceso de renovación para
garantizar el desarrollo del sistema democrático que todos los argentinos
queremos fortalecer. Claro está que todo este apronte se dará en tanto el
oficialismo no pretenda acelerar los tiempos forzando reformas que quizás
necesiten de mucho más consenso del que tienen en la actualidad; así, las
reformas que maneja el gobierno, orillaría un “modelo neoliberal” que pretende
instaurar desplazando del centro de la agenda de gobierno las necesidades de
los trabajadores y las clases medias argentinas y remplazarla por las
condiciones que imponen las minorías financieras de La Nación; para ello el
gobierno necesita avanzar sobre la reforma política y judicial, una
transformación previsional y un cambio profundo en el campo laboral, estos
cuatro elementos serían el andamiaje que busca el gobierno para sentar las
bases de un “nuevo ordenamiento” institucional para construir (así dicen) una
república fuerte, próspera y equitativa,
pero sin la participación de los trabajadores en las decisiones
estratégicas de la Nación. Esto se puede leer más claro diciendo que unos pocos
sectores afines al gobierno están sentados a la mesa y al nuevo reparto
nacional.
Gabriel García Márquez solía decir que “La vida no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”; en este sentido el
pueblo argentino recuerda perfectamente lo que vivió y tiene perfecto registro
de lo sucedido cada vez que gobiernos de distinto pelaje intentaron avasallar
las conquistas de los trabajadores y sus derechos.