Artículo de opinión
¿QUIEN NOS DICE LA VERDAD?
¿ SOLO ES PAN Y CIRCO?
Por: Vicente Scordamaglia
El país entero está sumergido en la
desazón por el escándalo de los cuadernos del señor Centeno. La olla a presión
que destapó el entramado entre el empresariado argentino y la clase política
(negocios y coimas) en estas, las dos puntas de la trama, en el que uno paga y
otro cobra, se va descubriendo un camino que no se sabe bien a dónde conduce ya
que, a medida que se involucran nuevos actores se hace cada vez más incierto el
alcance y las consecuencias legales que pueda acarrear la causa de las coimas,
no solo para los implicados sino para el país todo.
Pero siguiendo esta misma línea de
sentimientos adversos que experimenta nuestra sociedad, mucho más angustiada
está por el rumbo errático de la economía y el daño irreparable que esto
significa para el futuro de la
Argentina.
Los medios de comunicación y en
especial un sector del periodismo han transformado este verdadero drama
nacional (las coimas y sobornos) en un teatro de operaciones circense en el
cual tiene un doble propósito: uno es político y el otro comercial; en el
primero, se trata de extraer las medias verdades que la clase dirigencial
expone en argentina para después rellenar el faltante con una necesaria cuota
de escándalo, hecho este que después se vende y se consume como verdad
absoluta.
La falta de representatividad de la
clase dirigencial les ha otorgado a los medios de comunicación el crédito
suficiente para llenar el espacio vacío de la incredulidad popular: ¿Son los
medios de comunicación el verdadero poder?
¡No! a todas luces no son los
titiriteros que mueven los piolines de la marioneta universal pero son el brazo
ejecutor de un plan diseñado por la elite que opera a nivel global y muchos de
ellos son dueños de las corporaciones mediáticas que han crecido como flores
silvestres en el jardín del olvido. Este sector, es sin duda la única empresa
que florece por estos tiempos de profunda crisis que vive la Argentina. Son los
medios quienes investigan, son ellos los
que aportan pruebas, son ellos los que juzgan, son ellos los que sentencian y
son ellos los que instalan candidatos ¿algo más? ¡Sí¡ también son los únicos que han crecido y mantienen sus fuentes
de trabajo con ganancias siderales mientras el resto de la sociedad viene
perdiendo poder adquisitivo a mano de la brutal crisis económica que subyace en
nuestro país. La prueba de lo que digo es ver cómo se han multiplicado los
programas políticos y de chimentos que analizan la realidad nacional.
Mientras todo esto sucede y continua
el revoleo de bolsos y arrepentidos que ahora cantan mejor que Gardel y esposas
despechadas que denuncian por su falta de participación en las ganancias, cabe
aquí una sola pregunta, y al pueblo qué?: “pan
y circo”; frase que se remonta a los tiempos de los Césares del Imperio
Romano y es la que mejor describe a lo que están sometidos el conjunto de los
argentinos.
Pero entonces ¿cuál es la verdad?;
¿quién le dice la verdad a la gente? No hay respuesta para esa pregunta de
fondo; son todas verdades relativas, es decir, cada uno cuenta la verdad que
más le conviene y la que mejor representa a sus intereses de sector, o de
clase.
A este ritmo y con la gimnasia que
están adquiriendo los argentinos en materia legal, comercial, financiera,
movimiento bursátil, cambio flotante, letes, bonos y letras del tesoro lebacs y
no sé cuantas más, nadie se explica cómo nuestro pueblo se encuentra en crisis
económica y grandes sectores de nuestra sociedad en estado de emergencia.
La desconfianza está matando a la
dirigencia nacional, pero también está matando las esperanzas del pueblo que ve
como los que están en la cúspide del poder disputan sus lugares de privilegio a
expensas de los trabajadores, de sus familias y los que menos tienen. Y la
verdad, viendo a personajes del empresariado nacional (con proyección
multinacional de sus empresas), coimear para ganar licitaciones, sobrefacturar
los costos de la obra pública para seguir esquilmando el patrimonio de los
argentinos asociados a políticos sin escrúpulos, solo me queda una respuesta de
indignación: ¡que vayan todos los
culpables presos, que se vayan todos, que no quede ni uno solo!