Artículo de opinión
La zona de la muerte
Por: Vicente Scordamaglia
Si hubiera que elegir una misión para
perjudicar a un candidato, en donde la política se juega a todo o nada y más,
diría, la carrera política de este, es
la que le tocó a Sergio Massa. Asumir el doble desafío de encauzar la economía
(previa negociación con el FMI) de
nuestro país en crisis y ser el precandidato a presidente de la Unión por la Patria
(UP) implica sacar en las PASO, los votos suficientes que le den la base
indispensable para aspirar a ganar en primera vuelta en las próximas elecciones
antes que se junten todos los opositores cada uno con los matices que agitan en
la campaña más controvertida que se ha visto en nuestra joven democracia.
Esta muestra de coraje que hay que
tener para manejarse en la que yo llamaría: ¡la zona de la muerte! lo tiene a
Sergio Massa como protagonista principal en un país que no para de deglutirse a
sus figuras políticas más destacadas y que no alcanzan a hacer pie en la expectativa
de la gente.
Esta
ecuación (entre candidato y ministro de economía) que el candidato oficialista conoce
lo “suficientemente bien” sabe de los riesgos que debe enfrentar con carácter
prioritario, esto es: sacar a la Argentina de las puertas del infierno hecho
que le valdría, de ser así, quedarse con el premio mayor de gobernar la Argentina
por los próximos cuatro años; digamos entonces que la contraria puede ser que
Massa no logre el objetivo principal de bajar la inflación hecho por otro lado necesario
para consolidar los acuerdos con el FMI y a partir de allí podría obtener el
apoyo necesario para gobernar nuestro país que no consigue la estabilización
necesaria para avanzar en un programa de gobierno que se sustente en el corto y
mediano plazo.
Frente a este
despliegue de audacia que muestra el oficialismo en pos de la unidad, la
oposición también juega todas sus fichas a ganar la interna entre los distintos
sectores que lo componen y apuestan a quedarse también con el premio mayor de
acceder a la candidatura presidencial. Sin embargo estos en vez de buscar la
unidad eligieron la confrontación lo cual está visto que en donde no hay unidad
los gobiernos locales son derrotados.
La
virulencia instalada en la campaña entre los opositores al gobierno nacional
muestra una vez más que no existen amigos confiables cuando se lucha por el
poder; las zancadillas entre los opositores dan cuenta de ello que no paran de
agredirse sin demasiadas sutilezas a la hora de rapiñar en medio de algún
episodio desfavorable para sacar un puntito de más ventaja.
Una vez definida las candidaturas en
las PASO el oficialismo avanza (desprolijo como suele ser su identidad y gran
parte de su movimiento nacional) sin prisa pero sin pausa hacia su objetivo principal
que no es otro que mantener el poder por los próximos cuatro años. Una vez más
el Peronismo deberá lidiar entre la polarización del escenario político y sus
propias contradicciones que le provoca las distintas corrientes que la componen,
sin embargo lo que tiene enfrente lo obliga a concentrar todo su esfuerzo en
una unidad que aunque sea endeble por lo menos le será útil para enfrentar a esta derecha radicalizada que
no se detiene ante nada tirando en el camino si fuera necesario, su honra a los
perros.. Mientras todo esto acontece y más: un rumor se impone en el acontecer
cotidiano la frase que inmortalizara Bill
Clinton: “es la economía estúpido”.