Artículo de opinión
¡NO SÉ DE QUÉ SE TRATA PERO ME
OPONGO!
Por: Vicente Scordamaglia
¡No sé de
qué se trata pero me opongo! Este parece ser el lema que sintetiza el proyecto de los opositores
al gobierno en Argentina. Pasaron raudamente sin escalas del ¡Sí
se puede! al ¡No se puede!: pero no se confunda,
no están proponiendo medidas relacionadas de cómo resolver la pandemia que
asola al mundo en general y a nuestro país en particular, (todavía nadie lo
pudo hacer) tampoco están sugiriendo medidas para encauzar los efectos del daño
que producen las restricciones en la economía producto del prolongado
aislamiento preventivo y obligatorio, (en cuatro años de gobierno dejaron una
economía en terapia intensiva), pero ni siquiera se trata de pedirles esfuerzos
adicionales para que ayuden al gobierno a encontrar una salida rápida y
coherente de una crisis que nos incluye a todos y nos aleje de un escenario de
conflicto que de seguir así, nos va a llevar puestos a todos los argentinos por
igual, por el contrario, solo se le está pidiendo que dejen a un costado la
polítiquería berreta de obstrucción por cualquier cosa que haga el gobierno y
asuman de una vez por todas el digno rol que tiene que tener la oposición en un
sistema democrático. Desde que asumió la coalición gobernante, los opositores
no han hecho otra cosa que obstruir deliberada y sistemáticamente las medidas
que fue tomando el gobierno nacional (sanitaria y económica incluida) en la
presente y prolongada crisis mundial.
Dicen
ser democráticos y se pasan el día junto a los medios de comunicación adeptos,
creando condiciones y alentando la posibilidad de un cambio institucional antes
de que se cumplan los plazos electorales. Son detractores por excelencia y su
difamación constante es una tapadera para esconder perversas intenciones
destituyentes. A decir verdad, esta oposición no califica como tal ya que ni
siquiera tienen el decoro que deberían tener quienes gobernaron cuatro años y
fracasaron y siguen por la vida sin realizar autocrítica como si nada tuvieran
que ver con la crisis económica que padecemos los argentinos y sin presentar
nuevas propuestas que pudieran hacer pensar en un nuevo comienzo.
Dice
un refrán boliviano: “En boca del mentiroso lo cierto se hace
dudoso” por eso es una falacia cuando dicen estar a favor de la
república y son ellos mismos quienes la destruyen día tras día oponiéndose al
accionar de las instituciones, piden tener
libertad y son junto a algunos sectores marginales de la sociedad los
únicos que marchan por las calles libremente sin que nadie los reprima, es más,
han sido ellos quienes impiden el libre acceso a la información agrediendo a
periodistas para que no informen objetivamente del acontecer político y social,
por lo general, apañados por una serie de medios y periodistas afines que
manipulan la información y justifican todos sus atropellos; a pesar de todas
las provocaciones ejercidas por estos detractores profesionales en contra del
gobierno actual todavía tienen libre circulación, aun a riesgo de seguir
contagiando al pueblo con un virus que hoy se sabe está produciendo una
cantidad de muertes impensadas, vaya a saber que hubiera ocurrido si no
hubiéramos realizado el sacrificio de privarnos de algunas cosas en nuestras
vidas cotidianas y realizar determinados sacrificios adicionales.
Argentina
padece una importante crisis económica que no le permite salir más o menos bien
perfilado de la pandemia sin pagar un enorme costo económico, político y
social. La cobertura económica que se le dio a la pandemia no fue hecha con
recursos genuinos ya que al no haber los suficientes fondos disponibles no le
quedó otra opción al gobierno nacional que emitir moneda artificialmente (sin
respaldo) para enfrentar la pandemia. La mayoría de los países del mundo han
tenido que echar mano a sus reservas y hacer lo mismo con la diferencia de que
el gobierno de Macri dejó a
Una
vez más frente a situaciones límites a los argentinos nos divide la ideología
por encima de las necesidades comunes. La visión del mundo que tienen los que
están de un lado y otro de la grieta parece ser el problema, las posturas
parecen irreconciliables cuando emergen desde el fondo de la historia, ya
que basta que el gobierno tome alguna
medida para que la oposición esgrima su consigna preferida: ¡no sè de què se trata pero me
opongo!