lunes, 26 de septiembre de 2016

UN ESTADO DEMOCRÁTICO

UN ESTADO DEMOCRÁTICO
Michael Walzer: El argumento de la sociedad civil
“Solo el estado democrático puede crear una sociedad civil democrática; solo una sociedad civil democrática puede sostener un estado democrático”.

Años de lucha interna y desencuentros en estos doscientos años de la independencia de nuestra nación, impidieron que nuestra patria construyera un sólido estado democrático. Solo en ocasiones en que los patriotas del bicentenario tuvieron que luchar contra fuerzas imperiales se logró algún acuerdo posible y la cohesión necesaria en defensa de la naciente nación,  pero este hecho tan significativo junto a esa unidad temporal no se supo aprovechar para saldar las disputas de intereses contrapuestos que subyacían ya en los inicios mismos de nuestra independencia. Una vez acabadas las luchas por la emancipación nacional, concluyeron con ello también los acuerdos logrados que permitieron la unidad nacional necesaria que hizo que nuestra patria saliera victoriosa en la compleja construcción de nuestra independencia.     
Así, determinados por este estigma, la joven nación, se erigió ante el mundo como libre y soberana permitiéndole un importante crecimiento propio entre los países más desarrollados de su época; sin embargo, en lo más profundo de aquella argentinidad, pudieron mucho más los intereses sectoriales (vinculados con los imperios que luchaban entre sí por usurpar nuevos territorios en el mundo) que las ansias de libertad sumergiendo a la nación toda en interminables guerras internas que desgarraron definitivamente el corazón mismo de los hombres y mujeres que tenían la trascendente responsabilidad de construir  una sólida democracia para consolidar estratégicamente a la emergente nación. Privilegiaron el complot sistemático (promovido y financiado desde el exterior) contra el otro bando en pugna en vez de crear un sistema institucional democrático para que dentro del mismo pudieran dirimir sus diferencias; esta fue la herramienta utilizada por ambas facciones que disputaban así sus dos interpretaciones de nación: una que quería colgarse de cualquier manera con el mundo de la “modernidad” de aquel entonces, aunque mas no sea como nación dependiente de esos poderes internacionales y la otra quería hacerlo desde una nación libre y soberana; estos desencuentros, cargados de odio y resentimiento recorrieron toda la historia de nuestra patria impidiendo que se construya y consolide un estado democrático y estratégico de nación.
Omití exprofeso personalizar los episodios señalando a los personajes que encabezaban o lideraban cada facción del conflicto y opté por describir parte del contexto y el problema en cuestión dejando de lado las disputas personales entre los hombres despersonalizando así la historia (con perdón de los historiadores) con el único fin de comprender qué dificultades impidieron que nuestra nación carezca aún hoy en día (todavía hablamos de gobernabilidad) de una democracia republicana y representativa. Por consiguiente, conviene recordar que por aquel entonces como hoy, había naciones que se disputaban la hegemonía del mundo “civilizado” tanto desde lo económico, como en lo político, hasta la geopolítica militar de esos imperios emergentes que luchaban por un mayor poder territorial (porque significaban recursos) junto a sus intereses económicos constituyéndose así en centros de poder mundial.

En este contexto, Argentina, a diferencia de  otros procesos de liberación y posterior constitución de su independencia, en donde las diferencias internas también se saldaron con crueles enfrentamientos armados (guerras civiles o de secesión) tuvieron en la mayoría de esos episodios claros vencedores que concluyeron la disputa imponiendo los términos y condiciones de su proyecto de nación aprovechando e incorporando las mejores ideas de sus adversarios internos; nuestra historia en cambio, como en otros procesos, también hubo ganadores y perdedores pero en la mayoría de los casos predominó un espíritu mal entendido de unidad nacional y una cuota (digámoslo así) de generosidad también mal interpretada para integrar a los perdedores que la historia lo sintetizó en una consigna que determinó el rumbo de casi toda la historia nacional, esta fue: “ni vencedores ni vencidos”

De esta manera, los ganadores nunca se sintieron como tal por tanto no asumieron la responsabilidad de sentar las bases estratégicas de un estado democrático y los perdedores en ese contexto, tampoco se sintieron perdedores constituyéndose en el mejor de los casos, en fuerzas opositoras constantes proyectando en el tiempo y hasta nuestros días las mismas diferencias del pasado.

En este escueto relato, intento mostrar como nuestra nación siguió un camino inverso al que recorrieron otras naciones con similares construcciones históricas, diferenciándose así de la nuestra en donde todavía seguimos discutiendo cuestiones elementales de convivencia vacías de valores republicanos que son las que nos hubieran permitido construir un estado democrático estable para toda la posteridad. 


VICENTE SCORDAMAGLIA