viernes, 22 de agosto de 2014

“ARGENTINA EN SU LABERINTO”

 “ARGENTINA EN SU LABERINTO”
El desafío de Sísifo

Es indudable que la irrupción de Sergio Massa en el escenario político inquieta al gobierno, sus seguidores en el poder y al resto de la oposición por igual. Su decisión de participar en las últimas elecciones legislativas por fuera de las estructuras partidarias tradicionales, terminando así con la aventura reeleccionista, obligó al oficialismo y todo el arco político en general, a modificar estrategias, revisar alianzas y a entender el nuevo mapa del poder que se avecina en argentina.
Junto a un importante número de intendentes (en general semejantes generacionalmente) que convergen en una premisa acuñada en el ceno de la población con relación al agotamiento de la clase dirigencial y el sistema de partidos vaciado de contenidos y representación, anuncia el fin de ciclo del Kirchnerismo y el replanteo de la instrumentación de políticas afines con las necesidades del país y la gente. 

La renovación esgrimida por los nuevos actores de la política nacional, se inicia con el impulso que les da el haberse consustanciado todos estos años de democracia con las problemáticas locales ya que la mayoría de ellos provienen de administrar con éxito distintos municipios de la Provincia de Buenos Aires; ese plus, es el que favorece su proyección nacional anclaje necesario basado en la implementación de acciones participativas en común con el ciudadano en las cuales se ve identificado por su correlato político social y comunitario.  

 Acaso haya que destacar aquí decía, un dato generacional que produce un quiebre en el proceso histórico político de nuestra nación ya que ninguno de ellos participo de los crueles enfrentamientos contra la dictadura militar (tampoco arrastran los residuos de los enfrentamientos ideológicos que en nuestro país se dieron a través de los partidos políticos) y el descontrol  institucional que siguió como consecuencia de ello, más bien, estos nuevos actores son hijos de la democracia y confluyen en la idea de concebir la política no solo como un servicio, sino como una gestión eficiente para gobernar con la gente como así mismo para entender el devenir de nuestra época junto a las necesidades de los pueblos.

Un dato de este acontecer que vale la pena subrayar es el siguiente: en primer lugar, cuando los nuevos actores políticos emplean la denominación   “la gente” para señalar al sujeto principal del presente período político, le están adjudicando una categorización equivalente a lo que en el proceso histórico anterior lo fue “el pueblo”, por ejemplo: se decía habitualmente “el pueblo en lucha por su liberación”, esta consigna definía y sintetizaba la problemática de la época a resolver, el pueblo era el sujeto y la liberación el objetivo, había condiciones externas que hacían que ese pueblo no fuera libre ya que prevalecían las dictaduras militares que había que “combatir” para instaurar la democracia definitiva en nuestro país; hoy el contexto político es diferente y las formas de dominación mutaron en el tiempo como otras tantas cosas del devenir histórico político social, la problemática actual está más bien vinculada con cuestiones de índoles internas que hacen a la gestión, el desarrollo, el conocimiento tecnológico y los procesos distributivos que permitirían a los argentinos acceder a un estado de bienestar más prolongado en el tiempo, sin temor al maleficio económico que nos persigue cada diez años como si argentina se hubiera mimetizado con el mito de Sísifo para tener que recomenzar su historia por toda la eternidad. (Sísifo, dentro de la mitología griega, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente)

Una vez más ha recomenzado un proceso sucesorio en el país como así también en la totalidad de los alicaídos partidos políticos; la insuficiente representatividad de ellos hace que la respuesta se traduzca en el armado de “grandes” frentes políticos ofreciendo a la sociedad un buen número de candidatos posibles que deberán legitimar su condición en las próximas elecciones abiertas (paso); pero quizás, la sucesión más importante, se esté dando en dos niveles equivalentes y que tendrá consecuencias para el país y  el destino de los argentinos, la primera es que en el gobierno sus candidatos salieron a disputar con mucho más frenesí que en el 2011, (recuerden la expectativa por el vice de Cristina) en este caso es por algo más sustancioso que aquel, ya que  quien “herede” a Cristina puede quedarse con el capital político que por las estimaciones de algunos especialistas rondaría el 20% de los votos; votos suficientes en este escenario de paridad frentista como para ilusionar a cualquier candidato pensando en un posible ballotage.   

En otro plano significativo para la política en general, es la sucesión del peronismo y su legado histórico; es tiempo ya de que comiencen a definirse  los barones del conurbano bonaerense y la poderosa liga de gobernadores de las provincias argentinas, son ellos quizás quienes terminen anclando una vez más el destino del peronismo con el próximo gobierno.

De seguir esta tendencia en los meses que faltan hacia las próximas elecciones presidenciales del 2015, comienza a configurarse un escenario con menos probabilidades de las que en un comienzo todos imaginábamos (en enero de 2014) los recientes acontecimientos del frente UNEN (entre Lilita y Pino y otros que no toman estado publico) y la posible decisión de Mauricio Macri de unifica las elecciones de la ciudad con las nacionales, (sus candidatos porteños no garantizan un triunfo seguro) comienzan a configurar  el destino de las alianzas electorales y su posible polarización en dos frentes electorales bien definidos, ambos con fuerte arraigo peronista, el frente renovador y el frente para la victoria lo cual en este cambio brusco de escenario los argentinos tendrán que optar por el 50 % +uno ya que el resto de los frentes electorales le será funcional al Kirchnerismo ofreciéndole el ballotage para que mantenga las mayorías legislativas y así el control de las principales leyes que duermen en el congreso y el senado de la nación condicionando al próximo gobierno; claro está, si es que la crisis económica en nuestro país no se agudice y la pelea con los Buitres no se lleven puestas las reservas del central junto al gobierno de Cristina.    

En este contexto probable lleno de sorpresas, argentina se encuentra de nuevo en su laberinto. El próximo gobierno electo, tendrá que ser la bisagra de la transición hacia una argentina que avance sin miedos hacia el futuro dejando atrás la historia nefasta de enfrentamientos y desencuentros; lo nuevo que está por venir se fortalecerá con la unión de todos los argentinos para avanzar decididamente hacia el futuro o caso contrario el futuro vendrá por nosotros para convertirnos nuevamente en pasado.  

VICENTE SCORDAMAGLIA