martes, 13 de marzo de 2018

UNA RAZÓN POPULAR

Artículo de Opinión
UNA RAZÓN POPULAR
Por: Vicente Scordamaglia

Contrario a lo que especulan algunos intelectuales y comunicadores profesionales argentinos (y extranjeros) con relación a la finalización del ciclo histórico del peronismo en la vida política nacional, lamento mucho informarles que ese propósito manifiesto que expresan a través de sus escritos y sus declaraciones públicas carece de posibilidades reales y objetivas. Su aspiración por borrar de la cultura política argentina a un movimiento político que en su tiempo incorporó a millones de trabajadores a la vida institucional de la nación y revolucionó la relación de poder entre trabajadores y empresarios, solo los aleja cada vez más de obtener alguna objetividad analítica de la realidad de nuestro pueblo, ya que sus prejuicios ideológicos, los coloca en una posición de incomprensión manifiesta de la realidad objetiva de nuestra sociedad para comprender las razones populares que motivan su existencia.

La búsqueda de la verdad ha sido la quimera de todos los tiempos, en esa indagación, el hombre solo alcanzó unas pocas certezas que le permitieron alcanzar grandes logros, y en su devenir construyó “grandes verdades”; en ese sentido Confucio decía al respecto: “es el hombre el que hace grande a la verdad, y no la verdad que hace grande al hombre”.
Dicho esto, veamos la controversia que tienen estos señores  cuando creen haber alcanzado su objetivo de borrar al peronismo de la política nacional: Si los movimientos populares siguen siendo el andamiaje de los pueblos para obtener justicia social entre las elites que gobiernan el mundo y las clases trabajadoras, no veo contradicción alguna en la gente que sigue creyendo en ese tipo de movimiento y su doctrina, más bien la gran contradicción se encuentra en aquellos que con sus patrañas y mentiras (que las hacen pasar por verdaderas) quieren hacerle creer a la opinión pública que allí se encuentra la morada de los culpables de todas nuestras desventuras que tenemos como nación.
Hoy, en donde pareciera que estar de moda es señalar al peronismo como el mentor de todos los males de nuestra nación, es poco menos que una patología de pronóstico reservado; no existe en ningún país del mundo en que se haya dado una confrontación por las reivindicaciones sociales entre las elites gobernantes y los trabajadores de distintas ideologías, que se termine desmontando el progreso y el bienestar común alcanzado.
Los planes políticos que hoy tenemos se mimetizan con aquellos  modelos políticos que poco tienen de liberales y republicanos ya que solo mostraron hasta ahora apego por la economía y el desarrollo financiero de los sectores más acomodados de la sociedad sin ninguna empatía por los reclamos de los sectores medios y los más empobrecidos de la sociedad; siendo este, escaso argumento para aquellos defensores a ultranza de un modelo increíble para los argentinos que ven una vez más como se endeuda al país comprometiendo el futuro de nuevas generaciones de argentinos.
Cuando las grandes reformas que se realizan en una sociedad pasan desde la política al estado nacional, esto es, se institucionalizan, esas conquistas pasan a ser patrimonio de todos los ciudadanos de una nación y ya no del grupo de poder que las instrumentó y las aplicó desde el estado para que sus beneficios alcancen a todos los habitantes por igual; es decir que los cambios que ha hecho el peronismo en su tiempo en la sociedad argentina incluyendo a millones de argentinos desde la marginalidad para incorporarlos a la planificación social política y económica de la nación, perdurarán por siempre hasta que la realidad del país demande nuevas reformas que superen las condiciones existentes de una nueva sociedad, y no como pretenden algunos sectores de nuestra  sociedad desandar lo andado por nuestro pueblo trabajador. Desde el brutal golpe de estado de 1955 en donde grupos minoritarios de poder económico (nacionales y extranjeros) estimularon a una camarilla de militares sin honor que embistieran con las armas contra un pueblo desarmado, se viene intentando eliminar al peronismo de la vida nacional por múltiples medios a su alcance; primero se intentó a través de la brutal represión de todos los sectores afines al ideario Justicialista, luego siguió la prohibición  de su partido y el desprestigio a través de los medios de comunicación disponibles creando un relato y una historia negra de desprestigio de todos los valores y símbolos populares con lo que el peronismo se identificó y construyó su movimiento en un contexto internacional que posibilitó su desarrollo,  finalmente cuando vieron la imposibilidad de realizar sus perversos planes, apelaron a crear adeptos a través de la compra de dirigentes políticos para llegar al poder por otros métodos menos violentos.  Como podemos ver en esta síntesis, las elites de nuestro país intentaron borrar los logros que el peronismo construyó junto a un pueblo trabajador de las formas más inverosímiles que tuvo a su alcance, no solo perjudicando a los sectores populares derogando sus conquistas, sino deteniendo el desarrollo de la nación toda por su inexplicable sed de venganza.
Solo queda margen para esta síntesis una certeza incontrastable: y es que de acuerdo a los costos que significó la locura de eliminar por cualquier medio al peronismo de la memoria popular (se me ocurre esta una misión imposible) sea esta quizás la causa señera que dejó anclados en el tiempo a todos los argentinos postergando por décadas que la disyuntiva de los argentinos no es la construcción de gobiernos populistas sino la conformación de gobiernos populares que representen a todos los sectores de la sociedad en una espiral de progreso, justicia y grandeza nacional.