Artículo de Opinión
UNA RAZÓN POPULAR
Por: Vicente Scordamaglia
Contrario a lo que especulan algunos
intelectuales y comunicadores profesionales argentinos (y extranjeros) con
relación a la finalización del ciclo histórico del peronismo en la vida
política nacional, lamento mucho informarles que ese propósito manifiesto que
expresan a través de sus escritos y sus declaraciones públicas carece de
posibilidades reales y objetivas. Su aspiración por borrar de la cultura
política argentina a un movimiento político que en su tiempo incorporó a
millones de trabajadores a la vida institucional de la nación y revolucionó la
relación de poder entre trabajadores y empresarios, solo los aleja cada vez más
de obtener alguna objetividad analítica de la realidad de nuestro pueblo, ya
que sus prejuicios ideológicos, los coloca en una posición de incomprensión
manifiesta de la realidad objetiva de nuestra sociedad para comprender las
razones populares que motivan su existencia.
La búsqueda de la verdad ha sido la
quimera de todos los tiempos, en esa indagación, el hombre solo alcanzó unas
pocas certezas que le permitieron alcanzar grandes logros, y en su devenir
construyó “grandes verdades”; en ese sentido Confucio decía al respecto: “es el
hombre el que hace grande a la verdad, y no la verdad que hace grande al
hombre”.
Dicho esto, veamos la controversia
que tienen estos señores cuando creen
haber alcanzado su objetivo de borrar al peronismo de la política nacional: Si
los movimientos populares siguen siendo el andamiaje de los pueblos para
obtener justicia social entre las elites que gobiernan el mundo y las clases
trabajadoras, no veo contradicción alguna en la gente que sigue creyendo en ese
tipo de movimiento y su doctrina, más bien la gran contradicción se encuentra
en aquellos que con sus patrañas y mentiras (que las hacen pasar por
verdaderas) quieren hacerle creer a la opinión pública que allí se encuentra la
morada de los culpables de todas nuestras desventuras que tenemos como nación.
Hoy, en donde pareciera que estar de
moda es señalar al peronismo como el mentor de todos los males de nuestra
nación, es poco menos que una patología de pronóstico reservado; no existe en
ningún país del mundo en que se haya dado una confrontación por las
reivindicaciones sociales entre las elites gobernantes y los trabajadores de
distintas ideologías, que se termine desmontando el progreso y el bienestar
común alcanzado.
Los planes políticos que hoy tenemos
se mimetizan con aquellos modelos
políticos que poco tienen de liberales y republicanos ya que solo mostraron hasta
ahora apego por la economía y el desarrollo financiero de los sectores más
acomodados de la sociedad sin ninguna empatía por los reclamos de los sectores
medios y los más empobrecidos de la sociedad; siendo este, escaso argumento
para aquellos defensores a ultranza de un modelo increíble para los argentinos
que ven una vez más como se endeuda al país comprometiendo el futuro de nuevas
generaciones de argentinos.
Cuando las
grandes reformas que se realizan en una sociedad pasan desde la política al
estado nacional, esto es, se institucionalizan, esas conquistas pasan a ser
patrimonio de todos los ciudadanos de una nación y ya no del grupo de poder que
las instrumentó y las aplicó desde el estado para que sus beneficios alcancen a
todos los habitantes por igual; es decir que los cambios que ha hecho el
peronismo en su tiempo en la sociedad argentina incluyendo a millones de
argentinos desde la marginalidad para incorporarlos a la planificación social
política y económica de la nación, perdurarán por siempre hasta que la realidad
del país demande nuevas reformas que superen las condiciones existentes de una
nueva sociedad, y no como pretenden algunos sectores de nuestra sociedad desandar lo andado por nuestro pueblo
trabajador. Desde el brutal golpe de estado de 1955 en donde grupos
minoritarios de poder económico (nacionales y extranjeros) estimularon a una
camarilla de militares sin honor que embistieran con las armas contra un pueblo
desarmado, se viene intentando eliminar al peronismo de la vida nacional por
múltiples medios a su alcance; primero se intentó a través de la brutal
represión de todos los sectores afines al ideario Justicialista, luego siguió
la prohibición de su partido y el
desprestigio a través de los medios de comunicación disponibles creando un
relato y una historia negra de desprestigio de todos los valores y símbolos
populares con lo que el peronismo se identificó y construyó su movimiento en un
contexto internacional que posibilitó su desarrollo, finalmente cuando vieron la imposibilidad de
realizar sus perversos planes, apelaron a crear adeptos a través de la compra
de dirigentes políticos para llegar al poder por otros métodos menos
violentos. Como podemos ver en esta
síntesis, las elites de nuestro país intentaron borrar los logros que el
peronismo construyó junto a un pueblo trabajador de las formas más
inverosímiles que tuvo a su alcance, no solo perjudicando a los sectores
populares derogando sus conquistas, sino deteniendo el desarrollo de la nación
toda por su inexplicable sed de venganza.
Solo queda
margen para esta síntesis una certeza incontrastable: y es que de acuerdo a los
costos que significó la locura de eliminar por cualquier medio al peronismo de
la memoria popular (se me ocurre esta una misión imposible) sea esta quizás la
causa señera que dejó anclados en el tiempo a todos los argentinos postergando
por décadas que la disyuntiva de los argentinos no es la
construcción de gobiernos populistas sino la conformación de gobiernos
populares que representen a todos los sectores de la sociedad en una espiral de
progreso, justicia y grandeza nacional.