domingo, 21 de julio de 2013

UNA GENERACIÓN POLITICA DE IDEALISTAS

UNA GENERACIÓN POLITICA DE IDEALISTAS
¿Estamos a tiempo de cambiar el derrotero de nuestras pasiones pasadas?
¿Cómo borrarlas de nuestra memoria?
Hoy asistimos a un peronismo tardío y fiscalizador. Es curioso ver como en la práctica política de hoy en día se produce un fenómeno inédito que no deja de asombrar; se refiere a una confrontación que se da por lo bajo entre aquellos que tuvimos una intensa participación política en los años de fuego y aquellos que siendo de la misma generación no estuvieron ni tan siquiera para darnos un consejo; pero eso sí, hoy siendo kirchneristas (hecho absolutamente legítimo) creen tener el derecho a juzgar a aquellos que no lo son y no comulgan con el proyecto político que intentan imponer de cualquier modo a través de un relato sesgado y mezquino de la historia argentina que deja afuera lo más rico y trascendente de la lucha de nuestro pueblo, a los trabajadores y a sus legítimos representantes que en la construcción permanente de una sociedad más justa y equilibrada, no dudaron en hacerse a la lucha por sus convicciones y derechos dentro de este  prolifero movimiento popular.     
Para abarcar sólo unas décadas de nuestra historia (casi los últimos 70 años) en el que se da este fenómeno, podríamos decir que el movimiento peronista pasó por distintas facetas. La falta de otras coaliciones que hubieron podido representar las distintas expectativas de nuestra sociedad, terminó por otorgar al peronismo la representatividad necesaria, transfiriendo la responsabilidad de conformar gobierno ante las repetidas crisis que se fueron sucediendo a lo largo de esta parte de nuestra historia política. El peronismo fue quizás, el único partido que se hizo cargo de las grandes problemáticas y expectativas de la gente; en este contexto excepcional, a un líder (Perón) y a un pueblo encarnado en los trabajadores, les cupo el rol de ser constructores de políticas sociales destinadas a incluir y mejorar la condición social de su pueblo. 
Luego de treinta años de democracia ininterrumpida y diez de Kirchnerismo continuo,  es justo decirlo, mucho es lo que se pudo lograr en cuanto a los derechos de las minorías que carecían de representación institucional, como así también el elemental derecho de todos los habitantes que conviven en nuestra tierra, tengan estos las preferencias partidarias, credos que invocan e ideologías  que profesan, sin embargo y pese a todos estos logros, la sociedad se siente  defraudada por la manipulación de los poderes del Estado (en favor de intereses propios) que son los únicos que pueden garantizar la libertad plena para todos los argentinos por igual.  
En este sentido, y luego de la debacle del 2001,  donde colapsaron todas las representaciones político-partidarias e institucionales, un nuevo sujeto político emerge con fuerza, para renovar aquellos instrumentos y valores de nuestra Constitución que simbolizaron la libertad y justicia para los argentinos,  estos son las nuevas generaciones de argentinos que perciben como tantas otras veces sucedió en nuestra historia, que el futuro de la patria comienza a transitar un pasaje peligroso de su historia y demanda con urgencia su participación. 
Para nosotros, los que somos de aquella generación pasada, que creyó profundamente que era posible construir una sociedad más justa (con nuestros errores y aciertos), es nuestro deber contribuir a cerrar las viejas heridas, para que los más jóvenes desplieguen en nuestra sociedad sus saberes con confianza y solidaridad, liberados de tener que cargar en sus mochilas las nefastas antinomias que impidieron el desarrollo y crecimiento de nuestro país por los últimos setenta años.   
Hay una dimensión política que la dirigencia argentina todavía no se animó a explorar; es el sentido común  que utilizan otros pueblos para resolver los conflictos e interrogantes que les son comunes; nuestra generación no pudo, no supo o no la dejaron, pero, para los que todavía creemos que es posible, nos queda el compromiso moral de seguir construyendo el puente que permita el paso de los nuevos líderes que completen nuestros sueños de libertad y justicia.
 Si los jóvenes son los que traen lo nuevo y la generación intermedia es la que está en mejores condiciones para ocupar y gestionar desde los lugares de decisión, debemos asumir entonces que la generación mayor es la portadora de la historia; de lo que hagamos con ella, lo que relatemos de ella y lo que interpretemos de nuestra historia, dependerá la conquista del futuro de nuestra patria.
Por ello creo profundamente que lo que hoy haga mi generación (utilizando el sentido común) para resolver los interrogantes actuales no sólo va a tener implicancias en el  presente inmediato, sino que resonará con fuerza a lo largo de toda la historia de nuestro país. 
La síntesis que podamos hacer por haber vivido intensamente estos tres períodos de nuestras vidas, nos coloca en  la disyuntiva de convertirnos en:
¡Una generación política que será recordada por sus miserias y mezquindades o bien permanecerá en el recuerdo de nuestro pueblo por sus ideales!
VICENTE SCORDAMAGLIA