Artículo de Opinión
NI REPRESORES NI VIOLENTOS:
UNA SOCIEDAD EQUILIBRADA
Por: Vicente Scordamaglia
Los recientes hechos políticos
acontecidos en nuestro país y las practicas violentas utilizadas para discernir
que le conviene al conjunto de la sociedad con relación a su seguridad social, demuestra
que los argentinos no nos podemos desprender de un pasado soberbio, violento e
intolerante que nos marcó a sangre y fuego inhabilitándonos en el presente para
ejercer nuestros derechos como ciudadanos libres sin avasallar de cualquier
forma posible el derecho del conjunto de nuestros compatriotas.
La violencia ejercida sea esta desde arriba
como así también desde abajo desplazó definitivamente la búsqueda de consensos entre
nuestra clase dirigencial, irritando aun más las tenciones existentes en todos
los ámbitos de la vida social de nuestro país con una violencia inusitada que
presagia tiempos tumultuosos.
La onda expansiva de esos hechos que
tuvieron en vilo al conjunto de los argentinos, se instaló en la calle al
tiempo que un grupo de personas agredió al Diputado Martín Lousteau por el solo
hecho de pertenecer a la clase política existente ya que en la votación de la
reforma previsional, él y su bloque (algo que seguramente los agresores no
saben) votaron en contra.
Es indudable como decía en un
reciente artículo que argentina no avanza sino que se precipita hacia el
futuro, los episodios brutales que todos hemos visto en los últimos días así lo demuestran.
Nada justifica la violencia por más
que la realidad nos atormente, esta, puede ser modificada a través del valor
que le demos a nuestras instituciones democráticas que posee los instrumentos
necesarios para evitar que desbarranquemos cada vez que la necesidad amerite
reformular instrumentos que tengan que ver con el bien común.
Vivimos un mundo que se reprocesa en
modo continuo y a una velocidad como nunca antes vivió el conjunto de la
humanidad, de allí, el vértigo equivalente que domina las emociones y como tal
las decisiones de los hombres de este siglo, pero si hay algo que no debemos
olvidar es que lo que hagamos para bien o para mal no será sobre el sacrificio
de los que menos tienen ya que la construcción de sociedades más justas y
solidarias deberá necesariamente incluir y dar oportunidades a todos tal es el
desafío que nos plantea la época.
La coalición “Cambiemos” que proyectó
la candidatura del ingeniero Mauricio Macri, lo hizo con dos consignas insignia
(“avancemos juntos hacia el cambio” y el “si se puede”) que se deshilachan
todos los días frente a la realidad que la interpela y que por ese motivo ha
dejado de ser (esta última) la expresión de triunfo por los logros alcanzados.
En lo que va de su mandato el
gobierno argentino tiene para bien o para mal las leyes que quería al principio
de su mandato sin que estas puedan exhibir logros significativos. Las
inversiones extranjeras brillan por su ausencia a pesar de que el gobierno
ofrece todas las garantías jurídicas que las empresas extranjeras exigían, a
cambio de ello, solo ingresan capitales golondrinas que especulan en el mercado
nacional por las altas tasas de interés que ofrece el banco central y el
festival de bonos existente. Los trabajos de calidad que iban a substituir a
los despedidos de estos dos años de ajustes que sin piedad cayeron sobre la
clase media y media baja, quedaron en el olvido lo mismo que el hambre “cero”
que según las últimas estadísticas proporcionada por la UCA creció en estos dos
años considerablemente. Las pymes que en todo caso son las que tienen capacidad
de generar puestos de trabajo inmediato no arranca por la sencilla razón que
son hijas del consume interno que se halla deprimido o camino a la extinción.
La nueva fase de ajustes sobre los
servicios públicos (nafta, luz, agua, gas, teléfonos, servicios sociales, prepagas
y más) que prepara el gobierno, prometen
ser tan brutales como los anteriores obligando a vastos sectores medios de la
población a retroceder casi hasta el límite de sus posibilidades en su
expectativa y su calidad de vida, lo cual comienza a configurar un segmento
social explosivo entre clase media que desciende y pobres sin oportunidades
laborales que se manifestaron violentamente frente al congreso en lo que
consideran las medidas del gobierno, nuevos avasallamientos a sus derechos.
“Así chocamos” dijo De Pablo; no hay
que ser profesor de economía para darse cuenta de ello, excepto el gobierno que
sigue enfrascado en el ajuste continuo delineando una reforma laboral que puede ser el golpe
definitivo: o bien para destrabar la dimensión de una crisis que crece
peligrosamente o el estallido definitivo de la economía del cual nadie estará
exento de su destrucción.