domingo, 26 de octubre de 2008

Los tres Demonios que Asolan al Planeta y el Tiempo de la Política

LOS TRES DEMONIOS QUE ASOLAN AL PLANETA
Y EL TIEMPO DE LA POLITICA

LOS TRES DEMONIOS

En las últimas dos décadas ya son muchos los avisos que nos viene dando la naturaleza producto de las heridas mortales que le viene produciendo la mano del hombre, en la creencia de que el bienestar y el progreso del mundo, solamente está ligado al sometimiento de las riquezas no renovables del planeta.

Los cambios climáticos y las grandes catástrofes naturales de los últimos tiempos son, sin duda, producidas por el agotamiento de los suelos húmedos, la deforestación de árboles en las selvas estratégicas pulmón del universo, el desarrollo industrial sin límites, el agotamiento del petróleo, la explotación agropecuaria con sus pesticidas que contaminan la tierra dejándola inservible, y la expansión demográfica anárquica entre otros males; son algunos de los elementos que dieron lugar a la aparición de emisiones y residuos que constituyen una creciente amenaza para el medio ambiente y todo lo que en él se halla. Estos daños se traducen en drásticos cambios en nuestra naturaleza que afectan la calidad de vida y la salud de los seres que habitan la tierra, debido a alteraciones en el aire, el suelo, las aguas y el conjunto de los ambientes urbanos y rurales.
Las formas contaminantes del medio ambiente que afectan el hábitat terrestre, constituyen en la actualidad un peligro de proporciones universales.
Por consiguiente, los recursos no renovables utilizados hasta ahora, se acercan peligrosamente a su extinción. La escasez del oro negro, como se lo llamó al petróleo, el carbón y el gas, con los altos costos actuales, promovieron la presente crisis energética que obligó a los países industrializados a una traumática peregrinación en busca del sustituto adecuado que permita, en el mediano plazo, reemplazar al combustible que movió hasta la fecha los motores de la humanidad.

Como siempre todo lo que no se previó antes, carece de planificación adecuada y por consiguiente la atropellada desesperada en busca de soluciones inmediatas no son remedios que curen al enfermo en estado de gravedad extrema, sino más bien son generadores de otros males tan peligrosos en el corto y mediano plazo como la contingencia de la cual intentamos escapar.

La energía que se está promoviendo, derivada de la caña de azúcar como la alcohonafta o el etanol producido por el maíz y otras posibles alquimias, está todavía en período de investigación y estudio desde hace unos cuantos años. Estos productos sustitutos del petróleo, amenazan por convertir a la humanidad en grandes campos productores de esta energía renovable, con el agravante, de promover en el corto plazo una escasez aun mayor: los alimentos indispensables para alimentar a toda la humanidad.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU, relacionó la escalada de los alimentos como un verdadero “tsunami silencioso” que amenaza a millones de personas con la desnutrición. Asimismo y en este orden de análisis, grupos de asistencia a países en situación de riesgo como Oxfam, estiman que en la actualidad 967 millones de personas sufren de hambre en todo el planeta; estadísticas hechas antes de que los altos precios de la energía y de los biocombustibles sufrieran un alza desmesurada impulsando los precios de los alimentos a niveles inusitados.

La crisis financiera mundial, que acaba de anunciar su llegada mostrando su faceta más dramática de la economía, está pasando factura de los años de negocios financieros especulativos montados por encima de la economía real. El crecimiento ficticio de unos pocos países por encima de las mayorías pobres, o como se los llama ahora “países emergentes” está dando cuenta de la peligrosidad de la situación actual que vive el mundo por estas horas.

La desconfianza se instaló en las gentes del mundo, verdadero sustento del sistema capitalista, haciendo peligrar el accionar de todos los mercados existentes con consecuencias imprevisibles para todos los países.
Millones de seres humanos en el mundo se preguntan ¿cuál es el camino a seguir?. La confusión parece haberse instalado también en los economistas y técnicos que solo intentan parar la catástrofe con paliativos que poco ayudan en la emergencia, más bien confirma la gravedad presente. Cabe preguntarse entonces. Ante la falta de respuestas que avizore una solución creíble ¿habrá llegado el tiempo de la política?.




EL TIEMPO DE LA POLÍTICA


En una nota publicada hace un tiempo por el diario La Nación, titulada “El tiempo es el corazón de la existencia” y escrita por Mario Eduardo Cohen, reflexiona sobre lo que dice Mario Benedetti sobre la necesidad de hacer un alto en la vida cotidiana para: "... Examinar el pasado rubro por rubro / etapa por etapa / baldosa por baldosa / y no llorarse las mentiras / sino cantarse las verdades".
Y dice: “es lo que hace el caminante, luego de haber avanzado un largo trecho, toma asiento y mira para atrás para ver la senda recorrida y reflexionar sobre la que le falta recorrer”.
Es que el futuro se arma, necesariamente, con la elaboración del pasado.

Lo acontecido y lo por acontecer se relacionan profundamente, es más, hasta podríamos decir que entre ambos, existe un hilo conductor. Es muy conocida la frase popular que dice que ni siquiera Dios puede cambiar el pasado. Pero, se cuenta que hace unos años, el rabino Joseph Soloveichik sorprendió y desconcertó a sus alumnos cuando les dijo que: "el ser humano es el único ser en la creación que tiene la capacidad de rectificar el pasado". Sus discípulos se quedaron atónitos ante lo que habían oído del maestro. Soloveichik serenó los ánimos y explicó sus palabras diciendo: “la visión que tenemos sobre el pasado es absolutamente subjetiva y cambia en la medida en que cambiamos nuestra visión del presente. La intención de rectificar nuestras conductas éticas futuras modifica nuestra perspectiva del pasado”.
(pido perdón a los autores por descontextualizar su texto, pero creo que sus reflexiones son de categoría universal)

La pregunta que me surge entonces a partir de estas dos reflexiones es si para la política, ¿el tiempo es el corazón de su existencia?. Y en todo caso pregunto, ¿el dirigente es el único ser en la creación que tiene la capacidad de rectificar el pasado político?

Ahondemos un poco más en el asunto. La política, tiene su correlato conceptual en un contexto puntual, concreto y preciso, de manera que al analizar la conducta ética de un dirigente político, es necesario tener en cuenta el contexto en el cual el dirigente fue tomando sus decisiones políticas.
Las respuestas que los hombres damos en cualquier orden y en el rol que nos toque desempeñarnos en nuestras vidas, tiene que ver con la problemática que debamos resolver, en la cual fundamentalmente esa respuesta, estará determinada por el contexto político, social y cultural de la época; es allí donde va a jugar decisivamente su “ideología” es decir su sistema de ideas y creencias que necesariamente articularán la respuesta adecuada según “su buen saber y entender”.

Ahora bien, si como se dice habitualmente en política “las grandes verdades que se dicen hoy pueden llegar a ser las mentiras del futuro”, debemos advertir en este caso que se trata de una media verdad ya que en el medio está faltando algo, está faltando el contexto que es el único capaz de convalidar el texto.


¿EL CONTEXTO NOS DETERMINA?
(Del libro de mi autoría en elaboración “El hombre y el medio social una compleja relación)

Según dicen algunos autores el texto solo se convalida en el contexto, o si usted quiere es el contexto quien le da validez al texto. De ahí surge que, todo episodio vivido por el hombre se da inexorablemente en un tiempo y espacio determinado, con características y modalidades particulares que hacen que ese episodio se configure en un contexto inigualable.
Entremos en este tema para pensar juntos y equiparemos para llamar a partir de este momento, (aunque cometamos algunas transgresiones idiomáticas) al contexto (medio-social) y al texto (producción del hombre) entendiendo aquí que la producción del hombre son todas aquellas manifestaciones destinadas a humanizar la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades.

El acontecimiento más importante según el análisis de Arnold Toynbee (autor de El Estudio de la Historia) no es ni el desarrollo de un determinado rasgo anatómico, ni una determinada realización material; el hecho histórico decisivo es el despertar del hombre a la conciencia. Desde ese despertar a su conciencia, de ahí en adelante el hombre se configura como un ser social que construye ininterrumpidamente la sociedad que habita. Por ello produce y determina a ese contexto social. Este contexto social producido y determinado por el hombre ejerce su misma acción devolviendo al seno de su creación produciendo y determinando al hombre por sus mismas leyes.

Es decir que todo lo que hacemos en la vida debería tener su correlato social, éste aspecto es quien le da una legitimación a su acción y su conducta, es el medio social en el cual operamos, en donde realizamos nuestra tarea cotidiana, en donde satisfacemos nuestras necesidades vitales, por ello es allí donde vamos a centrar nuestro análisis, para conocerlo, entenderlo, aprender cuales son sus leyes, qué hace que tengamos una conducta determinada y equivalente según interactuemos con el medio social.

Siguiendo esta línea de pensamiento observemos que en cualquier sociedad humana, el hombre es un valor social, ya que el individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La herencia nos provee de los órganos y las funciones mentales que se transmiten a lo largo de las generaciones precedentes; la educación es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el sujeto está obligado a vivir.
La acción educativa será la encargada de promover una adaptación de las tendencias hereditarias a una mentalidad colectiva, que será en definitiva la “aclimatación” del individuo en la sociedad, y su correspondiente institucionalización.

El contexto es el que marca las normas y las reglas a seguir, por consiguiente nos quedan dos opciones, o nos adaptamos a él en forma pasiva sin ningún tipo de cuestionamiento (lo que se parece más a adecuarse a él) o tenemos una adaptación activa cambiando al medio, lo que implica una acción del hombre que a su vez le promoverá un cambio en sí mismo. (Sólo podrá el hombre cambiar al medio, en una acción recíproca y equivalente con el medio) Se cambia al medio en la medida que se promueva un cambio en sí mismo.

Ahora bien, decíamos que para poder cambiar el medio, primero se debe conocer la raíz sobre la cual está cimentada su estructura básica, por lo menos entender las fuerzas que allí operan, cuál es su sistema de creencias, desde lo político, lo cultural, lo económico y lo social, porque tanto la interacción, como así también la lucha por el poder que estos sectores promueven sobre la sociedad, y esa tensión producida por esa lucha, son los elementos que nos determinan cotidianamente teniendo una influencia decisiva sobre nuestras vidas y sobre todos los hombres de este planeta.

En una clase dictada en 1981. “La Psicología Social Como Crítica de la Vida Cotidiana”. Ana P. De Quiroga se pregunta:

¿qué es lo más inmediato, lo más concreto y lo más esencial para nosotros, sujetos del comportamiento, sujetos de los procesos psíquicos?
Que somos seres vivos, y en consecuencia seres de necesidades en un intercambio permanente con el medio. La característica del ser vivo es estar incluido en una unidad indisoluble con el contexto o medio. Esta es una ley general para todo organismo vivo, ya sea una ameba o un mamífero. Pero al hablar de los sujetos, de esos muy complejos procesos a los que llamamos psiquismo, al hablar del sujeto de la representación, del sujeto del pensamiento o del sujeto del lenguaje, al hablar de aquel que construye su subjetividad, su interioridad, como un mundo, como un sistema que reconstruye fantaseadamente la realidad externa, al hablar de aquel ser que puede elaborar teorías científicas, que puede conocer y transformar la realidad externa e interna, es decir al hablar del sujeto humano, estamos hablando de un ser que posee una organización biológica particular a la que llegó en un proceso evolutivo.

Y se pregunta nuevamente para dar una definición final ¿qué determina esa organización biológica que nos es propia como seres humanos? Que nuestra vida, nuestra existencia material depende de que establezcamos relaciones con otros hombres y con la naturaleza.

He aquí a mi entender el nudo fundamental de la cuestión.
Recordemos una vez más el interrogante planteado inicialmente; ¿el tiempo es el corazón de su existencia?, ¿el dirigente es el único ser en la creación que tiene la capacidad de rectificar el pasado político?.

La respuesta debería surgir entonces desde este marco referencial y lo dejo librado a la libertad de cada uno para que la puedan responder. Sin embargo quiero esbozar mi opinión. La definición de riesgo que dan los ecologistas dice que: Algo está en riesgo cuando las amenazas son mayores que los recursos que se tienen disponibles para la defensa de esa amenaza.
La falta de liderazgos políticos en el mundo es un valor agregado a la crisis internacional que nos deja expuestos frente a “los tres demonios que asolan al planeta, “crisis energética, crisis alimentaria y crisis financiera”. Sin embargo la humanidad entera todavía cuenta con inmensos recursos humanos, naturales y tecnológicos como para encontrar las mejores respuestas a la situación actual. Lo cierto es que a partir de este temblor planetario, el mundo no debería ser el mismo. Es sabido que ponerse de acuerdo entre los hombres, sin duda ha sido la cuestión mas compleja que afrontó la humanidad a lo largo de toda su historia.
En su escarpado camino por la construcción social de la humanidad, lo que para unos eran aciertos y logros trascendentes, para otros eran mentiras imposibles de admitir.

Así la humanidad continuó su camino de confrontación hasta nuestros días, debatiendo su razón de ser, su concepción de la vida y de la muerte, de la moral, de la ética y la justicia dejando como resultado la enorme brecha entre naciones ricas y naciones pobres.

Hoy ya en el tercer milenio transitamos un punto de inflexión que todos percibimos y tememos, ya que somos concientes que en la destrucción de uno está la destrucción del otro.
La naturaleza en su expresión más cruel y dramática, nos advierte de los riesgos que deberemos afrontar en el futuro, por el despilfarro de sus riquezas. Las pandemias amenazan a la humanidad por la indiferencia hacia los más pobres del planeta y las guerras terminan por diezmar las energías que son necesarias para construir un mundo mejor para todos.

Esta es la problemática actual de un mundo que no consigue encaminar sus logros y creaciones hacia la evolución y la síntesis del hombre dando una nueva cultura, sino que se encamina inexorablemente hacia su propia destrucción. Lo que sucede nos está dando cuenta de la veracidad de estas afirmaciones que puede pagar con un costo muy alto en el corto o mediano plazo según prime en el hombre su sensatez o su estupidez.

En este contexto globalizado y “apocalíptico” por cierto, es donde se debaten todos los problemas que enfrentan los hombres y su sociedad, es hora que aprendamos a llegar antes y no después para lamentarnos.