EL DÍA EN QUE MACRI DIO
INICIO A LA CAMPAÑA 2017
El pasado domingo 20 de noviembre, en una entrevista
realizada por el diario Clarín y destacada ampliamente en la portada del
diario, el presidente Mauricio Macri anunciaba así: “vamos a ganar en 2017 porque
los argentinos quieren seguir esta línea”. De esta forma, el presidente de los
argentinos, daba por iniciada la campaña electoral del año próximo.
No se sabe muy bien si fue un desliz producido en medio de la
entrevista o por el contrario obedece a alguna “estrategia” que le sirva al
gobierno para desviar la atención de la opinión pública sobre los angustiantes
problemas devenidos del errático plan económico que naufraga en las aguas
revueltas de la política argentina.
Lo cierto de todo esto, cualesquiera sean las intenciones del
gobierno, provocaron un revuelo importante y que a partir de allí desató una
escalada de declaraciones entre opositores y oficialistas destinados a tomar
posiciones con respecto a la política y a la economía nacional con vistas ahora
sí a las elecciones del 2017. Dicen los manuales más antiguos que en política
nada es casualidad, sin embargo, tratándose de un gobierno que desprecia las
prácticas de los políticos tradicionales, podríamos llegar a concederle el
error, como un desliz inoportuno que acelera fuera de tiempo la carrera
electoral del próximo año.
En este estado latente de ebullición en el que vive nuestro
país por parte de los sectores del trabajo y corrientes de grupos de
desocupados, comienzan a sumarse algunas voces de empresarios que alertan del
peligro cierto ante la demora de la recuperación de la economía nacional. El
descontrol que provoca el ingreso desmedido de productos provenientes del
exterior podrían agregar nafta al fuego, generando un estado de zozobra para un
gobierno que necesita la paz social tanto como el ingreso de divisas que
oxigenen la economía para evitar la cadena de despidos que ya se llevó puesto a
más de cien mil trabajadores en los últimos seis meses.
A un año de la asunción del nuevo gobierno de Cambiemos, los
argentinos nos encontramos sin respuestas sólidas que indiquen las mejoras
prometidas, las dudas comienzan a rondar la cabeza de algunos dirigentes
importantes como el presidente de la cámara de Diputados Emilio Monzó (que muestra
la falta de política) buscando alianzas que atemperen una posible escalada de
conflictos, que solo se pueden mantener a raya si se incorpora al gobierno una
serie de dirigentes con alguna capacidad de diálogo con los sectores que han
comenzado a ganar la calle ante la falta de respuestas del gobierno que intenta
desesperadamente atenuar el impacto de las medidas recesivas que decidió
aplicar desde su inicio y que recaen dramáticamente sobre los sectores del
trabajo y la producción nacional. La Confederación General
del Trabajo (CGT) en una demostración de madurez política, le pone el pecho a
los sectores más radicalizados de la política y al mismo tiempo le advierte al
gobierno que no está dispuesto a otorgarle un cheque en blanco a sabiendas que
debe aceptar la ley de emergencia social y la modificación del impuesto al
salario sin atenuante, como una forma de calmar los espíritus belicosos de
algunos dirigentes para tratar de llegar con menores conflictos a las
paritarias del año próximo y enfrentar el desafío electoral que seguramente
tendrá carácter plebiscitario sobre la gestión Macrista.
En este contexto el país entero ya sabe que este modelo solo
cierra con más endeudamiento, eso no es bueno ni malo en los tiempos (de la
globalización) que corren, el problema es cómo se van a utilizar esos recursos (si
es que vienen) si se van a utilizar para promover el desarrollo del aparato
productivo nacional generando nuevos puestos de trabajo, alentando el consumo
interno, rueda de auxilio de cualquier plan económico estratégico, el gobierno tendrá
el apoyo que necesita para el año próximo (elecciones intermedias) caso
contrario los macristas no contarán con el apoyo imperioso que necesitan para
enfrentar la segunda etapa de su gestión; sin el apoyo popular y con los
riesgos que eso implica, en términos políticos, esto significa un gobierno
débil sin el aval indispensable que garantice la gobernabilidad necesaria.
VICENTE SCORDAMAGLIA