Artículo de Opinión
DEMOCRACIAS SOCIALES O DEMOCRACIAS FINANCIERAS
Por: Vicente Scordamaglia
Los intereses de las elites (los
poderosos del mundo) y sus negocios financieros, se han convertido en el
exclusivo propósito de la política globalizada. En todo el planeta la verdadera
polarización que existe es entre dos modelos de democracia, en las que
básicamente concebimos el mundo y estas creencias ya arraigadas en el
imaginario dirigencial, son las que definen a la política, esto es: proyectos
financieros en favor de las grandes empresas multinacionales o proyectos
productivos generadores de empleos que le permitan a la gente desarrollar un
proyecto de vida.
Luego del
período de la guerra fría (a la salida de la segunda guerra mundial) el
neoliberalismo fue dejando atrás las prácticas de dominación mediante métodos
cruentos, en donde los golpes de estado fueron su herramienta disciplinadora
principal sobre las naciones que intentaban independizarse de la hegemonía
sujeta al imperialismo norteamericano o en su defecto, la de su socio la Unión
Soviética (tratados de Potsdam y Yalta) antes de que esta última comenzara a
desmoronarse producto del derrumbe económico y la fragmentación de los países
de la unión de estados socialistas. La Perestroika, nombre que puso fin a la
guerra fría, dejó como único vencedor a
los EEUU en donde el neoliberalismo comenzó a desplegar nuevos formatos de
dominación impulsando democracias con gobernantes flexibles y funcionales
afines a sus intereses; pero faltaba para completar el modelo de dominación,
construir un andamiaje financiero que sostuviera a estos regímenes a raya con
el fin de mantener su hegemonía militar en defensa de los recursos económicos a
salvo del acecho de los pueblos que reclamaban soberanía nacional, territorial
y económica: esto fue el llamado capital financiero que mediante un supuesto
“desarrollo” para los pueblos y el fortalecimiento de las democracias,
endeudaba a los países y ahogaba su futuro en siderales deudas económicas
imposibles de pagar acentuando así su dependencia y fidelidad a los organismos
internacionales controlados por el imperio vencedor.
Para ello
solo necesitó contar con unos cuantos bancos y sectores de la sociedad afines a
su especulación financiera dando así
inicio al período más nefasto de la historia económica de las naciones y
el inicio de las democracias vigiladas como nunca se ha visto en toda la
historia política de la humanidad.
Para estos
modelos que yo llamo planes financieros, basta con implementar una política que
brinde unos cuantos beneficios a una población que no exceda a la de una
población calificada de más de diez millones de personas ya que el modelo está
diseñado no para realizar programas productivos, y como consecuencia de ello la
de crear políticas distributivas, sino para movimientos de capitales
especulativos que les permitan a los nuevos especuladores del mundo hacerse con
fortunas inconmensurables a expensas de la pobreza de los pueblos que quedan
afuera del reparto y de cualquier proyecto posible de inclusión.
Hoy los
pueblos se debaten entre mantener la política financiera de hambre y exclusión
tal cual como lo pregona el libre mercado, en donde la prioridad son los
negocios con poca intervención del
estado dejando afuera del sistema a millones de trabajadores y sus familias en
contraposición a la política social que sostiene programas productivos con una
justa distribución de las riquezas y la intervención del estado en cuestiones
elementales como la educación, el trabajo y la salud base fundamental para el
desarrollo de los pueblos.
Un ejemplo
de lo que estamos hablando y que llama a la reflexión, es el de Alemania, este
fue uno de los países que más plata prestó para paliar la crisis económica que
viven los griegos. Esto fue tanto por dentro del Fondo Monetario Internacional
(FMI) como por fuera en convenios bilaterales al punto tal que cuando la crisis alcanzaba su máximo rigor,
esto fue cuando los Griegos (en el 2010) debieron refinanciar su deuda Ángela
Merkel exclamó: Si no pueden pagar con plata que entreguen una isla.
En esta
misma línea debemos observar con suma atención como se desmorona el mayor
experimento multicultural que fue La Unión Europea y que hoy se resquebraja
aceleradamente haciendo volar por el aire el estado de bienestar que incorporó
a millones de trabajadores a una distribución de la riqueza sin igual creando
las condiciones del período de bienestar más largo de la historia de Europa en
donde reinó la Paz, la prosperidad y un
sistema de democracias más justa y solidaria que en otro período de la historia
de la civilización occidental.
Hoy el mundo
es multipolar, Rusia y China se suman al reparto del mundo y sus recursos
mientras la Unión Europea se replantea su proyecto. En este contexto las
crecientes tensiones entre los poderosos del mundo globalizado y la inevitable
lucha por los recursos fundamentales
para la subsistencia humana y una desmesurada guerra por los mercados comerciales, están poniendo
en peligro la frágil paz entre los pueblos empujando a la humanidad a una
guerra global de consecuencias catastróficas; en este sentido las democracias
sociales que tengan en el centro de su proyecto al hombre y no a los mercados pueden
ser el camino para alejarnos definitivamente de un destino catastrófico de
nuestra historia.