lunes, 25 de septiembre de 2017

NO TODAS LAS ELECCIONES SON IGUALES


Artículo de opinión
NO TODAS LAS ELECCIONES SON IGUALES
Por: Vicente Scordamaglia

Cada elección que se vota en democracia es diferente a la otra. Aunque esta sea una verdad de perogrullo conviene recordar algunos aspectos de la que viene: el oficialismo, responsable de las acciones de gobierno, se ve sujeto a ser plebiscitado en cada elección nacional por su gestión de gobierno  de acuerdo al plan que se encuentra trazado en el núcleo duro del proyecto político que lo llevo a ocupar la máxima responsabilidad del gobierno, este ejercicio, es lo que se llama control de gestión por parte de la ciudadanía, algo así como un contra poder ejercido desde la sociedad para mantener a raya con su voto al gobierno de turno del color partidario que sea; ejercicio este que los argentinos no estamos habituados a ejercer.  La oposición en cambio, será evaluada por sus nuevos aportes para mejorar el sistema democrático y sus instituciones dentro de un proyecto político superador tal es el rol asignado a la oposición que garantiza  la alternancia en el poder; el resto, tiene que ver con políticas coyunturales y sectoriales que involucran a todos los actores políticos, sociales y empresariales de la sociedad para encontrar y consensuar las mejores propuestas, para que, en ese regateo ideológico que conlleva el ejercicio del poder (poder hacer) se pueda viabilizar quienes son los dirigentes y que partido político representa mejor las necesidades, las expectativas y los sueños de los argentinos.

Claro que este diseño de una democracia ideal representativa estaría incompleto, si no tuviéramos en cuenta el contexto en el cual se desarrolla cada una de estas compulsas; esto es, en que marco histórico social, político y económico del mundo los pueblos emiten su voto y deciden con él, el rumbo de la evolución de su organización social en el camino de construir una república participativa. Si esto es así, convengamos entonces que cada elección tiene aspectos centrales que la hacen diferente a todas las demás, por ejemplo: en las actuales elecciones nacionales de nuestro país, todavía el pueblo argentino tiene pendiente tres aspectos que son trascendentes para el avance de su democracia: en primer lugar, consolidar la gobernabilidad (gobierne quien gobierne) elemento central para dejar atrás definitivamente años de frustración y decadencia política con heridas que todavía hoy supuran por su gravedad, en segundo término acabar con la creciente corrupción instalada en nuestra  incipiente democracia penetrada por verdaderas bandas que han hecho del estado argentino un coto de caza y en ese sentido una lucha sin cuartel por el poder entre facciones y grupos de presión que luchan por el manejo de la deteriorada economía nacional y por último pacificar los espíritus belicosos para alejar definitivamente la violencia como método para resolver nuestra querellas. 

Ahora bien, es sabido ya que el mundo no es un lecho de rosas por donde se encaminan los pueblos del mundo hacia una mejor calidad de vida. El trabajo de cartografiar el mundo y sus componentes en una crisis planetaria sin precedente, está demandando instrumentos de análisis equivalentes a la dimensión misma del conflicto para encuadrar la complejidad de la época y en consecuencia, hacerle frente; no se trata entonces de evaluar solamente los cambios coyunturales, o la realización de una buena gestión de gobierno, se trata de comprender sobre todas las cosas el rumbo de la evolución de los acontecimientos mundiales y realizar las reformas estructurales que nos ubique en el centro de las soluciones y nos aleje de los peligros  en los que se ven sometidos los pueblos que no han sabido llegar a tiempo para lograr la síntesis necesaria que requiere la comprensión de un nuevo orden internacional que nos puede llevar al bienestar común o a un fracaso estrepitoso de nuestras expectativas de vida.  Descifrar correctamente el nuevo orden global, que construye aceleradamente una “nueva” civilización a partir de la revolución tecnológica basada en torno a las tecnologías de la información, es la gran tarea. Esta, tiene que ser la prioridad para aquellos que nos gobiernan para no quedarnos en un nuevo intento fallido cada vez que nos proponemos decodificar su contenido.

En el devenir en que se construye el mundo están las respuestas a los interrogantes que desvela a los pueblos que luchan por su existencia. Los profundos cambios que provienen de los centros de poder mundial nos atraviesan a todos por igual. La forma en que nos relacionamos entre los seres humanos, ha cambiado dramáticamente y se vive la precariedad de lo inestable. Mientras los sistemas políticos sigan inmersos en una crisis de representatividad y su clase política deslegitimada por escándalos de corrupción, la política seguirá dependiendo de los medios de comunicación y de su respaldo, dependerá la defensa de los intereses de grupos de poder y no los de la gente que cada vez reclaman con mayor urgencia conocer la verdad tal cual es y construir en  base a ella una civilización que el tiempo en su transcurso ratifique y fortalezca.