Artículo de Opinión
AHORA POR EL TRABAJO, LA PRODUCCIÓN Y UNA
JUSTA DISTRIBUCIÓN
Por: Vicente Scordamaglia
El tratamiento de la despenalización del aborto en la Cámara de Diputados de la Nación dejó como riqueza
auténtica para el fortalecimiento de la democracia (más allá del tratamiento en
cuestión y su votación positiva) no solo excelentes debates alejados de la
obediencia debida partidaria, religiosa o de grupos radicalizados de presión
que operaron de un lado y del otro, sino que, frente a la contundencia de los
argumentos y por el alto nivel de conciencia adquirida en el transcurso de una
demanda social largamente requerida por importantes
sectores de la sociedad, gran parte de los argentinos comprendieron también, que
la ley en vigencia de tan controvertido dilema, había quedado erosionada por el
transcurso del tiempo ante las nuevas realidades existentes que requerían un
tratamiento que estuviera a la altura de los acontecimientos y de la época que
nos toca vivir.
La maratónica sesión realizada con respeto y tolerancia por todos los
sectores involucrados, mostró por primera vez en democracia, cómo es posible
darle tratamiento a los temas más complejos y controvertidos
que todavía subyacen en nuestra sociedad y abre la esperanza de que aquellos
legisladores votados por el pueblo alcancen de aquí en más la calidad y madurez
suficiente en similares procedimientos como el que acaba de exceder largamente las lealtades partidarias
para remplazarlas por un alto grado de conciencia cívica, política y
social.
Las fiestas en Argentina duran poco y la alegría apenas alcanzó para
brindar por anticipado un salvataje que trae salvavidas con mucho plomo en su
interior. El mismo día en que los medios de comunicación se aprestaban a
difundir la media sanción y posterior tratamiento en la Cámara de Senadores de
la emblemática Ley del aborto, los argentinos nos pegamos de bruces con una crisis
institucional de envergadura entre el Banco Central (Sturzenegger ) y el nuevo coordinador económico del gobierno nacional (Nicolás
Dujovne) este hecho significativo está enmarcado en las condiciones que impone
el Fondo Monetario Internacional para el “salvataje” que derramó más nafta al
fuego, provocando una crisis institucional y financiera que obligó al Ejecutivo
a echar mano de sus facultades para cambiar gran parte de su gabinete económico
que, frente al avance desmesurado del dólar y posterior traslado a los precios
de la canasta familiar, provocó un descontrol de la inflación agregando más
presión sobre las espaldas de los trabajadores que ven como se recorta su poder
adquisitivo y se pisotea las conquistas laborales adquiridas que viene a
caballo de una reforma laboral inviable para el actual contexto político y
económico que viven los argentinos.
La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y decretaron un paro
general de 24: hs para el próximo 25 de junio, que involucra a todos los
sectores agremiados y movimientos sociales de Argentina, con el propósito de
frenar por un lado los desmesurados aumentos de precios en servicios básicos de
la canasta familiar y una pronta reapertura de las paritarias que equilibre sin
demora una correcta ecuación entre precios y salarios.
Dos años y medio tardó el gobierno nacional para entender que no se
puede realizar ninguna reforma posible hambreando a los trabajadores y
destruyendo la pequeña y mediana empresa de nuestro país. La vigorosa clase
media junto a los trabajadores, son sin lugar a dudas, la columna vertebral de la Nación y en consecuencia
son la locomotora que tracciona a toda la economía en general del país, creando
un dinámico mercado interno que restituye la generación de cientos de miles de
puestos de trabajo creando un círculo virtuoso entre demanda y consumo.
El gobierno nacional todavía conserva algún margen para modificar el
rumbo de la economía, sin perjuicio del empecinamiento de algunos funcionarios
en desmontar la trama productiva interna nacional que resiste a su
aniquilación; este camino, elegido desde el inicio de su mandato por el
Presidente Macri, puso a la Argentina de nuevo frente a una disyuntiva sin
espacio para el error: o apostamos al
trabajo, la producción y la justa distribución o nos espera el abismo como
destino para la Nación.