miércoles, 20 de junio de 2018

AHORA POR EL TRABAJO, LA PRODUCCIÓN Y UNA JUSTA DISTRIBUCIÓN

Artículo de Opinión
AHORA POR EL TRABAJO, LA PRODUCCIÓN Y UNA JUSTA DISTRIBUCIÓN
Por: Vicente Scordamaglia

El tratamiento de la despenalización del aborto en la Cámara de Diputados de la Nación dejó como riqueza auténtica para el fortalecimiento de la democracia (más allá del tratamiento en cuestión y su votación positiva) no solo excelentes debates alejados de la obediencia debida partidaria, religiosa o de grupos radicalizados de presión que operaron de un lado y del otro, sino que, frente a la contundencia de los argumentos y por el alto nivel de conciencia adquirida en el transcurso de una demanda social largamente requerida por  importantes sectores de la sociedad, gran parte de los argentinos comprendieron también, que la ley en vigencia de tan controvertido dilema, había quedado erosionada por el transcurso del tiempo ante las nuevas realidades existentes que requerían un tratamiento que estuviera a la altura de los acontecimientos y de la época que nos toca vivir. 

La maratónica sesión realizada con respeto y tolerancia por todos los sectores involucrados, mostró por primera vez en democracia, cómo es posible darle tratamiento a los temas más complejos y controvertidos que todavía subyacen en nuestra sociedad y abre la esperanza de que aquellos legisladores votados por el pueblo alcancen de aquí en más la calidad y madurez suficiente en similares procedimientos como el que acaba de  exceder largamente las lealtades partidarias para remplazarlas por un alto grado de conciencia cívica, política y social.      

Las fiestas en Argentina duran poco y la alegría apenas alcanzó para brindar por anticipado un salvataje que trae salvavidas con mucho plomo en su interior. El mismo día en que los medios de comunicación se aprestaban a difundir la media sanción y posterior tratamiento en la Cámara de Senadores de la emblemática Ley del aborto, los argentinos nos  pegamos de bruces con una crisis institucional de envergadura entre el Banco Central (Sturzenegger ) y el nuevo coordinador económico del gobierno nacional (Nicolás Dujovne) este hecho significativo está enmarcado en las condiciones que impone el Fondo Monetario Internacional para el “salvataje” que derramó más nafta al fuego, provocando una crisis institucional y financiera que obligó al Ejecutivo a echar mano de sus facultades para cambiar gran parte de su gabinete económico que, frente al avance desmesurado del dólar y posterior traslado a los precios de la canasta familiar, provocó un descontrol de la inflación agregando más presión sobre las espaldas de los trabajadores que ven como se recorta su poder adquisitivo y se pisotea las conquistas laborales adquiridas que viene a caballo de una reforma laboral inviable para el actual contexto político y económico que viven los argentinos.

La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y decretaron un paro general de 24: hs para el próximo 25 de junio, que involucra a todos los sectores agremiados y movimientos sociales de Argentina, con el propósito de frenar por un lado los desmesurados aumentos de precios en servicios básicos de la canasta familiar y una pronta reapertura de las paritarias que equilibre sin demora una correcta ecuación entre precios y salarios.

Dos años y medio tardó el gobierno nacional para entender que no se puede realizar ninguna reforma posible hambreando a los trabajadores y destruyendo la pequeña y mediana empresa de nuestro país. La vigorosa clase media junto a los trabajadores, son sin lugar a dudas, la columna vertebral de la Nación y en consecuencia son la locomotora que tracciona a toda la economía en general del país, creando un dinámico mercado interno que restituye la generación de cientos de miles de puestos de trabajo creando un círculo virtuoso entre demanda y consumo.

El gobierno nacional todavía conserva algún margen para modificar el rumbo de la economía, sin perjuicio del empecinamiento de algunos funcionarios en desmontar la trama productiva interna nacional que resiste a su aniquilación; este camino, elegido desde el inicio de su mandato por el Presidente Macri, puso a la Argentina de nuevo frente a una disyuntiva sin espacio para el error: o apostamos  al trabajo, la producción y la justa distribución o nos espera el abismo como destino para la Nación.