TIEMPO Y ESPERA
El tiempo no rehace lo que perdemos; la eternidad lo guarda para la
gloria y también para el fuego.
Jorge Luis Borges
Resulta casi ridícula
la queja de los funcionarios macristas cuando consideran que es injustificado
el reclamo o peticiones que realizan los gremialistas y sectores políticos de
la oposición con el argumento de que es poco el tiempo de gestión que tiene su
gobierno. ¿Es que acaso hay algún tiempo estipulado para que el pueblo pueda
formular sus legítimos reclamos? Y del mismo modo ¿cuál es el tiempo que
necesitan para continuar cometiendo tantos errores?
Los meses transcurridos
desde el triunfo de la alianza Cambiemos el 22 de noviembre de 2015 hasta la
fecha, es a mí entender, el tiempo suficiente para que todos los sectores de la Nación sepan ya, con lujo
de detalles, el rumbo que emprendió este gobierno. Más allá de que el gobierno
anterior haya dejado el país en ruinas y culpáramos a los que se fueron por el
desastre encontrado, este argumento se va desdibujando cada día más perdiendo
su contenido en el tiempo real en que sucedieron los hechos; además, señalan
con insistencia, que con cinco meses de
gestión no se puede hacer milagros; esto es una verdad a medias, la otra mitad
de la verdad es el insuficiente margen de tolerancia (a la espera) que le queda
a la gente para resolver sus problemas. Podríamos
decir entonces que si el gobierno anterior cometió una serie de desaciertos
políticos y económicos sobre el final de su mandato, el gobierno actual no debería creer por ello, que
los ciudadanos le extendieron un cheque en blanco para hacer lo que quieran y
posterguen las demandas de los argentinos. Así como están las cosas el
argumento de que con la llegada de capitales comenzará el ciclo virtuoso de la
economía y el éxito de su gestión, comienza a transformarse en una quimera.
Pareciera que la
dirigencia del gobierno actual no percibe que la realidad es tan dinámica que
se los está llevando por delante. Quizás, sería bueno recordarles que apenas
ganaron en segunda vuelta por 680.000 votos y ese hecho y no otro es el que los
hace frágiles frente a la compleja realidad que vive nuestro país y las
urgencias de la gente.
En todo caso, para darle la derecha al gobierno que
literalmente bien le cabe, se le podría conceder que todavía es poco el período
de su gobierno y es necesario que la sociedad le dé un plazo más prolongado de
tiempo para mostrar resultados de su gestión, pero es aquí donde está el nudo
de la cuestión, imaginemos que nuestro hijo de tan solo cinco meses lo viéramos
gatear hasta el balcón de su casa con el propósito de descolgarse por la
baranda rumbo a la calle ¿Cómo procederíamos? ¿Lo dejamos que realice su
propósito arguyendo que como todavía es muy niño no comprende que no debe hacerlo?
o en su defecto ¿procedemos a evitar que lleve adelante su propósito con las
consecuencias trágicas que ello implica?
La sociedad argentina votó al actual gobierno convencida de
que la nueva administración resolvería sus problemas y no que los nuevos administradores
le transfieran los suyos con los costos del desbarajuste de la gestión
anterior. El Estado es quien está provisto con dos recursos que son necesarios
para gestionar mejor y ser más eficiente: el poder, que es la capacidad de
emprender las máximas resoluciones y la política, que es la capacidad de
decidir cuál es el orden de prioridades a seguir. Estas dos condiciones son
indispensables para realizar un gobierno triunfante. Pero el Gobierno Nacional
no solo decidió mal porque no tiene política (reniega de ella) sino que además
no tiene poder (poder hacer) para conducir adecuadamente las urgencias que les
plantean sus Ministros. En este sentido, el Ingeniero Macri y su gobierno,
comienzan a sentir la presión de la crisis que no han sabido dimensionar
adecuadamente al confiar solamente en que la salida del default,
resolvería los problemas económicos y el
resto, se acomodaría por añadidura.
Hay funcionarios que se enamoran de sus propuestas sin
preguntarle a la gente cuáles son sus necesidades, esta obsecuencia de algunos
dirigentes argentinos por los mercados puede transformar la realidad y
convertirla en un volcán a punto de reventar.
Si el gobierno actual no modera los ajustes económicos que recaen sobre
las espaldas de los argentinos asfixiando las economías familiares, el
descontento crecerá en la misma proporción en que no lleguen las soluciones básicas
para nuestro pueblo, alumbrando nuevos y mayores conflictos que nos alejaran
una vez más de un estado de bienestar duradero.
VICENTE SCORDAMAGLIA