La Revolución
Cubana y Fidel
Mucho dudé en escribir acerca de este
tema tan controvertido; sobre todo porque seguramente al hacerlo no solo no
podré evitar poner en juego mi subjetividad más profunda y con ello mi pasado
de militante (a esta altura de mis años) “histórico” sino que además no podré, (como
es lógico) evitar el juicio ligero que tienen muchos compatriotas de rotular
con facilidad antes que razonar. Lo hago con el convencimiento de que mi relato
(realizado en nombre propio) pueda significar algún aporte frente a los
intentos de muchos sujetos (tan históricos como yo) de negar no solo la
realidad (o el contexto) de aquellos años en que comenzó la revolución Cubana
sino la de querer borrar con calificativos ignominiosos su propia historia.
La revolución Cubana significó para
la mayoría de los jóvenes de mi generación el faro que iluminó nuestras
aburridas vidas que, allá por la década del sesenta, nos proponía el sistema
imperante en el mundo. Sexo desenfrenado, drogas y rockanrol, fue la primera
manifestación de rebeldía ante el hartazgo de una vida sin sentido a la cual
recurrimos, casi sin excepción, la mayoría de los jóvenes de esa época. La
llegada de la revolución Cubana con Fidel y El Che Guevara, significó para
muchos como yo, la posibilidad de acceder a una vida llena de valores sociales
y utopías ante la falta de ideales manifiesta de esos años vacíos sin un
propósito para vivir. Querer cambiar el mundo (nada menos que eso) significó
para una generación cambiar el paradigma de aquellos jóvenes idealistas entre
morirse de aburrimiento e inanición por la de dar la vida por los ideales de
construir un mundo más justo, solidario y libre como fuera posible. Agrupados
en distintas corrientes políticas de la época, fuimos haciendo tangible la idea
equivocada a mi juicio de que en nuestro país se podía llevar adelante un proceso
como el que se estaba produciendo en Cuba, desconociendo la envergadura que
este proceso tenía en La Guerra Fría que al mismo tiempo consumaban las dos
potencias surgidas de la segunda guerra mundial RUSIA Y EEUU disputándose la
hegemonía del mundo de ese tiempo. En este contexto de sumo riesgo que amenazó
la paz mundial, se desarrolló la revolución Cubana que tuvo como correlato
central la figura de Fidel Castro que emergió como líder indiscutido de un
proceso revolucionario que se desplegó por todos los pueblos del planeta que
buscaban a su vez su propia liberación nacional y social.
Cuestionar la figura de Fidel Castro
en ese proceso mundial es minimizar la historia de los pueblos que siguen
luchando en contra de los imperialismos y que hoy más que nunca intentan
sojuzgarlos a través de nuevos métodos de dominación cultural y tecnológica
haciendo inviables las aspiraciones de los pueblos del mundo, a construir en
libertad y democracia las sociedades que desean para sus pueblos.
Ante tanto barullo ideológico que
provocó la muerte de Fidel, reivindico absolutamente lo que supo hacer junto a
un pueblo heroico que acompañó la decisión de vivir con austeridad (pero
dignamente) antes que sucumbir para transformarse nuevamente en prostíbulo del
imperio.
Los excesos que hubiera cometido en
ese proceso revolucionario ciertamente deslegitiman en lo personal lo hecho por
Fidel, pero no así la de su pueblo y sus razones, por ello al juzgar su
trayectoria post mortem una frase sobrevuela todos los análisis del mundo: ¿Lo
absolverá la historia?
Primo Levi
reflexionaba así sobre la razonabilidad de los mortales:
“Los hombres muy raramente son
razonables cuando lo que está en juego es su propio destino”: deberíamos saber a esta
altura que el destino de una Cuba libre y soberana estaba atada
indefectiblemente al destino de Fidel
Castro.
VICENTE
SCORDAMAGLIA