jueves, 1 de diciembre de 2016

La Revolución Cubana y Fidel

La Revolución Cubana y Fidel

Mucho dudé en escribir acerca de este tema tan controvertido; sobre todo porque seguramente al hacerlo no solo no podré evitar poner en juego mi subjetividad más profunda y con ello mi pasado de militante (a esta altura de mis años) “histórico” sino que además no podré, (como es lógico) evitar el juicio ligero que tienen muchos compatriotas de rotular con facilidad antes que razonar. Lo hago con el convencimiento de que mi relato (realizado en nombre propio) pueda significar algún aporte frente a los intentos de muchos sujetos (tan históricos como yo) de negar no solo la realidad (o el contexto) de aquellos años en que comenzó la revolución Cubana sino la de querer borrar con calificativos ignominiosos su propia historia.

La revolución Cubana significó para la mayoría de los jóvenes de mi generación el faro que iluminó nuestras aburridas vidas que, allá por la década del sesenta, nos proponía el sistema imperante en el mundo. Sexo desenfrenado, drogas y rockanrol, fue la primera manifestación de rebeldía ante el hartazgo de una vida sin sentido a la cual recurrimos, casi sin excepción, la mayoría de los jóvenes de esa época. La llegada de la revolución Cubana con Fidel y El Che Guevara, significó para muchos como yo, la posibilidad de acceder a una vida llena de valores sociales y utopías ante la falta de ideales manifiesta de esos años vacíos sin un propósito para vivir. Querer cambiar el mundo (nada menos que eso) significó para una generación cambiar el paradigma de aquellos jóvenes idealistas entre morirse de aburrimiento e inanición por la de dar la vida por los ideales de construir un mundo más justo, solidario y libre como fuera posible. Agrupados en distintas corrientes políticas de la época, fuimos haciendo tangible la idea equivocada a mi juicio de que en nuestro país se podía llevar adelante un proceso como el que se estaba produciendo en Cuba, desconociendo la envergadura que este proceso tenía en La Guerra Fría que al mismo tiempo consumaban las dos potencias surgidas de la segunda guerra mundial RUSIA Y EEUU disputándose la hegemonía del mundo de ese tiempo. En este contexto de sumo riesgo que amenazó la paz mundial, se desarrolló la revolución Cubana que tuvo como correlato central la figura de Fidel Castro que emergió como líder indiscutido de un proceso revolucionario que se desplegó por todos los pueblos del planeta que buscaban a su vez su propia liberación nacional y social.

Cuestionar la figura de Fidel Castro en ese proceso mundial es minimizar la historia de los pueblos que siguen luchando en contra de los imperialismos y que hoy más que nunca intentan sojuzgarlos a través de nuevos métodos de dominación cultural y tecnológica haciendo inviables las aspiraciones de los pueblos del mundo, a construir en libertad y democracia las sociedades que desean para sus pueblos. 
Ante tanto barullo ideológico que provocó la muerte de Fidel, reivindico absolutamente lo que supo hacer junto a un pueblo heroico que acompañó la decisión de vivir con austeridad (pero dignamente) antes que sucumbir para transformarse nuevamente en prostíbulo del imperio. 

Los excesos que hubiera cometido en ese proceso revolucionario ciertamente deslegitiman en lo personal lo hecho por Fidel, pero no así la de su pueblo y sus razones, por ello al juzgar su trayectoria post mortem una frase sobrevuela todos los análisis del mundo: ¿Lo absolverá la historia?
Primo Levi reflexionaba así sobre la razonabilidad de los mortales:
“Los hombres muy raramente son razonables cuando lo que está en juego es su propio destino”: deberíamos saber a esta altura que el destino de una Cuba libre y soberana estaba atada indefectiblemente al destino de Fidel Castro.

VICENTE SCORDAMAGLIA