Artículo de opinión
ARGENTINA: ENTRE BUENAS INTENCIONES Y TENSIONES PELIGROSAS
Por: Vicente Scordamaglia
La negociación con el fondo monetario
internacional se está llevando las escasas energías que tiene el gobierno a la
hora de negociar desde una posición de “fortaleza” con los organismos
internacionales que no tienen nada para perder y todo para ganar. Las distintas
visiones que comenzaron a ventilarse públicamente entre sectores que conforman
el mismo frente gobernante no hacen otra cosa más que dinamitar el camino que
el presidente Fernández (en su primera gira por las principales naciones del
mundo occidental) se encargo de pavimentar de cara a la dura negociación que le
espera con el FMI. No se sabe con claridad si es una estrategia del gobierno o
simplemente son expresiones de una serie de voces irresponsables que creen que
con este juego infantil de dimes y di-retes (apretar por un lado y negociar por
otro) tendrá algún efecto en organismos perfectamente afinados para negociar en
condiciones extremas como la que se encuentra nuestro país.
En este
sentido, trabajando a destajo con el reloj del tiempo que transcurre a toda velocidad, el Presidente Fernández y
todo su equipo económico, se ilusionan en llegar a buen puerto y concretar un
satisfactorio acuerdo con el FMI antes de los vencimientos de los próximos
pagos que implicaría desembolsar sumas siderales que no solo son de por si
impagables (todos lo saben) sino que además implicaría dejar de lado el plan de
reactivación de la economía interna y calmar los ánimos alterados de una
sociedad que viene pagando el costo de ajustes que son interminables. Para ello,
el gobierno argentino a través de sus negociadores, está mostrando una voluntad
de pago como nunca antes se había manifestado con tanto énfasis; es que ya
todos saben que el no pago sumergiría una vez más a nuestra economía en un
interminable default aislando a la argentina de los mercados internacionales “necesarios”
estos para un desarrollo sostenido que potencie las capacidades infinitas que
nuestro país posee sin explotar.
Ahora que se
sabe bien quien manda en argentina (¿se sabe?) se ve con un poco mas de
claridad el resultado de no haber debatido con antelación entre los distintos
sectores que componen el elenco gubernamental acerca de la cantidad de problemas
sin definir que tiene nuestra economía y que aún persisten y dificultan un
entendimiento duradero de las partes que conforman el escenario social,
político y económico en argentina.
La política,
la economía, la justicia y un plan estratégico que transforme rápidamente los
recursos en capital productivo requieren un análisis más profundo y una
decidida acción de gobierno más eficaz que la mera enunciación (diagnostico) de
las dificultades que tienen los argentinos que esperan una pronta solución de
los múltiples conflictos que padece.
Pero como
siempre ocurre cuando la solución es corrida
por la urgencia, comienzan a oírse voces temerarias convirtiendo las buenas
intenciones del gobierno en tensiones peligrosas
de sectores que están esperando una fisura interna por donde filtrar sus condicionamientos
y con ello se produzca un desgaste prematuro del gobierno actual disminuyendo
su poder para negociar con los distintos actores de nuestra sociedad y su
capacidad para gobernar.
La crisis económica internacional que se
globaliza a la misma velocidad que el coronavirus surgida en China, no hace
otra cosa que cerrar los posibles portones de salida con los que contaba
nuestro país antes de la terrible epidemia que ya comienza a contaminar a los
mercados internacionales.
Las
derivaciones económicas y financieras internacionales que pueden devenir a
partir de un posible colapso de la
segunda economía del mundo y su influencia sobre los mercados mundiales dificulta
aún más hallar la fórmula que permita una pronta solución a las naciones
emergentes.
Pensar en
una tercera posición respecto a la polaridad que lograron las dos coaliciones que
hegemonizan la política argentina (frente de todos y juntos por el cambio) es
por ahora una fantasía irrealizable, ambos espacios se consolidan en posturas
opuestas cada vez más radicalizadas y concentran en su interior a sectores muy
definidos que en el fondo de su pensamiento refleja la ruptura ideológica que
arrastran los argentinos desde el comienzo de su historia democrática. Si por
lo menos hubiera un debate serio y permanente de cada uno de los temas y
acordáramos que modelo de argentina queremos en este presente, aplicaríamos en
un futuro inmediato las mejores propuestas que surjan de ello y evitaríamos así
entonces caer cada cuatro años en la oscuridad que produce la incertidumbre de carecer
con un destino común.