viernes, 5 de abril de 2013

TRAGEDIAS ARGENTINAS

TRAGEDIAS ARGENTINAS
CONVIVIENDO CON EL ENEMIGO

Una vez más, factores externos a la política disparan la crisis y develan descarnadamente la precariedad en la cual vivimos los argentinos; hora por un accidente ferroviario (tragedia de Once con 57 víctimas fatales y cientos de heridos, algunos con secuelas graves) hora por cuestiones climáticas (con 8 víctimas fatales en Capital y 51 en la Provincia de Buenos Aires y cientos de miles de damnificados) o las víctimas fatales que a diario ocurren como producto de la inseguridad, por destacar algunas de las razones que exhiben a un país que vive en la indefensión permanente y la improvisación como modelo de gestión.   

Con las primeras informaciones que llegaron sobre el episodio climático en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, todo se transformó en una gigantesca operación política, que poco menos que ameritaba la destitución del Jefe de Gobierno. Duró tan poco esa falacia como las operaciones que intentaron vincular a Bergoglio con la dictadura militar. La tormenta arreció con la misma virulencia sobre la Ciudad de La Plata y aledaños, multiplicando su poder devastador que hizo que las operaciones de los especuladores de la política (como las operaciones en la bolsa) se derrumbaran frente a la verdad de los hechos. No se asombre, porque si es por sacar ventajas políticas de las desgracias ajenas, tenemos una dirigencia que se ha especializado en subir sus acciones con la desgracia de los otros, y sobre todo aquellos que tienen que administrar los oponentes al gobierno nacional.

Cuando la catástrofe comenzó a tomar dimensión nacional, y por lo tanto ya al Ejecutivo Nacional no le resultaba tan fácil articular un discurso contra la ineficiencia de esas administraciones sin verse afectado a su vez el propio gobierno, la Presidenta como otras tantas veces salió a corregir el apresuramiento de algunos dirigentes irreflexivos que poco les importa lo que le pasa a la gente, sino más bien las ventajas que puedan sacar en este literal río revuelto.

Tal vez podríamos agregar a este espectáculo tan trillado de la dirigencia nacional, la falta de empatía que suelen tener a la hora de ser solidarios con el pueblo que sufre una tragedia y aportar todo el ingenio que suelen demostrar a la hora de sacar ventajas y ponerlas al servicio de una pronta solución de los damnificados.

Esto no significa que nos conformemos solamente con que fue una tragedia causada por la naturaleza; por más que así lo fuera, la naturaleza procede de formas arbitrarias y obedece a sus propias leyes, pero los hombres lo hacen en forma conjunta y planificada (o por lo menos debería de ser así) y seguramente habrá funcionarios culpables que no previeron la dimensión del fenómeno, sin embargo y pese a esta dificultad, sería bueno ver alguna vez a nuestra clase política proceder diferente frente a episodios que les cuesta la vida a nuestros compatriotas, y trabajar como un país que se une primero frente a las amenazas naturales o externas, aún con los escasos recursos con que cuenta la Nación toda.  Esta sola conducta remplazaría cualquier falencia estructural para enfrentar todo tipo de tragedias y no pensar que seguimos “conviviendo con el enemigo”, entonces podríamos referirnos a nuestros dirigentes con una cierta picardía aquel dicho que dice: y bueno, “errar es humano,  perdonar es divino”

 VICENTE SCORDAMAGLIA