Artículo de opinión
Por: Vicente Scordamaglia
El escándalo que se acaba de producir
en las redes sociales específicamente con Facebook sobre los datos de 50
millones de usuarios, pone en evidencia como se manipula la información
(brindada voluntariamente por los mismos usuarios) a nivel planetario sean
estos con fines sociales, políticos, comerciales o militares. Los motivos en
este caso en particular de direccionar (manipular) la información con fines
específicos, nos señala una vez más cómo a partir de una serie de hechos, se va
construyendo con información ¿falaz o apócrifa? las “verdades” relativas que el
común de los mortales de este mundo consumimos a diario.
La gran
influencia que poseen los medios de comunicación sobre la gente y en especial
las redes sociales, está fundada sobre un par de semi verdades: por un lado el
desprestigio que generó la pérdida de confianza en su clase dirigente (o
referentes) en general, proveedores estos del análisis y las verdades relativas
del acontecer del mundo y sus conflictos, y por otro el uso de la mentira como
forma de vida, alterando todas las referencias (creencias) del hombre común para
aferrarse a fetiches del mercado y la comunicación social realizando
operaciones con abordajes falaces e intencionados de distintos episodios que
acontecen en el mundo en general y en nuestro país en particular; en este
sentido, las redes y los medios de comunicación están configurando un mapa del
delito internacional más que un nuevo orden social, político, económico y
cultural.
Estos
episodios ponen de relieve, la relación que tiene el hombre “moderno” entre la
verdad y la mentira, es decir: aquellas cosas en las cuales muchos sujetos
prefieren creer por la simplificación de una vida acomodada en vez del
sacrificio que implica construir verdades más sólidas que redunden transitar
por una vida más digna; a partir de aquí cabe que nos hagamos la siguiente
pregunta: estas verdaderas herramientas que posee el hombre de nuestro tiempo
¿están al servicio de sus necesidades e intereses, o son las nuevas formas de
dominio al servicio de los poderosos que combaten por controlar nuevos espacios
de poder? A juzgar por los hechos que se van conociendo en distintas partes del
mundo, pareciera que esto último es lo que viene aconteciendo; la colonización
de las redes sociales por parte de empresas que se han dedicado a vender la
información de personas que se supone debe ser confidencial, ha abierto una
nueva puerta a la desconfianza generalizada que tiene el común de las personas
que perciben que son vigiladas y manipuladas a voluntad.
En este
liberalismo económico que se ha desplegado por el mundo entero, en donde todo
tiene precio y el valor de mercado de la información sensible que se maneja va
de acuerdo al poder de daño que sustente, o en su defecto la invención de
virtudes que sostenga dicha información proporcionada, como por ejemplo el
regadero de corrupción que dejó la empresa Hodebrecht, primero para posibilitar
el ascenso de determinados candidatos en distintos países del mundo y luego
ante las denuncias de haber entregado dádivas, los mismos que solventaron sus
campañas son los que propiciaron su caída, como es el caso de Brasil o Perú con
sus presidentes, o el caso que comienza
a tomar notoriedad en Francia con el apoyo económico de Libia a la campaña de
Sarkozy como así también la misma campaña en favor de Trump en contra de
Hillary por operaciones encubiertas de Rusia y vaya a saber cuántas operaciones
más que suceden en todo el mundo globalizado.
Ahora, como
agravante de una crisis planetaria de valores referenciales, observamos con decepción
como es utilizada la información de usuarios de Facebook por la empresa Cambridge
Analytica para influir en las elecciones de EEUU que ponen definitivamente al
hombre común de todo el planeta en la disyuntiva de dejarse arrastrar por las
verdades virtuales vacías de contenido y llenas de corrupción que circulan en las
redes consumiendo la información basura que se vende como pan caliente
procesada por los medios de comunicación masiva sobre todo en las campañas
electorales de todos los países del mundo, o buscar aquellas verdades que nos
permitan la construcción de una civilización virtuosa, trascendente y libre que
el tiempo en su transcurso fortalezca y ratifique.