lunes, 10 de octubre de 2011

“TODA GRAN AFIRMACIÓN NECESITA UNA NEGACIÓN”

“TODA GRAN AFIRMACIÓN NECESITA UNA NEGACIÓN”.
*Como dijo, o se olvidó de decir, el compañero Nietzche
Tal fue la contundencia de los resultados de las elecciones primarias del 14 de agosto, que la democracia argentina se ha quedado sin opositores. La sensación que ha quedado después de ese experimento inédito, es que no hay a la vista un proyecto alternativo (ni partido, ni político que lo encarne) al que ejerce el gobierno nacional que sea digno de ser considerado por los votantes para los próximos cuatro años de gobierno.

La actual situación, sin una oposición que legitime o cuestione las decisiones de gobierno, no es buena para fortalecer el sistema democrático, ya que la oposición es complementaria al ejercicio del poder encarnado en el oficialismo y su liderazgo.

Los spots publicitarios de la oposición son patéticos comparados con los del oficialismo en términos de coherencia, serenidad y madurez política, estableciendo una diferencia abismal a la hora de comparar el conocimiento que cada uno tiene de las problemáticas de estado y sus posibles soluciones.

En algunos casos vemos a los candidatos de la oposición que pareciera que se hubieran ido de quicio en su afán de conmover a un electorado que fundó su decisión para elegir candidato sobre la base de realidades nacionales concretas y un contexto internacional que amenaza por convertir a la economía mundial en una crisis sin precedentes con consecuencias todavía no muy bien mensurada.

Así, el oficialismo expone con eficiencia su gestión de gobierno con la fuerza de los hechos, en cambio la oposición devela descarnadamente su incapacidad, su inmadurez y falta de propuestas superadoras.

Argentina es un país que construyó su historia política sobre dos pilares fundamentales: la primera fue la lucha contra los poderes hegemónicos que intentaron sojuzgarla y la segunda, la construcción sistemática de una sociedad organizada en la cual los ciudadanos obtengan las mismas oportunidades para su desarrollo sostenido; el Justicialismo, a partir del advenimiento del General Perón al poder, logra sintetizar esta constante histórica en tres valores fundamentales; esto es: La construcción de una patria socialmente libre, económicamente justa y políticamente soberana.

Más de sesenta años de desencuentros fueron necesarios para que los políticos y el conjunto de la sociedad, comprendieran que estos valores no eran patrimonio de un partido político solamente, sino, por el contrario, son y serán los de la patria misma. Hoy estos valores poco y nada se discuten; lo han asumido casi todos con excepción de unos pocos dinosaurios escapados de algún museo con restos arqueológicos que persisten en anteponer sus prejuicios a los juicios de la inmensa mayoría que hoy reflejan con su voto para que la presidenta Cristina Fernández gobierne el próximo periodo constitucional.
A menos que alguno piense que más del 50% de los argentinos se afilió al Justicialismo pues entonces, la oposición, debe ejercer con responsabilidad el rol que le asigna la Constitución, legitimado por los votos del pueblo en las distintas categorías que le toque cubrir en las próximas elecciones del 23 de octubre.

Finalmente para concluir este breve comentario quiero referirme a los prejuicios que persisten de un lado y otro del espectro político; pensar es un atributo de todo ser libre en este mundo, pensar diferente a otros no merece calificativo alguno mas que el respeto que se tiene por el otro; todo pensamiento critico contribuye finalmente a la riqueza del pensamiento humano que en la diversidad aporta lo diferente, lo nuevo y lo inimaginable, por ello, el pensamiento critico en su devenir es generoso porque en su oposición promueve nuevos métodos y nuevos caminos; por el contrario, el pensamiento único es mezquino porque en su docilidad anestesia la inquietud de los hombres en su largo recorrido hacia la emancipación de toda la humanidad.

Para terminar quiero expresar un pensamiento personal:
Un buen día me abandonaron los prejuicios; todavía no se como ni cuando; tal vez emigraron a otras mentes o espíritus mas jóvenes, conmigo ya no se sentían cómodos, hacía un tiempo a esta parte que nos llevábamos mal, quizás fue entonces cuando comencé a sentir que me estaba poniendo “viejo”. La vida, en sus sucesivas etapas, habían conseguido erosionar la dura caparazón que recubría mi yo verdadero; fue entonces y no antes, que comencé a divisar el mundo tal cual es. Los parámetros de valoración se extendieron hacia lo infinito y la vida entonces, cobró dimensiones abismales entre el ayer y el hoy.

VICENTE SCORDAMAGLIA

*De Jorge Luis Borges: Manifiesto del ultra