EL MUNDO POLÍTICO PARTIDO
EN DOS
«A menudo encontramos
nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo». Jean de La Fontaine
Ya no se le escapa a
nadie que el planeta político está partido al medio. Las elecciones que se van
realizando en distintas partes del mundo, que terminan con apenas pocos
porcentajes de votos de diferencia entre unos y otros, están dando cuenta de
ello. Los partidos tradicionales se han quedado sin respuestas para los grandes
desafíos que la globalización impone, siendo necesario un mayor esfuerzo para
lograr consensos que permitan a las coaliciones en disputa llegar al gobierno y
al poder. Los partidos emergentes que han logrado filtrarse entremedio de la
crisis de representación de los grandes partidos tradicionales (todos ellos
dotados de densidad política y filosófica a partir de representar a las grandes
ideologías que en su tiempo cambiaron al mundo) son requeridos por la gente
como posibles alternativas de “transición” por el solo hecho de representar
algo nuevo, sin cargar con el lastre (como los partidos de un sistema
envejecido) de una historia de corrupción y fracasos continuos.
Estos nuevos partidos y sus dirigentes se abren camino
esgrimiendo unas pocas consignas en su haber, con un voluntarismo exacerbado
transformado en lema (como el “sí se puede” de Macri o “en marcha” de Macron y
si se quiere el "Make America great again" (Hagamos a EE.UU. grande
otra vez) hace que estos nuevos dirigentes que son la cara visible de una
“modernidad” absurda, exhiban en su haber poco bagaje filosófico e intelectual.
Una nueva clase dirigencial proveniente en su mayoría de familias ricas, hijos
de empresarios con una visión del mundo diferente a la de aquellos antiguos
políticos que se formaban en los grandes movimientos libertarios del siglo
pasado. Esta nueva camada de “dirigentes” que
abandonaron sus cómodas vidas y comenzaron a incursionar en el mundo de
la política, con su desparpajo y sus prácticas de administración de empresas,
profundizó aun más la crisis institucional del sistema partidario de las
democracias del mundo actual. Muchos de ellos sin estructura partidaria y
formados en calificadas universidades y apoyados en las nuevas técnicas
empresariales, comenzaron a hacerse cargo de lo que podríamos denominar
provisoriamente como la “nueva política” ya que si estos nuevos liderazgos no
consiguen resolver las nuevas (y viejas) problemáticas de un mundo en crisis y
en permanente cambio, terminarán siendo parte de un nuevo fallido de la
política, que apenas se los recordará en su paso por ella, como gobiernos de
transición y una dirigencia de emergencia que ocupó el gobierno solo por el
vacío de poder existente que dejó la burocracia del sistema partidario
internacional envejecido y vaciado de contenido social, de una visión política
actualizada para operar en tiempos globales y una visión estratégica de la
económico que dé cuenta de la administración de recursos humanos y naturales de
nuestro planeta.
Ahora bien, ¿a qué se
enfrentan los nuevos políticos con su desenfadado perfil empresarial?
La globalización, como
escenario planetario, ha creado las condiciones para que la movilidad del
capital y la interconexión de la producción tengan las condiciones adecuadas
para que la inversión se traslade por el mundo en búsqueda de nuevas áreas con
bajos costos laborales, menores beneficios sociales y menores controles
ambientales. Este combo de situaciones impactó directamente en el corazón mismo
de la política y la economía, que como consecuencia de ello debilitó aun más a
las democracias del mundo como sistema institucional.
A la luz de los acontecimientos internacionales y cada uno
por sus motivos particulares, la crisis que se produce en EEUU, BRASIL y
VENEZUELA está creando un nuevo cisma planetario. Si por un lado la paridad de
fuerzas tiene la virtud de obligar a los actores políticos a buscar grandes
consensos para gobernar, también es cierto que este mecanismo conlleva en sí
mismo una debilidad que es la de no tener el suficiente poder para bloquear
cualquier intento desestabilizador (ante cualquier traspié de gestión de
gobierno) por parte de la otra mitad que se siente autorizada también por el
caudal de los votos obtenidos a intervenir o en el peor de los casos pretender,
so pretexto de una mala administración, remplazar al gobierno antes de tiempo
como sucedió en Brasil, Paraguay y otros intentos fallidos.
Estos emergentes que llegaron al poder empujados por el voto
popular, no cuentan con estructuras propias que les garanticen el blindaje
necesario para que los nuevos gurúes de la economía y la política se sostengan
en el poder, y mucho menos cuando todavía no han logrado consolidarse como la
solución definitiva a los problemas existentes, sufriendo así como consecuencia
de este escenario por demás complejo y por la magnitud de un desgaste acelerado
las embestidas de una realidad que desborda por todos lados.
Dice Bauman en su último libro Retrotopía: “Hoy vivimos en un
mundo de aislamiento y atomización en el que la gente desconfía hasta de sus
propias instituciones”; de manera que la restitución de la credibilidad en el
sistema democrático es de vital importancia para avanzar hacia una democracia
partidaria en donde las estructuras de los partidos vuelvan a cumplir el rol
innegociable de ser el sostén principal del sistema democrático.
La falta de certezas domina la realidad mundial, en este
escenario caótico asediado por el terrorismo que no deja de hostigar a las
naciones más ricas del planeta, golpeando sin piedad en los lugares más
sensibles de la economía internacional o masacrando a sus habitantes en este
caso los más jóvenes como fue el reciente atentado del recital de Manchester
Arena en Inglaterra, deja la sensación y el sabor amargo que nadie está a salvo
en el mundo global que proponen los poderes económicos existentes.
Si solo hay dos
mitades y una sabotea a la otra ¿quién sostiene a los gobiernos democráticos?
Los poderes globales
están convirtiendo al mundo en un escenario peligroso, la simplificación de las
categorías humanas divididas entre ricos y pobres que propone la economía
global, descartando de raíz a los grandes sectores medios que sirvieron de
amortiguador para construir una sociedad más justa y solidaria, comienza a
desmoronarse en esa frontera peligrosa
donde debajo de ella solo reina el abismo por donde caería el mundo en su
conjunto. La amenaza de una tragedia humana está ligada irremediablemente a la
insensatez de los hombres y sus ambiciones que en su afán de evitar su destino
trágico termina encontrándolo en el fondo del abismo.
VICENTE SCORDAMAGLIA