lunes, 3 de noviembre de 2014

RELATO SALVAJE

RELATO SALVAJE

 “Se non é vero, é ben trovato” “si no es cierto, es una buena historia”.
Proverbio Italiano

Desde que el Juez Griesa dictó sentencia sobre los llamados fondos buitres, Cristina de Kirchner y los camporistas en el poder, no hicieron otra cosa que hablar de ello estructurando un discurso de ocasión para la emergencia, en el cual, transfieren todos los males que sufre este gobierno a la acción sistemática y siniestra de un grupo de especuladores financieros que apoyados por los imperialistas del norte, intentan desestabilizar al gobierno argentino con el fin de desgastar a Cristina antes que esta deba dejar el gobierno nacional porque así lo impone la Constitución Nacional y la Ley Electoral vigente.

El viraje del relato kirchnerista se da en el momento en que el gobierno (arrastrado por los problemas económicos y la falta de dólares) se disponía a transitar el camino de la “inserción” de nuestro país (ajuste mediante) en los mercados internacionales con el claro objetivo de conseguir dólares frescos que oxigenen a su gobierno para llegar con alguna holgura al final de su mandato. En el momento en que las dificultades comenzaban a arrinconar a Cristina y sus muchachos, un juez del imperio les ofrece un atajo impensado, esto es, transformar en bandera de lucha la pelea contra los buitres y sus aliados imperialistas agitando la consigna de la independencia económica  y la soberanía política; con este argumento político perfecto, transita Cristina con su relato a cuestas los últimos días de su gobierno, realizando ingentes intentos de perpetuarse en el poder o salir de él lo más indemne posible.

Si le dieran a elegir a este gobierno, que se apresta a llegar al final de su mandato después de gobernar casi doce años, sin interrupción, con todo el poder a su disposición, entre irse vencido por el poder de los votos de las mayorías, con una ciudadanía fatigada de tantas mentiras y sin dejar resuelto ninguno de los problemas estructurales que tiene nuestra Nación (como ser una economía sólida, energía autosuficiente, pleno empleo, seguridad, salud digna, educación de excelencia, mejores niveles de equidad institucional, funcionarios probos que no estén desprestigiados por denuncias de corrupción y una sociedad emocionalmente más equilibrada que promueva nuevas respuestas a los desafíos de la “modernidad”) o en su defecto, alejarse del poder dejando la imagen de haber sido un gobierno “revolucionario” que combatió al enemigo de la patria que  en todo momento la quiso sojuzgar; dejando girones de su vida en esa lucha heroica transformándose en ejemplo épico y señalando el camino de la libertad para las nuevas generaciones de argentinos, no tengan dudas que esta última sería la elegida por ser la más trascendente; pero por más que todo esto en la realidad sea una ficción ¡en esto último está empeñado el gobierno nacional! 

Todos sabemos que el esfuerzo diario de cambiar la realidad que realiza Cristina desde la retórica (cadena nacional) y los anuncios rimbombantes para transformar las principales leyes que van a regir la vida de los argentinos por los próximos cincuenta años, no alcanzan para esconder la crisis existente, que va, desde el errático plan económico, hasta la ineficiencia de su actual gestión en todos los niveles, mucho menos alcanza para camuflar el doble estándar (decir ser una cosa cuando en realidad se es otra) de todos sus funcionarios que viven en un lecho de rosas mientras el conjunto del pueblo comienza a sentir los efectos de la crisis en todos los órdenes de su quehacer cotidiano; es que todos los dirigentes de este gobierno asumieron lo que sintetizó John Lhock en una frase cuando señalaba:  “si la realidad no concuerda conmigo peor para la realidad”.

Es indudable que han sido sujetos talentosos en transformar sus debilidades y derrotas en fortalezas épicas, sabedores que desde el punto de vista comunicacional aseguraban que “quien controla el relato manipula a la opinión pública”; en ese sentido son verdaderos alquimistas del relato, ofreciendo una versión ajustada a cada necesidad; pero poco les importa lo que piense la gente ya que en este sentido nadie cree que lo que están realizando se trate de una revolución, ni mucho menos una reforma, apenas es una reproducción de viejos sistemas perimidos arropados  de “nacional y popular”.      

Por ello, la oposición se ve sorprendida por el vigoroso empeño de apurar leyes (código civil y otros) que deberían surgir del debate profundo y llegar a un consenso de todos los sectores con representatividad civil, judicial y parlamentaria que garantice una mejora institucional por los próximos cincuenta años de la vida de los argentinos; pero lo que sucede es que estas “reformas” de último aliento no están orientadas a mejorar la calidad institucional sino por el contrario están dirigidas a alcanzar dos objetivos fundamentales, la búsqueda desesperada de encontrar algún artilugio institucional que permita retener el poder por un lado o en su defecto condicionar al próximo gobierno que permita al Kirchnerismo puro salir indemne de esta debacle institucional  asegurándose a futuro un buen número de adherentes rentados pensando en un pronto retorno al poder.  

Finalmente quiero terminar citando una frase de Hannah Arendt que resume este escueto análisis: “El poder se actualiza solamente cuando las palabras y los hechos no se han distanciado entre sí, cuando las palabras no se usan para ocultar las intenciones sino para revelar las realidades, y los hechos no son empleados para violar y destruir, sino para establecer relaciones y crear realidades”

VICENTE SCORDAMAGLIA