UN CAMBIO POR VENIR
Qué curiosa síntesis de la
historia hacen los Kirchneristas, cuando Néstor asumió (en 2003) por primera vez
el gobierno nacional, le achaco todos los males que sufría el país a los
gobiernos que lo precedieron, hasta allí, probablemente tuviera buenas razones,
ahora que Cristina está por dejar el gobierno después de doce años de mandato
ininterrumpidos y habiendo gobernado con la totalidad de sus facultades todavía
le sigue achacando todos los males que sufre la nación argentina al gobierno
que está por sucederlo el próximo 10 de diciembre.
En la búsqueda de
encontrar alguna interpretación posible me tome el trabajo de buscar alguna
definición para encontrar explicaciones que me orienten un poco más en este
fenómeno que, proyectado a grandes segmentos de nuestra población siguen creyendo
(con lealtad y devoción) que solo este gobierno encarnado en la figura de
Cristina Fernández de Kirchner es posible encontrar todas las respuestas para
resolver los problemas que a pesar de los 12 años Kirchneristas, aún persisten
en nuestra sociedad.
Carl Schmitt sostenía algo
que resulta significativo, dice así:
Las relaciones de enemistad definen no solo el combate que
libran un campo contra otro, sino también los vínculos aparentemente
amistosos; “dentro” de cada campo, quien
me define, no es mi amigo sino mi enemigo porque al oponerse a mí, marca mi
estrategia y mi destino.
Con esta definición que da
el Jurista Alemán de lectura predilecta del matrimonio que gobernó los destinos
de los argentinos por más de una década y sus intelectuales como Laclau y sus seguidores,
podemos inferir porque no les es posible pacificar al país, porque si al
Kirchnerismo le sacamos su fachada confrontativa (que hace que un buen número
de personajes consagrados a la cuestión ideológica se encuentren más cómodos y
contenidos en el ceno de un espacio beligerante) no le queda contenido alguno que
lo destaque mas allá de un gobierno apenas mediocre.
Cabe preguntarse entonces,
¿qué hicieron estos años con todo el
poder que acumularon?.
Es evidente que al término de su mandato el Kirchnerismo
sienta la fatiga del poder y sus ideas comiencen a sufrir los efectos del paso
del tiempo (que suele no perdonar a quienes no se resignan a entender cómo
funcionan los procesos de la evolución natural de las personas y los pueblos) que
también sufren los procesos políticos que en su evolución, tienen como
principio fundamental la actualización de sus ideas y sus prácticas de gobierno
acordes con los tiempos políticos que les toca vivir; este fenómeno se da
indefectiblemente con el recambio de nuevos dirigentes que son portadores de la
renovación natural que debe darse en el ceno de toda fuerza política que
pretenda seguir teniendo importantes cuotas de representatividad.
El liderazgo ejercido por
los Kirchner no dejo lugar para que en esa fuerza, se produzca un recambio
dirigencial salvo el absurdo recambio entre parientes, (él y ella) mostrando con
ese gesto que es mucho más importante su proyecto personal de mantener el poder
que el servicio que le pudieran ofrendar a su patria; la grandeza moral con la
que se debe respaldar cualquier político, es la de servir a su país sin
beneficios personales, de grupo o de facción y velar por el patrimonio de su
nación sin importar si en esa defensa le va su prestigio, su honor o su vida
misma. _Pero que digo_ ¿estos valores
pertenecen a otro mundo, a otro periodo de la humanidad o simplemente estoy
delirando?
Posiblemente
no sea un delirio, sino más bien una necesidad de que nuestro pueblo comience a
transitar por un camino de purgación de su clase política y encuentre en ello el
rumbo de la recuperación ética y moral
que nos lleve a un destino menos beligerante entre compatriotas que compartimos
un mismo destino.
A nadie se le escapa que
el resultado de las recientes elecciones arrojó casi una paridad entre dos
proyectos de país de cara al futuro (continuidad o cambio) Esta realidad
profundizó las contradicciones existentes tanto en el Kirchnerismo como en el
amplio arco opositor que no paran de reacomodarse (pases de factura) frente a
la nueva realidad. Los episodios de confrontación que estamos viviendo los
argentinos en esta corta transición entre un mandato y otro no auspician buenos
tiempos por venir a pesar de que el nuevo gobierno aporte buenos modales a la
política argentina; creo que hace falta mucho más que unos cuantos gestos de
civilidad para convocar a todos los
argentinos en la gigantesca tarea de construir un país mejor
para todos.
Los argentinos decidieron que una nueva generación de
dirigentes políticos con menos historia, eso es cierto pero con menos lastre
que los dos partidos tradicionales, (Peronismo Radicalismo) asuma la
responsabilidad de conducir los destinos del país; los recursos humanos (equipos)
que exhibe el próximo presidente pretenden ser de lo mejor en cuanto a sus
conocimientos técnicos e idoneidad personal, merecen por tanto y por el bien de
todos una cuota de confianza que garantice desarrollar un nuevo proyecto que
solo el tiempo y los resultados hablarán por si solo de su efectividad.
Cuando
la violencia en el mundo se generaliza y las economías colapsan sin dar
respuestas a las injusticias de nuestro tiempo, hay que aprender a cambiar sin
hundirnos. La alternativa a la catástrofe como condición del cambio es la
transformación de las ideas y de las instituciones.
Alguien dijo alguna vez
que “El
futuro es el único capaz de convertir nuestras vacilaciones en certezas y
nuestras preguntas en respuestas”
Si así no lo hicieren, ¡que Dios y la patria os lo demanden!
Vicente Scordamaglia