jueves, 3 de diciembre de 2015

UN CAMBIO POR VENIR

UN CAMBIO POR VENIR

Qué curiosa síntesis de la historia hacen los Kirchneristas, cuando Néstor asumió (en 2003) por primera vez el gobierno nacional, le achaco todos los males que sufría el país a los gobiernos que lo precedieron, hasta allí, probablemente tuviera buenas razones, ahora que Cristina está por dejar el gobierno después de doce años de mandato ininterrumpidos y habiendo gobernado con la totalidad de sus facultades todavía le sigue achacando todos los males que sufre la nación argentina al gobierno que está por sucederlo el próximo 10 de diciembre.

En la búsqueda de encontrar alguna interpretación posible me tome el trabajo de buscar alguna definición para encontrar explicaciones que me orienten un poco más en este fenómeno que, proyectado a grandes segmentos de nuestra población siguen creyendo (con lealtad y devoción) que solo este gobierno encarnado en la figura de Cristina Fernández de Kirchner es posible encontrar todas las respuestas para resolver los problemas que a pesar de los 12 años Kirchneristas, aún persisten en nuestra sociedad.
Carl Schmitt sostenía algo que resulta significativo, dice así:
Las relaciones de enemistad definen no solo el combate que libran un campo contra otro, sino también los vínculos aparentemente amistosos;  “dentro” de cada campo, quien me define, no es mi amigo sino mi enemigo porque al oponerse a mí, marca mi estrategia y mi destino.

Con esta definición que da el Jurista Alemán de lectura predilecta del matrimonio que gobernó los destinos de los argentinos por más de una década y sus intelectuales como Laclau y sus seguidores, podemos inferir porque no les es posible pacificar al país, porque si al Kirchnerismo le sacamos su fachada confrontativa (que hace que un buen número de personajes consagrados a la cuestión ideológica se encuentren más cómodos y contenidos en el ceno de un espacio beligerante) no le queda contenido alguno que lo destaque mas allá de un gobierno apenas mediocre.
Cabe preguntarse entonces, ¿qué hicieron estos años  con todo el poder que acumularon?.

Es evidente  que al término de su mandato el Kirchnerismo sienta la fatiga del poder y sus ideas comiencen a sufrir los efectos del paso del tiempo (que suele no perdonar a quienes no se resignan a entender cómo funcionan los procesos de la evolución natural de las personas y los pueblos) que también sufren los procesos políticos que en su evolución, tienen como principio fundamental la actualización de sus ideas y sus prácticas de gobierno acordes con los tiempos políticos que les toca vivir; este fenómeno se da indefectiblemente con el recambio de nuevos dirigentes que son portadores de la renovación natural que debe darse en el ceno de toda fuerza política que pretenda seguir teniendo importantes cuotas de representatividad.

El liderazgo ejercido por los Kirchner no dejo lugar para que en esa fuerza, se produzca un recambio dirigencial salvo el absurdo recambio entre parientes, (él y ella) mostrando con ese gesto que es mucho más importante su proyecto personal de mantener el poder que el servicio que le pudieran ofrendar a su patria; la grandeza moral con la que se debe respaldar cualquier político, es la de servir a su país sin beneficios personales, de grupo o de facción y velar por el patrimonio de su nación sin importar si en esa defensa le va su prestigio, su honor o su vida misma. _Pero que digo_  ¿estos valores pertenecen a otro mundo, a otro periodo de la humanidad o simplemente estoy delirando?

Posiblemente no sea un delirio, sino más bien una necesidad de que nuestro pueblo comience a transitar por un camino de purgación de su clase política y encuentre en ello el rumbo de la  recuperación ética y moral que nos lleve a un destino menos beligerante entre compatriotas que compartimos un mismo destino.  
A nadie se le escapa que el resultado de las recientes elecciones arrojó casi una paridad entre dos proyectos de país de cara al futuro (continuidad o cambio) Esta realidad profundizó las contradicciones existentes tanto en el Kirchnerismo como en el amplio arco opositor que no paran de reacomodarse (pases de factura) frente a la nueva realidad. Los episodios de confrontación que estamos viviendo los argentinos en esta corta transición entre un mandato y otro no auspician buenos tiempos por venir a pesar de que el nuevo gobierno aporte buenos modales a la política argentina; creo que hace falta mucho más que unos cuantos gestos de civilidad  para convocar a todos los argentinos en la gigantesca tarea de  construir un país mejor para todos.

Los argentinos decidieron que una nueva generación de dirigentes políticos con menos historia, eso es cierto pero con menos lastre que los dos partidos tradicionales, (Peronismo Radicalismo) asuma la responsabilidad de conducir los destinos del país; los recursos humanos (equipos) que exhibe el próximo presidente pretenden ser de lo mejor en cuanto a sus conocimientos técnicos e idoneidad personal, merecen por tanto y por el bien de todos una cuota de confianza que garantice desarrollar un nuevo proyecto que solo el tiempo y los resultados hablarán por si solo de su efectividad. 

Cuando la violencia en el mundo se generaliza y las economías colapsan sin dar respuestas a las injusticias de nuestro tiempo, hay que aprender a cambiar sin hundirnos. La alternativa a la catástrofe como condición del cambio es la transformación de las ideas y de las instituciones.
Alguien dijo alguna vez que “El futuro es el único capaz de convertir nuestras vacilaciones en certezas y nuestras preguntas en respuestas”
Si así no lo hicieren, ¡que Dios y la patria os lo demanden!


Vicente Scordamaglia