domingo, 15 de diciembre de 2013

AJUSTE SALARIAL SAQUEOS Y ALGO MÁS

AJUSTE SALARIAL SAQUEOS Y ALGO MÁS

Cuando comenzaron los acuartelamientos de la policía de Córdoba, nadie pensaba que podía llegar tan lejos la demanda de unos cuantos uniformados  en su legítimo reclamo salarial. A decir verdad, no es la primera vez que esto ocurre y que no pasa de ser, luego de algunas conversaciones y cálculos numéricos, una simple anécdota más de la compleja forma de efectuar reclamos salariales de quienes no tienen una agremiación  tradicional como el resto de los trabajadores argentinos (hecho similar sucedió con los gendarmes recientemente)

El episodio comienza a tomar dimensiones desconocidas cuando aprovechando las zonas liberadas por los uniformados acuartelados, grupos de saqueadores comienzan a abalanzarse sobre cuanto botín sin custodia se encuentra en su camino; allí había de todo, necesitados, delincuentes comunes y delincuentes interesados dicen, estimulados por la policía en conflicto.  

Es sabido que en los últimos años de deterioro institucional  (desde diciembre de 2001) en nuestro país, grandes segmentos de gente carenciada, busca más allá de la ayuda que significan los planes que entrega el gobierno nacional, un plus que les permita pasar las fiestas de fin de año con algún nivel de dignidad posible; pero la generalización del conflicto comenzó su despliegue total cuando el gobernador De La Sota apremiado por los desmanes producidos en su propio territorio llegaron a un pico de violencia que dejo diezmada a la provincia en medio de un caos generalizado; apremiado por la situación y de regreso de un viaje con retorno anticipado, el gobernador acepto sin objeciones el reclamo de los “sublevados” con altos porcentajes de actualización salarial. Este hecho fue el que disparó el reclamo generalizado (salarios igualitarios ni contagio ni paperas) en casi todas las provincias argentinas constituyéndose así, en un riesgo  eventual para la institucionalidad de la democracia argentina.

La sorpresa de la violencia que generó un número indeterminado de negocios saqueados en enfrentamientos producidos entre saqueadores y comerciantes que protegían sus pertenencias, generó en las distintas provincias argentinas, cerca de 13 muertos y cientos de heridos con altas pérdidas materiales privadas y del estado nacional, que como de costumbre llegó tarde una vez más cuando los hechos ya se habían desbordado.
Debemos señalar aquí con énfasis, que sorprende el nivel de violencia que subyace en el ceno de nuestra comunidad que supera largamente a anteriores conflictos de similar naturaleza, mientras que el gobierno nacional como es su costumbre, pone toda la responsabilidad afuera de su ámbito de competencias, culpando a instigadores que planean esta clase de episodios para producir un desgaste prematuro del escaso poder  que dispone Cristina y su gobierno para afrontar el difícil tránsito hasta el 2015 fecha de la finalización de su mandato.

En este espiral de violencia que viene durando más de lo aconsejado (desde el 06/12/2013) y que todavía no tiene fecha de finalización, se produce el inusual festejo de la hinchada de boca que visto casi en cadena nacional por los canales de aire, dejan la sensación de que la sociedad argentina vive en un estado de indefensión propio de un país escindido en donde la realidad de los argentinos sufre las inclemencias de la violencia instalada en nuestra sociedad por un lado y por otro el gobierno nacional con el jefe de ministros a la cabeza (que abruma con cifras y estadísticas incomprensibles) se hace el  distraído de lo que ocurre escondiendo bajo la alfombra presidencial los muertos en su propia provincia; junto a toda esta tragedia nacional, no es justo que la presidenta Cristina baile al son de la batucada aunque la democracia sea el logro político más importante de los últimos 30 años de la vida política nacional, ya que los muertos por la reciente crisis institucional  pertenecen a nuestro país y no a otra nación extraña del cual, la presidenta y su gobierno deben hacerse cargo ya que son los máximos responsables de la división que instalaron en nuestra sociedad exacerbando diferencias ideológicas y alimentando el desencuentro entre los argentinos.    

Mientras todo esto sucede, es justo decirlo, la oposición se encuentra ausente en medio de este drama nacional, no se sabe si esperando que el gobierno se siga desangrando o porque no tiene solución alguna para resolver el conflicto; la falta de liderazgo en el conglomerado opositor los mantiene en un peligroso silencio que de seguir en este estado expectante, se corre el riesgo de perder aceleradamente la poca credibilidad existente entre la política y la sociedad que tanto costó restituir luego de la debacle del 2001.

En esta realidad lacerante en que los argentinos se flagelan a sí mismo, es preocupante observar la desintegración que se vive dentro y fuera del gobierno nacional, pareciera que se perdió toda capacidad de reacción aunque mas no fuera para convocar a la unidad nacional con el objetivo de resolver los problemas que nos son comunes; claro que en todo episodio de convulsión nacional  va haber sectores que se cuelgan de la crisis para sacar provecho propio con inconfesables intereses de facción o sector, de lo que se trata entonces es que la democracia movilice todos los controles de los que dispone la constitución argentina para sobrellevar esta y otras crisis que sobrevengan con el vil objetivo de llevarse puesto al sistema democrático y con ello la ilusión de todos los argentinos que queremos vivir en un sistema de derecho y libertad.

El desgaste acelerado que sufre el gobierno nacional preocupa sobre manera; pero más preocupa el desgaste de los poderes del estado nacional.
La sociedad entera comienza a mirarse a sí misma y desconfía entre sí. Los controles de la democracia se desvalorizan con el correr de los acontecimientos; el poder ejecutivo desconfía del poder Judicial, el poder Judicial desconfía del poder legislativo y la sociedad entera desconfía de todos ellos; complicada situación la de argentina que comienza a transitar de nuevo por senderos peligrosos de desgobierno y anarquía generalizada.

Cuenta una historia fantástica que un día el padre tuvo que depositar la confianza en su hijo mayor (de tres hermanos) para que cuide de sus bienes familiares, el padre confiando en la ley de los controles, hizo lo mismo en el otro hijo intermedio segundo en edad, así hasta llegar al hijo menor quien, preocupado porque se trataba del último hijo en la sucesión, este interrogó a su padre, _pero padre aquí se termina la ley de los controles ya que yo soy el último en la sucesión _a mi ¿Quién me cuidará?_ preguntó alarmado el hijo, a lo que el padre respondió con firmeza.
 _A ti hijo mío, te cuidara tu conciencia ya que allí empiezan y terminan todas las cosas inherentes a la moral de los hombres y sus necesidades_

                                               Vicente Scordamaglia