Artículo de opinión
Por: Vicente Scordamaglia
Mientras los
editorialistas profesionales se aprestaban a dar cuenta en sus relatos de lo
que ocurriría el día martes en Comodoro Py con el juicio a Cristina Fernández,
una noticia que cayó como un rayo en medio de la tormenta electoral, impactó de
lleno en el corazón mismo de la política obligando a todos los interpretadores
de la realidad a trabajar horas extras.
La
noticia del día sábado que la misma Cristina daba a conocer sobre secundar la
fórmula presidencial de su espacio, esto es: Alberto Fernández presidente y
Cristina Fernández vice, sacudió todo el escenario nacional y por carácter
transitivo también en el plano internacional. Tres pasos de estrategia política
le bastaron a la ex presidenta para retomar la centralidad del escenario
electoral y poner a todo el oficialismo y los oficialistas al borde del colapso
total: el primer acto fue el lanzamiento del libro Sinceramente, en el cual,
recuérdese, instaló a su candidato con una mención especial en un marco donde
se especulaba acerca de su propia candidatura, el segundo acto se trató de una
jugada fundamental allí mismo en el centro del corazón del partido nacional
Justicialista que le garantiza la
hegemonía partidaria vacante hoy de conducción real a nivel nacional, y la
tercera, lanzar su fórmula presidencial para acompañar a Alberto Fernández como
Vice presidenta a pocos días de “ser juzgada” por la obra pública.
Hasta
aquí la descripción de los hechos encadenados que obligaron a todos los medios
de comunicación a hablar de este acontecimiento relevante y sin exclusión por
sobre el del juicio a su persona a realizarse el día martes 21/5 que
seguramente no durará (por más que quieran) los medios oficialistas más de un
par de días a lo sumo. Pero más allá de la relevancia de los acontecimientos
que nos exige reflexionar, lo cierto es que la profundidad de los
acontecimientos interpela a toda la sociedad y obliga a su sistema de
representación a barajar y comenzar de nuevo por la singularidad de lo que
acabamos de describir.
La
ex presidenta en su alejamiento forzoso del gobierno luego de que perdiera su
candidato (Daniel Scioli) no perdió nunca la gimnasia del poder, y como tal
para bien o para mal estuvo en el centro de la escena, es más, me animaría a decir que manipuló los
acontecimientos que se fueron sucediendo a discreción obligando a todos los
actores sociales, políticos, económicos y judiciales a jugar su propio juego.
Los medios de comunicación afines al gobierno y los mayores interesados en su
destrucción (literal) en su afán destructivo, contribuyeron a mantener su
imagen viva ya que no tienen ni tuvieron otro proyecto más que el de sacarla
definitivamente del escenario político olvidándose de aquel axioma que dice:
“no importa si hablan mal o bien de mí, lo importante es que hablen”; es decir
que la plena vigencia que tiene hoy la ex presidenta mucho se la debe a lo que
los medios quisieron hacer de ella y no pudieron produciendo el efecto
contrario. Mientras los medios de comunicación procedían sistemáticamente a la
destrucción de su imagen y al proyecto Kirchnerista, el gobierno quiso pero no
pudo convencer a los argentinos de las bondades de un proyecto de exclusión
permanente y destrucción del aparato
productivo junto al saqueo de la economía nacional.
Créanme,
ya es tarde para intentar algún otro experimento en contra de la ex presidenta,
los sorprendió a todos y todas y los dejó sin reacción en las puertas de las
elecciones. La andanada de basura exhibida por los medios en los tres años y
medio en general y los últimos dos días en particular es directamente
proporcional al poder que acumula la ex presidenta. La falta de legitimidad que
alcanzaron todos los instrumentos de la nación llámese, poder ejecutivo, poder
legislativo y poder Judicial, en ser parte de numerosas operaciones armadas
para desacreditar a la principal opositora al actual modelo Macrista, se les
volvió en contra y ahora están pagando la mayor falencia de su gobierno que, en vez de gobernar para el
pueblo lo hicieron para unos pocos empresarios destruyendo lo poco que quedo en
pie del intento de construir un estado de bienestar que con todos los errores
era incipiente en el gobierno anterior.
Para
finalizar (ya que estimo que por la singularidad de los acontecimientos aquí se
abre una nueva etapa de nuestra historia) permítanme apuntarles a aquellos que
dicen que todo sigue igual, se equivocan, sean estos oficialistas u opositores
deberán revisar sus posiciones políticas si no quieren quedar en el ostracismo
de la historia en donde los pueblos en esa instancia suelen ser particularmente
crueles con los insensatos. Para aquellos actores que hegemonizan la atención
pública de estos días (Fernández, Fernández) habrá que ver si cumplen con el
mandato que espera la mayoría de los argentinos, esto es, que un Fernández nos
saque definitivamente de la grieta y junto al otro convoquen a todos a aunar
esfuerzos compartidos para construir un modelo de república para todos los
argentinos sin exclusión.