viernes, 22 de marzo de 2013

¿LA RESURRECCIÓN DE LAS REPRESENTACIONES?

¿LA RESURRECCIÓN DE LAS REPRESENTACIONES?
La Iglesia no es de naturaleza política, sino esencialmente espiritual: es el pueblo de Dios” (Francisco, el nuevo Papa)
ADVERTENCIA: en primer lugar debo decir desde el comienzo que aquellos que no estén dispuestos a tomarse su tiempo para leer con atención la presente nota y remitirla a la anterior, se abstengan de hacerlo ya que la misma puede ser particularmente larga con relación a los parámetros que se manejan hoy en día en el vertiginoso mundo de las comunicaciones; en segundo lugar, trataré de hacer un esfuerzo para ceñirme a las palabras del actual Papa Francisco  que encabeza el subtítulo de este artículo para no involucrar a La Iglesia y sus autoridades en territorios que son propios de la política, ya que este análisis sí pertenece a la política, lo mismo que su autor.
Cuando publiqué en mi Blog el 18 de febrero de este mismo año un artículo llamado “La sociedad de las representaciones muertas” recibí tantos elogios como críticas a lo que allí afirmaba. La narración de dicho artículo hacía referencia al vacío  de representaciones que simbólicamente significan los parámetros que se vienen dando los sujetos desde el inicio de la larga construcción social de la humanidad y vienen entrando definitivamente en crisis desde los finales del siglo pasado.    
La crisis de valores, el desprecio por la vida y su trascendencia, la crisis política, financiera, económica y cultural, las grandes desigualdades que subyacen en el mundo entero y el desapego por el cuidado de los recursos naturales no renovables del planeta, llevaron a la Humanidad al límite de sus creencias, junto a la peligrosa incapacidad de su clase dirigente que no acierta a dar respuestas a los enormes desafíos que nos esperan.
Sumado a esta realidad crítica por cierto, la falta de liderazgos, contribuyó a configurar un mundo sin valores, funcional a los seudo-valores transmitidos hasta el cansancio por los medios de comunicación, promoviendo a un hombre superficial vacío y sin sentido.
Un diagnóstico catastrófico sobrevuela entonces como un pájaro de mal agüero todos los círculos de pensamiento en el mundo entero frente al riesgo de un colapso a nivel planetario, sin embargo, busquemos consuelo en una definición del término riesgo que manejan los Ecologistas que dice así: “Algo está verdaderamente en riesgo cuando las amenazas son mayores que los recursos que se tienen disponibles para la defensa de esa amenaza”. Convengamos entonces que todavía La Humanidad cuenta por ahora con esos recursos.
 Si esto es así, tomemos como abordaje los últimos episodios sucedidos como una secuencia de hechos programados por alguna planificación invisible del devenir de la historia. Tomémoslos en consideración porque son significativamente importantes y porque de alguna manera confirman la teoría en cuestión; para poner en contexto esta percepción, tomemos solamente tres de ellos (no porque no haya otros) para tomar en cuenta: la renuncia del Papa Ratzinger, la muerte de Hugo Chávez y la elección del cardenal Bergoglio como nuevo Papa.
Todos los analistas suponen que la imposibilidad que tuvo el Papa Ratzinger de corregir los conflictos de corrupción que tuvo una institución milenaria y tan significativa para la vida espiritual de 1200 millones de almas, fue el motivo que significó el abandono de cientos de miles de fieles en todo el mundo y como consecuencia de ello, fue el detonante que terminó con la abdicación del jefe de La Iglesia.
La Iglesia Católica Apostólica Romana, aquella que se suponía era la reserva moral de la Humanidad (por lo menos de Occidente) se vio conmovida por los mismos factores que afectaron a otras organizaciones que se vieron involucradas por la falta de representación que utilizan los hombres en el devenir de su existencia.  Convengamos entonces que el significado profundo que se le asignó a La Iglesia como representación espiritual fue la de ser garante moral de Occidente.

El segundo punto de mi interés es la muerte de Hugo Chávez; decía también en el artículo pasado que mucho se puede decir, a favor o en contra, sobre este líder no sólo venezolano sino también regional. Que no compartieron sus prácticas de organización política, que Argentina no debe transpolar métodos y proyectos, porque nunca fueron exitosos, porque los pueblos construyen su propio modelo de acuerdo a su historia, idiosincrasia, liderazgos políticos y sociales, que su retórica pertenece a un tiempo pasado, populista, demagógico  y otras tantas más. Todo esto es legítimo de pensar según las creencias de cada uno,  pero nadie podrá decir objetivamente que no gravitó política y económicamente en los intereses de los pueblos que buscan el camino de su emancipación y la incorporación de los sectores más humildes a mejores niveles de dignidad. Su muerte abre un vacío y a la vez una incógnita en toda la región en especial para aquellos países (como el nuestro) que se alinearon con sus políticas de enfrentamiento con los EEUU. Es indudable que Hugo Chávez ha ocupado la centralidad del combate contra el imperialismo Yanqui en los últimos 14 años, al menos en la retórica, ante el declive de los hermanos Castro, ahora sólo queda observar con atención, quien será su relevo.
Analicemos un poco más la influencia de este liderazgo. La relación de par con relación a Cuba y los hermanos Castro, la hegemonía y el eje político que significó hasta su muerte desde Centroamérica al Cono sur (Cuba, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y hasta hace poco Paraguay) y alianzas con países tan lejanos como la República Islámica de Irán y otros, colocan a Chávez ya no sólo como un líder regional, sino que trasciende las fronteras continentales para jugar un rol protagónico en la discusión de la hegemonía política y la económica mundial. Su muerte, deja un vacío que desde la retórica Bolivariana será difícil de ocupar inmediatamente, pero debemos reconocer que este relato marcó la cancha en donde se jugó desde la discusión ideológica, política y cultural, los acontecimientos de los últimos 14 años en toda la región. 
El tercer elemento en cuestión tiene que ver sin duda con el nuevo Papa y el rol que le cabe a La Iglesia en estos tiempos tan convulsionados.
Cuando hablamos de La Iglesia debemos observar la conducta que tuvo esta institución a lo largo de toda su historia. La Iglesia ha sido una institución que, aunque con reacciones tardías, ha sabido adaptarse a los tiempos, ubicando a sus mejores delegados de Dios en las épocas que corren. Así fue cuando tuvo que responder en los tiempos de la Guerra Fría (entre EEUU y la URSS) cuando ubicó en su gobierno al Papa Juan Pablo II, (Karol Józef Wojtyła) el 16 de octubre de 1978,  respondiendo en ese momento las expectativas de gran parte del mundo. Hoy la Iglesia, luego de haberse sumergido en las mismas profundidades de la decadencia que tiene asfixiado al conjunto de la Humanidad y sus representantes, ofrece desde sus reservas, señales claras de resurrección para restablecer su autoridad moral cuestionada en los últimos tiempos de crisis y tratara (así parece)  de construir una representación actualizada de cara a la expectativa que tienen los católicos, transformándose así (si lo logra) en una auténtica autoridad moral de los nuevos tiempos que modificará de raíz todo el mundo presente.

Como han dicho algunos autores en estos días: “el pueblo está con el Papa porque el Papa está con la gente”. Un axioma que recorrió todos los tiempos, fue aquel que dice: “toda revolución comienza por uno mismo”, La Iglesia, parece ponerlo a prueba una vez más ¿podrá hacerlo primero en su propio seno y dar una nueva versión acorde a los tiempos? o como decimos habitualmente se lo comerá el aparato enquistado en el Vaticano?. ¿El Papa Francisco será el nuevo megáfono de las nuevas representaciones que deberán emerger como consecuencia de este hecho trascendente que produce La Iglesia para toda la Humanidad? ¿Podrá, a partir de estos gestos espirituales tan profundos y esperados por todos, trasladarlos al mundo de la política? Todo esto no sólo es un misterio divino sino terrenal que iremos develando poco a poco  en los próximos tiempos.

Desde el mundo bipolar que surgió después de la Segunda Guerra Mundial (Guerra Fría entre EEUU Y LA URS) pasando por el brevísimo período del mundo unipolar (EEUU) que se descarrilo  con sus guerras insensatas y la crisis económica interna, que aún se proyecta y arrastra a los países económicamente más débiles de Europa, hasta el emergente mundo multipolar con nuevos actores tales como los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en el escenario global y otros de enorme importancia regional con concluyente influencia en las decisiones económicas actuales, el mundo parece producir cambios con tanta aceleración que confirman sin duda encaminarse hacia el nuevo orden global. Los desafíos expuestos así para el presente milenio se deberán enfrentar aún sin contar con una conducción que clarifique la llegada del multipolarismo  que garantice la participación de todos los países libres en las decisiones globales para lograr  mayores índices de justicia social entre los pueblos del mundo.
En este contexto y con el enorme desafío que le cabe por delante, donde  La Iglesia con este viraje patea el tablero de la política internacional, se ubica en el centro de la escena global, para retomar el discurso de los pobres y las desigualdades que subyacen en el mundo, obligando así a los países más poderosos del planeta en general y a la dirigencia en particular, a tomar posiciones rápidas frente a las nuevas realidades que significa construir una sociedad mundial más justa y solidaria.

Expertos y líderes mundiales vienen señalando que Francisco, el Jesuita Latinoamericano, parece demostrar que La Iglesia está dando cuenta de que el mundo tal cual estaba configurado y organizado con un poder concentrado hoy ya no sirve para interpretar la realidad presente.
La designación de este Papa conlleva entonces un doble mensaje. Hacia adentro de La Iglesia, producir una profunda reforma que implique demoler todo signo de corrupción ya que institucionalmente no escapo al desgaste de los tiempos y hacia afuera el Vaticano como Estado deberá tomar decisiones trascendentes sabiendo que el eje geopolítico del mundo ha comenzado a cambiar definitivamente y requiere jugar resueltamente si es que quiere conservar el lugar de ser la reserva moral de toda la humanidad.
Se lo escuchó decir a Francisco en estos días:
“Uno de los capitales más importantes de la Iglesia es su autoridad moral. ¿Qué somos?¿ a qué nos reducimos cuando la perdemos?”

Finalmente queda un interrogante crucial para el futuro por devenir. ¿Podrá Francisco a partir de estos gestos, (que ya significan un cambio en sí mismos) y los cambios espirituales que se avecinan, transferirlos a la política?
Mire, todavía no me recibí de adivino como para ver el futuro, por lo tanto, como otras tantas veces, tengo que contestar con un rotundo, ¡¡no sé!! Lo único seguro que puedo decir es que estoy tan desanimado últimamente que me basta un gesto para conmoverme y de por sí solo ese hecho me motiva a decir enfáticamente ¡¡tenemos  esperanzas!!

Vicente Scordamaglia