lunes, 13 de agosto de 2012

GOLPE A GOLPE, VERSO A VERSO

GOLPE A GOLPE, VERSO A VERSO

El 20 de julio pasado se cumplió un nuevo aniversario del ya incorporado a nuestras costumbres anuales “Día del amigo”. Cientos de miles de saludos nos cruzamos entre los argentinos de todas las edades a través de las nuevas tecnologías que nos brinda la “modernidad”. A caballo de estas herramientas las distintas generaciones ¿de amigos? nos bañamos en las aguas de la sensibilidad fraternal y nos juramos, amistad eterna, amor verdadero y lealtades duraderas; quien nos viera en perspectiva (es decir desde afuera) podría inferir que somos, por sobre todas las cosas, una sociedad de verdaderos amigos (no digo que nos los tenemos) unida frente a la adversidad y mancomunada en los logros comunes; pero esto desgraciadamente no es así, solo dura lo que el calendario gregoriano establece como el transcurso de un día; al siguiente, la realidad, que nos atraviesa a todos con inusual rigor, se adueña de nuestras conductas y procede en consecuencia para revelar una vez más el verdadero testimonio de la hipocresía que significa nuestras relaciones personales en los días que restan del calendario nacional.

Esta especie de tregua que nos damos una vez al año (junto a otras fechas que promueven sentimientos similares) opera en nuestras vidas como un sistema útil que depura las contaminaciones que acumulan los sujetos en lo que José Ingenieros definiría en su época (libro) “la simulación de la lucha por la vida”.

Un acontecimiento ejemplificador es lo que sucedió seis días después (por las mismas redes sociales) con el sentido recordatorio de la muerte de Eva Duarte (Evita). Usar la imagen de Evita para cruzarse insultos entre la clase política argentina y la ridiculización que realizaron algunos periodistas a su figura con el tema de los billetes de cien pesos, sumado a la exacerbación de las mentes más obtusas que todavía quedan en nuestro país, es una ofrenda de mal gusto para quien luchó por las causas justas de nuestro pueblo y un agravio a la memoria de quien dio en vida lo mejor que tuvo (su juventud) para mejorar la situación social de los que más sufrían en ese tiempo histórico argentino.

Quizás aprendamos un día que sus enfrentamientos mas cruentos de otrora (contra la oligarquía que tenía sumergida a las clases trabajadores en la miseria) pertenecen a un pasado personal de Eva y la historia argentina que sucedió hace ya sesenta años atrás; en cambio, su legado (como sucede con todos los personajes célebres de nuestro pasado) le pertenece a todos los argentinos para imitar su ejemplo de lucha por la justicia social de todos los argentinos.

Es indudable que este tipo de enfrentamientos de unos y otros no puede ser obra de una sola persona, ni de exabruptos discursivos; en el oficialismo tiene su razón de ser en una estrategia de gobierno que apunta a dos cosas fundamentales: la primera, marcarle la cancha a la dirigencia política (tanto oficialista como a la opositora) para hacerle saber que el único que decide cómo y cuándo se hablará de candidatos presidenciables es quien conduce el gobierno nacional y la segunda establecer una agenda para entretener a los medios, quienes después se encargan a diario de amplificar los enfrentamientos de Cristina con algún enemigo “virtual” (siendo así funcionales a éste) con el claro objetivo que se hable y se discuta de lo que ella quiere y no de lo que verdaderamente sucede en el país. Así, de este modo, quien gobierna tiene la iniciativa y a la oposición, solo le queda el rol contestatario de la falsa información.

Por supuesto que todo esto tiene el propósito de ocultar los verdaderos problemas que tiene el gobierno mientras nos entretiene (al más puro estilo de Tinelli con sus escándalos que otros programas discuten a diario) con peleas de conventillo del viejo almacén disfrazado de épicas revolucionarias difundidas por cadena nacional.

¿A quién le importa la pelea del gobierno con Magneto (Clarín) mientras la verdadera inflación se come el salario de los trabajadores?

¿A quién le importa si la Presidenta prefiere a los hombres pasionales o cerebrales mientras la inseguridad se adueña de la vida cotidiana de los argentinos?

¿A quién le importa cuánto cobra la mujer de Bonelli, mientras cientos de miles de (900.000) usuarios no pueden viajar en subterráneos rumbo a sus quehaceres cotidianos?

¿A quién le importa las maniobras políticas del gobierno para neutralizar o desgastar a sus posibles competidores a la presidencia del 2015 (Scioli, Macri y ahora De La Sota) mientras se sigue escamoteando el dinero que le pertenece a las provincias?

¿Es tan pequeña la mirada política de nuestra clase dirigencial que no se da cuenta de los datos que surgen de la realidad? ¿O su ego nos les permite darse cuenta que las necesidades de la gente poco tienen que ver con sus mezquindades de poder?

A veces tengo la sensación de que los comunes mortales con nuestro sentido común, nos orientamos mejor en estas cuestiones de la política, que siguiendo a cualquier iluminado.

Quizás, habría que hacerle saber a nuestros políticos que los Dioses, los héroes y los líderes solo existen mientras los pueblos creen en ellos.

Montesquieu aseveraba con precisión al respecto: “Ningún poder sin límites puede ser legitimado”; y yo estoy seguro que el pueblo sancionará con su voto a todos aquellos que usaron el estado (municipal o nacional) para manipular la realidad que todavía espera sus respuestas.

Si un gobierno que ganó por el 54% de los votos, con mayoría en las dos cámaras legislativas, con una justicia complaciente, con apoyo mayoritario eventual de los gobernadores de las provincias de nuestro país, con la división de los principales sectores gremiales, con una dispersión de todo el arco opositor y sus partidos políticos, con récord del costo de la soja que exime de cualquier yerro a los economistas de turno, me pregunto una y otra vez a riesgo de ser tildado de ingenuo, ¿Qué más le hace falta a este gobierno para pacificar el país y resolver lo que todavía tenemos pendiente?

¿Se podrá aspirar algún día a una comunidad de amigos y entre todos buscar el bien común y la felicidad de todos sus miembros? ¿O será una utopía de algunos ingenuos como yo que todavía creen que construir un país mejor todavía es posible?

VICENTE SCORDAMAGLIA