Artículo de opinión
LA GUERRA DE
LOS ROSES
POR: Vicente
Scordamaglia
Todos los días nuestro país se despierta con un episodio
nuevo que nos sorprende y nos señala que aun y a pesar de todo, los argentinos
conservamos nuestra capacidad de asombro. Esta vez le toca a los chats, versión
actualizada de las antiguas pinchaduras de teléfonos que utilizaban los
servicios de inteligencia en la década del 70. Todas estas operaciones tienen
para los opositores al gobierno un sabor amargo ya que estas luchas que se creían
estaban destinadas a esmerilar al oficialismo se dan en el interior de la
propia fuerza opositora al gobierno, son ellos hoy en día quienes la padecen.
Dentro de la coalición opositora se está dando una pelea de
fondo, una lucha sin cuartel por el cargo más preciado: ¡la próxima candidatura
presidencial! y es allí donde descarnadamente se dá esta confrontación sin
importar a esta altura, los girones que van dejando en el camino.Estos
aprendices de espías no sirven ni para emular al mismísimo Super agente (86).
Los contendientes que se disputan el máximo trofeo ya se sabe,
tienen conexiones muy profundas con lo peor de la política que se nutre a su
vez de lo más turbio que anida en el seno de los servicios de inteligencia,
usina esta de los episodios más nefastos que se producen en la nación en los
últimos cuarenta años de democracia. Es como si estuviéramos viendo una
película de dobles agentes que trabajan para uno y otro bando; lo cierto es que
la pelea de fondo está haciendo que emerja lo peor de la política que anida en
el espacio que se ufana a diario de ser los defensores de la república:
república esta que solo les sirve mientras ésta esté al servicio de sus
intereses.
La interna nacional que asoma ser despiadada está al rojo
vivo y le exige a la dirigencia nacional de todos los espacios partidarios,
sacar todos los trapitos al sol lo cual están convirtiendo a la política en un
conventillo nacional.
En otro orden de cosas los episodios que se produjeron en Brasil, ya mismo antes de asumir Lula y a
la semana después de haber asumido como presidente de Brasil, están dejando al
descubierto las claras intenciones que tiene la extrema derecha en el mundo, el
objetivo es: si no pueden llegar al poder por elecciones libres al menos se
dedican a entorpecer los planes del oficialismo con el único objetivo de desgastar a los gobiernos que acaban de
asumir. Esto mismo hicieron en nuestro país no solo no apoyaron las medidas de
gobierno en favor del pueblo, sino que trabajaron con una consigna que los pintó descarnadamente,
desgastar todo lo posible que se pueda al gobierno actual vaciándolo de
contenido para que no pueda ejercer el poder; este es el diseño que adoptaron
como estrategia opositora, el mismo que han puesto en práctica en varios de los
países Sudamericanos, esto es: conservar el poder al precio que sea. Ya no hay
tiempo para sutilezas y mucho menos para eufemismos: a las cosas por su nombre;
la alianza opositora entre la justicia, la política y los medios de
comunicación son su mejor argumento a la hora de organizar propuestas que den
crédito al proyecto que intentan imponer.
Hoy más que nunca estos mercaderes del odio están sacando a
la superficie todas las trapisondas que les permita desgastar al gobierno, que
se encuentra en su doble tarea de gobernar por un lado y por otro atender sus
propias contradicciones al tiempo de definir en un marco de “unidad” las
próximas candidaturas que le permita al oficialismo ser competitivo y hasta si
acierta en la oferta electoral con sus candidatos ganar las próximas elecciones
en primera vuelta.
El mundo no está para bollos, los episodios internacionales
que desvelan a la sociedad mundial en la hipótesis de un enfrentamiento militar
entre alguno de los países que disputan la hegemonía internacional está a la
vuelta de la esquina; de allí que los países periféricos están tomando
posiciones en el orbe internacional. Las posiciones cada vez más radicalizadas
ofrecen un campo minado a la hora de encontrar un sendero libre de peligros y
acechanzas por donde avanzar, es por ello, que la toma de posiciones de las
naciones se hace inevitable. Los recursos se acaban, las economías colapsan y
la tolerancia de los pueblos agota su paciencia mientras tanto crece el temor
de una confrontación de carácter mundial: esta creencia se esparce día tras día
sin que los poderosos encuentren soluciones alternativas para dirimir sus
diferencias y detener esta locura que nos pondrá inexorablemente a las puertas
del exterminio generalizado haciendo realidad las predicciones más
desalentadores de los peores profetas del odio.