miércoles, 1 de marzo de 2023

 

Artículo de opinión

LA GUERRA DE LOS ROSES

POR: Vicente Scordamaglia

Todos los días nuestro país se despierta con un episodio nuevo que nos sorprende y nos señala que aun y a pesar de todo, los argentinos conservamos nuestra capacidad de asombro. Esta vez le toca a los chats, versión actualizada de las antiguas pinchaduras de teléfonos que utilizaban los servicios de inteligencia en la década del 70. Todas estas operaciones tienen para los opositores al gobierno un sabor amargo ya que estas luchas que se creían estaban destinadas a esmerilar al oficialismo se dan en el interior de la propia fuerza opositora al gobierno, son ellos hoy en día quienes la padecen.

Dentro de la coalición opositora se está dando una pelea de fondo, una lucha sin cuartel por el cargo más preciado: ¡la próxima candidatura presidencial! y es allí donde descarnadamente se dá esta confrontación sin importar a esta altura, los girones que van dejando en el camino.Estos aprendices de espías no sirven ni para emular al mismísimo Super agente (86).

Los contendientes que se disputan el máximo trofeo ya se sabe, tienen conexiones muy profundas con lo peor de la política que se nutre a su vez de lo más turbio que anida en el seno de los servicios de inteligencia, usina esta de los episodios más nefastos que se producen en la nación en los últimos cuarenta años de democracia. Es como si estuviéramos viendo una película de dobles agentes que trabajan para uno y otro bando; lo cierto es que la pelea de fondo está haciendo que emerja lo peor de la política que anida en el espacio que se ufana a diario de ser los defensores de la república: república esta que solo les sirve mientras ésta esté al servicio de sus intereses.

La interna nacional que asoma ser despiadada está al rojo vivo y le exige a la dirigencia nacional de todos los espacios partidarios, sacar todos los trapitos al sol lo cual están convirtiendo a la política en un conventillo nacional.   

En otro orden de cosas los episodios que se produjeron  en Brasil, ya mismo antes de asumir Lula y a la semana después de haber asumido como presidente de Brasil, están dejando al descubierto las claras intenciones que tiene la extrema derecha en el mundo, el objetivo es: si no pueden llegar al poder por elecciones libres al menos se dedican a entorpecer los planes del oficialismo con el único objetivo  de desgastar a los gobiernos que acaban de asumir. Esto mismo hicieron en nuestro país no solo no apoyaron las medidas de gobierno en favor del pueblo, sino que trabajaron con  una consigna que los pintó descarnadamente, desgastar todo lo posible que se pueda al gobierno actual vaciándolo de contenido para que no pueda ejercer el poder; este es el diseño que adoptaron como estrategia opositora, el mismo que han puesto en práctica en varios de los países Sudamericanos, esto es: conservar el poder al precio que sea. Ya no hay tiempo para sutilezas y mucho menos para eufemismos: a las cosas por su nombre; la alianza opositora entre la justicia, la política y los medios de comunicación son su mejor argumento a la hora de organizar propuestas que den crédito al proyecto que intentan imponer.

Hoy más que nunca estos mercaderes del odio están sacando a la superficie todas las trapisondas que les permita desgastar al gobierno, que se encuentra en su doble tarea de gobernar por un lado y por otro atender sus propias contradicciones al tiempo de definir en un marco de “unidad” las próximas candidaturas que le permita al oficialismo ser competitivo y hasta si acierta en la oferta electoral con sus candidatos ganar las próximas elecciones en primera vuelta.

El mundo no está para bollos, los episodios internacionales que desvelan a la sociedad mundial en la hipótesis de un enfrentamiento militar entre alguno de los países que disputan la hegemonía internacional está a la vuelta de la esquina; de allí que los países periféricos están tomando posiciones en el orbe internacional. Las posiciones cada vez más radicalizadas ofrecen un campo minado a la hora de encontrar un sendero libre de peligros y acechanzas por donde avanzar, es por ello, que la toma de posiciones de las naciones se hace inevitable. Los recursos se acaban, las economías colapsan y la tolerancia de los pueblos agota su paciencia mientras tanto crece el temor de una confrontación de carácter mundial: esta creencia se esparce día tras día sin que los poderosos encuentren soluciones alternativas para dirimir sus diferencias y detener esta locura que nos pondrá inexorablemente a las puertas del exterminio generalizado haciendo realidad las predicciones más desalentadores de los peores profetas del odio.