lunes, 3 de junio de 2013

DÉCADA

 DÉCADA
“Nada se pierde todo se transforma”

El creciente sentimiento anti-oficialista que se percibe en el ámbito nacional, preocupa más, por la terquedad de la Presidenta en insistir gobernando sólo para el país del relato, que por las aisladas manifestaciones destituyentes  que puedan hacer peligrar la institucionalidad de nuestro golpeado sistema de convivencia. Las medidas que sigue tomando el Poder Ejecutivo, orientadas a diseñar un país a medida de sus intereses, irritan a la sociedad argentina, tanto más por los episodios que Lanata pusiera al descubierto con las graves trapisondas del grupo gobernante, que por la falta de un rumbo cierto que organice a toda la sociedad argentina en la búsqueda común de un futuro mejor.

El desconcierto del poder ejecutivo tras la sucesión de traspiés en la gestión de gobierno, amenaza abrir la caja de Pandora para desatar desde este momento todos los males juntos sobre nuestro país, que requiere como nunca, de una dirigencia templada y responsable para operar en situaciones complejas como éstas, conteniendo las pasiones y  los espíritus más exaltados de nuestra sociedad, para construir una alternativa de poder en el corto plazo.

La confianza es uno de los valores fundamentales para cualquier empresa humana que pretenda ser exitosa. Por el contrario, la pérdida de ella asegura un fracaso seguro.
El gobierno de Cristina, luego de haber ganado las últimas elecciones por un margen de adhesión considerable, (que con una buena gestión hubiera garantizado ser un gobierno exitoso) en poco menos de dos años, se dedicó a dinamitar la confianza otorgada por el pueblo sometiendo a toda la sociedad argentina a una tensión permanente (e innecesaria) de estériles enfrentamientos ideológicos, que terminó por desbordar la escasa tolerancia a la frustración de los argentinos, configurándose de esta manera, una sociedad  fragmentada con el agravante de tener un escenario intrincado por la falta de salidas inmediatas que ofrecen los tiempos electorales de la democracia.   

Las elecciones legislativas del año en curso, ofrecen una oportunidad para la sociedad y un problema para el normal desarrollo de la democracia.
La oportunidad está dada en función de que en el corto plazo la ciudadanía tiene la opción de elegir nuevos representantes en las dos cámaras legislativas, esto es la mitad de los Senadores y la otra mitad en Diputados; en este caso, si la oposición consigue arrebatarle la mayoría al Gobierno Nacional estará en condiciones de proponer una alternativa de gobierno para el 2015, en este caso la democracia retomará el poder de control preservando la independencia de los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) para evitar que el Gobierno avasalle La Constitución Nacional y pergeñe cualquier maniobra que habilite a un tercer mandato de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Por el contrario, la continuidad de este Gobierno por los procedimientos ilegales que ya se exponen sin tapujos, dejará a La República secuelas tan profundas que costará, como sucedió en el pasado, el tránsito de una generación de argentinos para subsanar las heridas que dejará cualquier intento de arrebatarle a nuestro pueblo, el instrumento imprescindible para vivir en libertad.

Pero si ustedes creen que esto es todo lo que puede dar de sí el Kirchnerismo en su afán de persistir, todavía no vieron lo mejor.
Si todos los caminos legales terminan por acorralar al Gobierno Nacional en su propósito medular, pocas chances le quedan entonces para reinstalar algún tipo de reforma electoral; en ese caso algunos brujos de las alquimias gubernamentales se preparan (al tener la justicia bajo el control político) para diseñar un plan electoral a medida, que promueva un pronunciamiento masivo en las dos próximas elecciones a favor de los candidatos del gobierno y en especial el de Cristina Fernández de Kirchner; pero usted se preguntará ¿cómo podrían hacerlo si tienen la adhesión más baja de toda la década de gestión desde que Néstor asumiera como Presidente?: con la manipulación de los votos, lo que  comúnmente se conoce como fraude electoral. Este mecanismo permitiría mostrar, no ya sólo a los argentinos sino al mundo entero, que las mayorías en nuestro país siguen apoyando a La Presidenta; y, a la falta de alternativas claras al oficialismo por parte de la oposición y antes del fin de mandato de los legisladores actuales (recuerde que el oficialismo tiene mayorías en las dos cámaras y una justicia servil al poder) el Gobierno podría lanzarse a la temeraria aventura del asalto final sobre la Constitución Nacional con apoyo de algunos Diputados salientes.

Poco margen de maniobra le va quedando al Gobierno para revertir la anemia que padece con relación a figuras capaces de representar al Kirchnerismo en el poder, la diputada Diana Conti así se lo hace saber a toda la sociedad proponiendo al desgastado vicepresidente Amado Boudou; más que una operación de prensa o globo de ensayo para testear a la opinión pública, parece una acción desesperada tiempo antes de resignarse y aceptar lo que está establecido en La Constitución Nacional y en la conciencia de los argentinos.

Sin embargo en todos los corrillos políticos comenzó a deslizarse una pregunta crucial ¿Y así sin más el Kirchnerismo se iría del poder?

Busquemos respuestas en los comienzos de este ciclo de nuestro país encarnado en Néstor Kirchner.
El kirchnerismo como movimiento reformador se encuentra en la última fase  de su expansión; es posible que sin el Chavismo hubiera sido  un gobierno apenas mejor que La Alianza; el movimiento venezolano necesitaba a la Argentina dentro de su política exterior para consolidar un liderazgo dentro de la región, con un eje ideológico antiimperialista que baja desde Cuba, logra hegemonizarse en Venezuela y pasa por Ecuador, Bolivia, Nicaragua y finaliza en Argentina, convengamos aquí que el aporte de Brasil, Chile de Bachelet, Uruguay y Paraguay hacen su aporte (a este movimiento de “centro izquierda” de la región) como países independientes de este núcleo de países anteriormente mencionados que sí lo son de esta movida regional.
En lo que respecta a nuestro país, Chávez asistió a Néstor con la economía  nacional (comprando bonos o préstamos a tasas de usura y enviando fuel oil por la falta de inversión en energía) que por ese entonces se hallaba devaluada por efecto de la debacle del 2001.
A esta ayuda decisiva para la economía de nuestro país, Néstor le correspondió a Chávez siendo funcional para consolidar su liderazgo en la región y éste influyó sobre la política argentina introduciendo en nuestro país un contenido “ideológico revolucionario” que había quedado perdido en el tiempo de nuestra historia y que el Kirchnerismo sobre todo, no tenía antes de asumir el poder. A esta simbiosis del matrimonio Kirchner, que aceptó con entera satisfacción, le siguieron los distintos acuerdos  realizados (con planes y subsidios) con sectores muy activos de nuestra sociedad que venían ganando la calle desde los episodios del 2001, desarrollando a partir de allí un relato sesgado de la realidad nacional creando sus propios héroes y símbolos que hábilmente transformaron en banderas de lucha.   

Este breve y útil comentario servirá para responder el interrogante planteado.
Estamos frente a un episodio que sólo se puede comprender política y económicamente, analizándolo en el marco de toda la región; desde lo político, así como en el ascenso de Chavez, La Argentina era fundamental para sostener este proyecto regional, también lo puede ser para su caída. Si el Chavismo sumamente debilitado tras la muerte de su mentor y producto de ello el avance de Capriles, su principal opositor (en donde prácticamente empató las elecciones recientes) le sumáramos la pérdida de Argentina como principal aliado, el proyecto inspirado en Cuba por los hermanos Castro y liderado por Chavez en toda la región, comenzaría su ocaso final. Es en este sentido donde se puede encuadrar el enorme flujo de dinero (denunciado por Lanata) transferido a manos de amigos o testaferros de los Kirchner, con el único fin de sostenerse, aún desde el llano, en caso que sea necesario, y con el propósito de volver a ocupar el poder antes de que se consolide en la región y en nuestro país, otro modelo como podría ser alguna versión neoliberal con características nacionales. 
Quisiera destacar aquí que, en otros tiempos políticos y con un contexto diferente, se estaría planteando a esta hora una permanencia en el poder por métodos violentos (también de otros tiempos) que las sociedades de nuestro continente, como así también los argentinos, vienen desterrando definitivamente. (Por más que algunos grupos aun tengan esta hipótesis de conflicto y se organicen en función de ello)
Sin embargo sería posible un pronto retorno al poder del Kirchnerismo sin apelar a métodos violentos desde un despliegue económico de envergadura con apoyo de Venezuela, primero “hostigando al nuevo gobierno” para debilitarlo, y luego arrinconado derrotarlo en elecciones sucesivas.    

Como vemos y nos recuerda el estribillo de una canción que hizo furor en su tiempo: “Nada se pierde todo se transforma”
Entonces creo que cabe preguntarse con total legitimidad, ¿En qué se transformará el Kirchnerismo una vez que deje de estar en el Gobierno?
 
VICENTE SCORDAMAGLIA