Artículo de opinión
UN PASO ATRÁS PARA REVISAR LO ANDADO
Por: Vicente Scordamaglia
Mario Benedetti escribió
sobre la necesidad de hacer un alto en la vida cotidiana para "...
Examinar el pasado rubro por rubro / etapa por etapa / baldosa por baldosa / y no
llorarse las mentiras / sino cantarse las verdades".
Es lo que hace el caminante, luego de haber avanzado un largo
trecho: toma asiento y mira para atrás para ver la senda recorrida y
reflexionar sobre la que le falta recorrer.
Es que no se me ocurre
otra forma posible para construir el futuro sino es con la elaboración del
pasado, reservorio este de lo bueno y lo malo que nos ocurrió.
No siempre suele ser
infalible el relato que dice que no debemos volver atrás como intenta instalar
el oficialismo para torcer la voluntad del electorado nacional, sobre todo
aquellos que todavía están indecisos. Quizás, cuando los gobiernos no dan las
respuestas esperadas los pueblos tengan que retroceder un paso atrás y revisar
lo andado. Tampoco es cierto que el proceso de crecimiento implica ir hacia
delante de cualquier manera para dejar atrás aquello que suponíamos era
“nocivo” para nuestro presente y futuro, máxime cuando lo que se tenía a mano
como instrumento para el cambio terminó siendo un elemento al servicio de un
programa de ajuste, que en la práctica no solo sirvió para fortalecer a algunos
pocos sino que demandó un esfuerzo a la mayoría de los argentinos sin recibir
ningún beneficio a cambio.
Allá por el 2015 los ejes de la campaña del Frente Cambiemos
y sus propuestas de desarrollo fueron sin duda atractivos, en especial para las
capas medias y medias bajas de los argentinos que en verdad creyeron que se
venía un tiempo nuevo y sobre todo se
vislumbraba en el horizonte un cambio en las viejas prácticas políticas,
aquellas que habían llevado a los argentinos casi a las puertas de la falta de
credibilidad en su clase dirigente y todo el sistema democrático, pero a poco
andar, el gobierno y sus adláteres, mostraron su verdadero rostro. Avanzaron
frenéticamente hacia la destrucción de todo aquello que tuviera valor
reivindicativo para nuestro pueblo en especial de la masa de trabajadores. Esto
tiene una explicación, el plan concebido (así dicen) es el de “modernizar” el
país y vincularlo con el mundo globalizado, para ello se requiere de una nación
para pocos con un estado benévolo que instrumente leyes que permitan la entrada
y salida de capitales hasta vaciar las arcas del mismo Banco Central, si así
fuera necesario. Para ello la Nación Argentina
debe demoler dos baluartes para la inmensa población de argentinos, uno es la reforma
previsional y la consecutivamente reforma laboral, ambas leyes de las más
revolucionarias y progresistas que tienen los argentinos, entorpece los planes
que tienen las élites que estarían dispuestas a invertir en nuestro país, o en
su defecto ellos mismos quienes nos gobiernan, estarían dispuestos a traer sus
capitales que tienen resguardados en el
exterior.
Dos connotaciones
tiene el plan destinado para los argentinos al cual debe sumar su esfuerzo sin
beneficio de ganancias: uno son los intereses comerciales de los EEUU y el otro
tiene que ver con la estrategia (geopolítica) de desarrollo militar en todo el
continente americano implementado por EEUU en su lucha comercial con China y
consecutivamente con el gigante Ruso. Es evidente que en este contexto los
jubilados y los trabajadores que dependen de un desarrollo productivo ¡sobran!
Y para ello solo alcanza con una “burguesía” asentada en los centros urbanos de
las provincias argentinas.
Para ello conviene hacer un poco de historia:
tres modelos dominaron nuestra economía a lo largo de toda la historia argentina, estos fueron en su tiempo y a
grandes rasgos, los organizadores de toda la actividad social, política y
cultural que con el tiempo, construyó una matriz institucional que modeló la
mente y dio forma a los instrumentos de la economía de los argentinos; sin
ello, entre idas y vueltas, nuestro país no hubiera podido alcanzar la
condición de una nación independiente, que a partir de allí comenzó a germinar
la semilla de una república naciente que permitió que Argentina se exhibiera
ante el mundo (de esa época) a través de fortalecer un Modelo ganadero
exportador.
Este modelo básicamente
estaba en manos de las élites criollas (terratenientes) que con el desarrollo y
la expansión de la economía, se fue convirtiendo en un modelo agro exportador.
La conversión agrícola ganadera
posibilitó un desarrollo superior al incorporar a grandes contingentes de
inmigrantes que básicamente se volcaron a la actividad agropecuaria
complementaria de la ganadería y sus derivados. Con el valor agregado de
nuestros productos primarios y su expansión, Argentina comenzó un desarrollo
ininterrumpido hasta conformar un modelo industrial productivo y exportador que
alcanza, entre la primera y la segunda guerra mundial altísimos índices de
crecimiento que posibilitó el surgimiento de una vigorosa clase media vinculada
con las élites asentada fundamentalmente en las grandes ciudades de Buenos
Aires y las principales provincias de nuestro territorio nacional. Cabe
destacar aquí que hasta entonces, el modelo en desarrollo, no tenía en cuenta la incorporación de la clase
trabajadora que luchaba por incorporarse al modelo en crecimiento y conquistar
los mismos niveles y beneficios que exhibía la clase media especializada de la
república (Maestros, médicos, abogados contadores, pequeños comerciantes y otros)
lo que generó los primeros conflictos.
Hasta allí, la
república convertida en granero del mundo (como se la llamaba) aprovechó y
desplegó todo su potencial, que insumía cada vez más mano de obra (escasa en
nuestro país en esa época) que posibilitó el ingreso de grandes contingentes de
inmigrantes para suplir esa falencia transformándose en una de las economías
más prósperas de la época. Pero este modelo económico, no contemplaba obtener mecanismos
de redistribución lo que originó con el tiempo una profunda inequidad social y
cultural que se hizo visible ni bien los obreros comenzaran a organizarse a
través de sus peticiones laborales y una mejora en la distribución de la
riqueza.
Hizo falta la llegada
del peronismo para corregir dicha anomalía que arrastraban los modelos
económicos desde su origen para conformar un modelo industrial productivo, que
como consecuencia desplegó para la inmensa mayoría de los argentinos un nuevo
contrato social que dio origen a una profunda reforma laboral y económica con
justicia social.
Finalmente cuando se
habla de la disyuntiva que tienen los argentinos en las próximas elecciones
entre volver al pasado o encaminarse al futuro, es claro lo que se dice pero
más claro aun es lo que se juega: es la elección de un contrato social que
desarrolle un modelo productivo de pleno empleo que promueva la equidad como
valor fundamental entre todos los argentinos de bien o en su defecto seguir
encadenados a un modelo (para pocos) financiero, improductivo y especulativo
que siga dejando jirones de miseria en todo el territorio nacional.