miércoles, 14 de abril de 2021

Artículo de Opinión

MEDIOS DE COMUNICACIÓN: ENTRE LA OBJETIVIDAD PERIODÍSTICA Y LOS INTERESES ECONÓMICOS DE LAS EMPRESAS MEDIÁTICAS?

Por: Vicente Scordamaglia

 Cuenta una antigua leyenda esquimal que un viejo pescador que se decía interiormente habitado por dos perros, uno blanco y el otro negro que se enzarzaban en continuos combates. Cuando sus oyentes le preguntaban quién solía ganar esas riñas, él contestaba “aquel al que alimento” 

Se sostiene casi como una verdad revelada que los argentinos vivimos sentados en una grieta histórica que nos impide desplegar todo nuestro potencial como nación libre y soberana. ¿Es realmente esto cierto o es un invento que  sostienen los medios de comunicación  para fomentar y alimentar este sentimiento social que pone en guardia y predispone a toda la sociedad a librar a diario una batalla “épica”  (y ficticia) que consume gran parte de nuestras energías?

Entremos un poco en el tema para ver hasta dónde llega esta falacia y a quienes beneficia. Los medios de comunicación se nutren básicamente del dinero proveniente de la pauta oficial por un lado y de la publicidad privada por otro; ambos ingresos provienen de intereses bien definidos: la pauta oficial interviene en el “negocio” de las empresas mediáticas a través de publicaciones que dan cuenta de las acciones del gobierno de turno (sea este del signo político que sea) y la publicidad privada lo hace a través de publicitar los productos que vende; hasta aquí no hay nada que objetar, el problema empieza a enturbiarse en el momento en que ambos cotizantes imponen condiciones en defensa de sus intereses, sean estos políticos, comerciales o ideológicos, esto implica a priori abandonar la objetividad periodística, valor indelegable del periodismo independiente, por relatos que tergiversan la realidad que debe ser informada sin aditamentos para el consumo masivo de la gente, sin intervención subjetiva de quien la emite o en el peor de los casos con la clara intención de quien manipula la verdad tal cual es por operaciones falaces destinadas a favorecer a facciones políticas o grupos económicos de poder.          

Es indudable que los medios de comunicación se han convertido en un poder que opera a nivel global con ramificaciones impensadas constituyéndose en la actualidad en un fenómeno complejo de interpretar acabadamente. Los medios de comunicación son en definitiva empresas de la información y los sujetos productores de esa información son los periodistas que en realidad gozan de una alta credibilidad en la sociedad a la hora de interpretar los episodios que devienen del acontecer político, económico y social de la sociedad. Este fenómeno se fue consolidando en la medida en que fueron perdiendo credibilidad los sectores que históricamente debieron ser los encargados de levantar la problemática de la sociedad esto es: la dirigencia política y la dirigencia gremial fundamentalmente.

Este es un aspecto a tener en cuenta ya que la crítica más virulenta ejercida desde los medios de comunicación está destinada a desprestigiar sistemáticamente a ambos sectores creando la confusión reinante.     

Los políticos se sienten perseguidos por estos aludiendo que sus investigaciones son falaces en tanto que el periodista de investigación solo toma cuestiones parciales de la realidad que no llegan a constituir la totalidad de la realidad circundante; en este sentido, el periodista en cuestión tiene todas las posibilidades de convertirse por su posición frente al público, en fiscal de las “verdades” relativas que consumimos sin verificar (o sabiendas) acerca de su veracidad y la honradez de quien las emite, esto quiere decir que es un blanco posible (predilecto) de prestarse a operaciones de otros intereses que no sean exclusivamente la búsqueda de la verdad. 

No debería buscarse con este análisis  la polémica desmesurada ni el escándalo desorbitado para lograr algún resultado marketinero sino más bien, el estímulo del pensamiento crítico y la reflexión constructiva en aras de mediar entre la realidad de la gente y la veracidad de los hechos nacionales para construir medios de comunicación cada vez más libres e independientes.

La influencia de las redes sociales en la vida cotidiana de los ciudadanos ha modificado para siempre la forma en la que la gente se informa acerca de lo que sucede en el mundo y en su entorno circundante asumiendo que lo que recibe y consume es la “verdad objetiva” de los hechos que sin duda influirá sobre su conducta y las decisiones que debe asumir en la vida.

Las nuevas formas de comunicación hacen que el sujeto esté informado en tiempo real, imprimiendo al acontecer social, político y económico, una dinámica imposible de decodificar eficazmente lo que en su defecto se elige por el atajo que en la mayoría de los casos es imposible distinguir entre la verdad o la (ficción) o en el peor de los casos, la mentira. La carrera cotidiana de las empresas informativas por mantener el rating bien alto, es un ejercicio fatigoso y agotador que obliga a las producciones periodísticas a largas horas sostenidas de programación lo que implica amplificar cualquier hecho que capte la atención de la gente; somos ¡sujetos de la información! y las empresas mediáticas lo saben mejor que nadie, por ello, se nutren de periodistas que decidieron vender su alma al diablo tomando partido sin eufemismos, en una lucha de intereses económicos que les está dando suculentos  dividendos a periodistas socios a esta altura de las empresas mediáticas que no dudaron en transformarse en mercenarios. Todo el prestigio ganado en los últimos años lo vendieron por moneditas utilizando como contraprestación de servicio por el lawfare  alejado de toda objetividad periodística, valor fundamental de proximidad a la verdad.

En este sentido ¿está la Argentina habitada por dos perros salvajes (como cuenta la leyenda esquimal) que se enzarzan continuamente en una lucha sin cuartel alimentados por perversos adiestradores que alimentan  a las bestias sin parar con el único fin de terminar por devorarse a su oponente?: no lo sé, lo único cierto es lo que está ocurriendo, como decía Mahatma Gandhi: “ojo por ojo y el mundo quedara ciego”