Artículo de Opinión
ARGENTINA UNA REALIDAD FUERA DE CONTROL
Por: Vicente
Scordamaglia
NIETZCHE:
“Solamente
aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”
El planeta marcha hoy en día a la velocidad que le imprime las
redes digitales. Los instrumentos digitales y las redes son su motor de
competición. Argentina no escapa a esa realidad insoslayable, y mucho menos al
flujo de las nuevas tendencias que provienen de esa especie de mundo que
estamos construyendo, que en todo caso y por las atrocidades que se cometen a
diario en todo el mundo, se parece cada vez más a un inframundo propio de un
relato de ultratumba de tiempos en que la vida estaba llena de creencias
fantasmagóricas que como así hoy, nos impide construir un futuro mejor para
todos.
Todo cambio (y esto es inevitable) que se desarrolle en una
nación, implica grandes sacrificios para su gente, en especial para los que
menos tienen: restructuración de la economía, de los sistemas de producción,
reformas políticas, laborales, impositivas y judiciales e institucionales son
algunos, entre otros que se me antoja son los pilares de un nuevo modelo de
país que se intenta instalar; pero si no se es capaz de poner una red social
que contenga los reclamos de las clases desplazadas de la sociedad que el mismo
modelo propone, ningún cambio será factible de realizarse si no cuenta con la
legitimación necesaria por parte de toda la sociedad.
Mientras en todo el planeta se siente el impacto de la
disputa de fondo que están librando los poderosos: carrera armamentista y
guerra comercial para ver quién se queda con la hegemonía económica, política y
militar del nuevo orden internacional, en nuestro país reñimos por cuestiones
mucho más elementales como la de instalar por parte de la oposición una emergencia
tarifaria que retrotraiga las tarifas de los servicios básicos (luz, gas, agua
y otros) a valores más accesibles para que la gente pueda pagarlos, y no lo que
estamos viendo hoy en día facturas con valores exorbitantes que están diezmando
la economía de los asalariados en general y sus familias, sembrando una
acelerada fatiga de todos los sectores en general, que a partir de un gobierno
que se muestra inclemente y voraz por recortar todas las conquistas laborales,
atropella obcecadamente con las esperanzas de los trabajadores argentinos y
empobrece sin piedad a una clase media
vergonzante que comienza a despertar
tras un letargo temporal que hizo que este gobierno avanzara sin control
sobre los derechos de las grandes mayorías.
A decir verdad, son pocos los que aún confían en los
moralizadores de la política, mucho menos en aquellos que se arrogan una
autoridad moral que no se sabe bien quien se la ha otorgado, pero si la moral
que profesan algunos personajes vinculados con el oficialismo están haciendo la
vista obesa por no delatar los focos de corrupción del gobierno actual, y oídos
sordos con las prácticas que utilizan para administrar los dineros públicos, en
este sentido es poca la diferencia que se observa entre los oficialistas y los
opositores.
La popularidad de Milei se agota en la misma medida en que se
extingue la credibilidad de la gente; Este gobierno que pretende gobernar a
discreción se está poniendo la argentina de sombrero con prácticas autoritarias
imponiendo todo aquello que decían, había que cambiar.
El gobierno nacional comienza a
rascar el fondo de la olla, la falta de inversiones significativas que permita
la realización de emprendimientos importantes que generen puestos de trabajo de
calidad (así decían en la campaña) y con ello retomar el camino de un
crecimiento sostenido, comienza a ser en la realidad una quimera inalcanzable.
La imagen patética del presidente Milei
con un montaje en derredor de su imagen, comienza a deteriorarse aceleradamente
rosando el ridículo, lugar este donde la política no tiene retorno.
La realidad argentina comienza a recorrer
por un sendero peligroso que en la medida de perder rotundamente la iniciativa en
las próximas elecciones el gobierno puede ponerse fuera de control con las
consabidas consecuencias.
Los escasos aumentos que reciben
algunos sectores que todavía no paso la motosierra apenas alcanza para cubrir
la pérdida adquisitiva de las grandes masas laborales, ya que gran parte de sus
magros salarios son utilizados para el pago de servicios, que hoy el gobierno
nacional pretende que las provincias corran con el costo político y económico
de una medida que se parece más a un manotazo de ahogado que a una medida
virtuosa y planificada. Desplazar en las provincias la baja de algunos
impuestos para paliar el salvaje ajuste tarifario puede significar un
movimiento peligroso como la decisión de un suicida a punto de ejecutar su obra
macabra (final).
A si se encuentra a economía
argentina a la caza y la pesca de cuanta caja con plata se encuentre en el
camino de su derrotero final tan anunciado.
Los episodios de corrupción que
conmueven a la sociedad toda, pone en jaque el plan económico del gobierno que
ya se ven las limitaciones de un modelo que deja a las tres cuartas parte de la
sociedad por lo que es la muestra palmaria de la extinción de un modelo que
solo ve que le sierre las cuentas del déficit fiscal.