miércoles, 24 de agosto de 2016

LA DELGADA LÍNEA QUE SEPARA A LOS CANDIDATOS

LA DELGADA LÍNEA QUE SEPARA A LOS CANDIDATOS

Más allá del bien o del mal la política tiene un proceso inevitable de soslayar, y es que la voluntad de la población tarde o temprano va determinando la agenda de los políticos y no al revés. Las necesidades del conjunto establecen las prioridades a seguir y en el mejor de los casos, los pueblos suelen dar el tiempo suficiente a sus gobernantes en tanto perciban que su demanda esté atada a una necesidad superior que justifique la espera para resolver sus necesidades, es decir: la construcción de un proyecto que los incluya.

El proceso político argentino es singular en sí mismo, ya que a partir de la debacle institucional que sufrió en el 2001 quedaron desacreditadas todas las representaciones políticas y partidarias. Los gobernantes que se sucedieron a ese episodio desgraciado para el país, realizaron, sin lograrlo, grandes esfuerzos para restituir el valor de la política y en particular de la máxima autoridad, esto es: ¡La figura Presidencial! En este contexto y luego del período de transición en que gobernó un presidente surgido de una asamblea constituyente (Eduardo Duhalde), la democracia argentina comenzó a transitar periodos más o menos estables que confirman al proceso democrático argentino a partir de allí, como aquel que mejor refleja las grandes contradicciones de la época y  de sus democracias. A la debilidad institucional y la falta de ejercicio del poder del gobierno de De La Rúa y luego del interregno de Duhalde, le siguió un gobierno “fuerte” con grandes rasgos autoritarios como lo fueron primero el de Néstor Kirchner y después el de Cristina Fernández.
Este largo período de alternancia matrimonial de los Kirchner y luego del hartazgo de gran parte de los argentinos, sobreviene un gobierno de matices moderados, como es el del Ing. Macri que propone grandes cambios; estos cambios poco explicitados hasta ahora, tienen el voluntarismo de los grandes proyectos que se anuncian con palabras y gestos grandilocuentes pero que en la realidad por el momento, no llegan a concretarse; si esto es así, y el nuevo gobierno no consiguiera sacar a La Nación del estancamiento en el que se encuentra, no podrá trascender mas allá de hacer una buena gestión y dejar una administración un poco más ordenada que la que dejó el Kirchnerismo, en ese caso será un gobierno de transición parecido al de la presidencia de Sebastián Piñera en Chile (por tomar un caso de transición en la región)
Mientras tanto, los partidos políticos en Argentina siguen mostrando su ineficacia para abordar la problemática nacional, que a juzgar por la conducta de sus integrantes diseminados en todos los frentes existentes del país, tendrán poca incidencia en el futuro electoral inmediato, por tanto, la disputa, seguirá siendo entre las últimas tres coaliciones que disputaron la presidencia integradas por dirigentes provenientes de todos los sectores políticos del mapa electoral congregados en esos tres espacios.
Esta situación anómala, muestra con claridad la pérdida de identidad partidaria más trascendente que se ha visto en toda la historia democrática de Argentina, como consecuencia de ello, los tres emergentes de este peculiar escenario seguirán disputando el poder político de Argentina, esto es: Mauricio Macri con el frente CAMBIEMOS, Cristina Fernández con el FRENTE PARA LA VICTORIA y el FRENTE RENOVADOR liderado por Sergio Massa, destacándose en este escenario versiones políticas bastante similares con la peculiaridad que tienen estos para  remplazar a los dos partidos tradicionales y uno emergente (tal es el sistema democrático de occidente) dejando atrás al bipartidismo como lo fue en los últimos sesenta años con el Radicalismo y el Peronismo y un tercero emergente según la ocasión.
En este escenario complejo que se avecina, ya se observan distintas estrategias pergeñadas por los distintos actores de cara a las próximas elecciones intermedias del 2017. En el caso  del Cristinismo, intenta tensionar la situación política al límite de su tolerancia para negociar desde una posición de poder; apaciguar a los jueces que se lanzaron con mucho esmero activando todas las causas de corrupción que envuelven a ese espacio político y poner nuevamente en el centro de la política a Cristina Fernández confiando que todavía tiene una buena capacidad de adhesión (y movilización) de su fuerza y propiciar desde allí, un nuevo armado político que la proyecte para las elecciones del 2017.
El Frente Renovador sigue siendo en este esquema el tercero en discordia ya que si bien es quien mejor capitaliza los yerros de la nueva gestión es el Frente para la Victoria quien mejor polariza con el gobierno, siendo funcional uno  con el otro según la estrategia de sus operadores necesitándose ambos, en el futuro escenario eleccionario del 2017.
En el caso del gobierno pareciera ser que el objetivo central es no solo ganar con claridad y amplio margen, sino que atrás de esta contienda el oficialismo intentará relanzar su gestión si quiere llegar con chances a un segundo mandato luego del desgaste que le produjeron los brutales ajustes realizados en “detrimento” de los Argentinos, en particular, las clases medias bajas y los trabajadores, soporte obligado del ajuste.
En el caso de la oposición será el de encontrar acuerdos electorales con otras fuerzas para agrandar sus frentes electorales y así posicionarse de cara al futuro y ser alternativa del actual gobierno nacional.
En este sentido, los estrategas de Cambiemos comenzaron a desplegar una sutil operación en contra de Cristina para desgastarla lo suficiente como para que no pueda remontar su imagen, pero a su vez quieren mantenerla todavía activa con el propósito de antagonizar con esa fuerza que suponen desgastada y no con el Frente Renovador de Sergio Massa en permanente consideración de la gente.
Mientras la política se sigue extinguiendo y da pocas señales de recuperación como instrumento de la democracia, nuestras preocupaciones morales pasaron a ser el centro de atención de los ciudadanos. La lluvia de denuncias exhibida por los medios de comunicación (si son escandalosas mejor) parece ser el eje central de la política nacional estimulada por los medios de comunicación que siguen haciendo su negocio a costilla de ello, escondiendo detrás de esa realidad que nos avergüenza por cierto, los problemas de un país y un gobierno que no encuentra el rumbo del crecimiento hacia la prosperidad de sus habitantes mientras la dirigencia oficialista nos sigue colmando de asombro cuando vemos a un gobierno que confunde a un timbrado de militancia juvenil con una política de estado.  
Todos los caminos conducen al mismo escenario y todos los frentes políticos tienen el mismo objetivo: llegar a las próximas elecciones con las mejores chances electorales dado que es vital esta elección intermedia para llegar con mayores posibilidades  a las presidenciales de 2019.
VICENTE SCORDAMAGLIA