viernes, 7 de mayo de 2010

Sobre el Futuro de la Humanidad

SOBRE EL FUTURO DE LA HUMANIDAD


La pregunta es: ¿Qué clase de hombre
debe ser aquel a quien se le permite meter
la mano en los engranajes de la historia?
MAX WEBER

La existente confusión de ideas que prevalece en los estamentos dirigenciales, la falta de valores y los intereses mezquinos que dominan la escena política nacional e internacional, hacen pensar que definitivamente la clase política en su conjunto, ha abandonado la creencia de que ya no vale la pena sostener una visión trascendente y filosófica de la vida para guiar los destinos de la humanidad; por el contrario están convencidos que sólo alcanza con dominar a discreción, dinero y espacios de poder para lograr el “bienestar de los pueblos”.
Esta afirmación indica a las claras que el hombre de nuestro tiempo carece de verdaderas referencias para construir su historia en tránsito por la vida, resguardado por principios éticos y valores fundamentales que hagan pensar que la especie humana construya un futuro mejor.
La falta de visualización de un destino claro en el cual creer, obstaculizan en el hombre la sustentación permanente de valores indispensables para crear la utopía de la vida por la cual luchar; por el contrario, los falsos valores e ideales que se proyectan como “ejemplo” hoy en día, caerá inexorablemente sobre los sujetos como una tenebrosa oscuridad que impedirá tener una visión clara sobre el futuro del mundo y las consecuencias que la rodean.

Si como decía Michel Onfray “Las ideas son medios para hacer circular proyectos y visiones del mundo que están en potencia” pareciera entonces que a la dirigencia actual, se le ha secado el cerebro a la hora de articular ideas y conceptos que le permitan al hombre “moderno” reubicarse conceptualmente en nuestro tiempo.

La vida agitada que vive el hombre hace que todo sea acción sin reflexión, ignorando las consecuencias que ocasiona esa acción irrefrenable de obtener cosas sin sentido que se le inculca al hombre de nuestro tiempo, promoviendo como consecuencia de ello, un sujeto con necesidades efímeras y superficiales que al cabo de satisfacerlas se evaporan como el agua devolviéndolo a su suerte en la vorágine de una “civilización” sin sentido que hemos creado. Así el hombre, vacío y sin valores, su destino será errar por la pérdida de todo fundamento, hundiéndose en la nada infinita de una vida intrascendente.
Lo social que regulaba y contenía al individuo, se descascara como pintura vieja y la caída de los ideales comunes nos deja fragmentados, desamparados, y a la intemperie produciendo un estado de impotencia a la hora de dar respuestas a los graves problemas que acechan al conjunto de la humanidad. Como consecuencia de ello, nuestra época, se caracteriza por la confusión de valores, por la pérdida de la autoridad y por la ausencia de principios ideológicos capaces de orientar a los sujetos en la compleja tarea de su construcción social.

La mentira cotidiana que satura la existencia del hombre, preanuncia con dramatismo más y peores males; la humanidad entera deberá interrogarse con urgencia si está dispuesta a seguir avalando la causa fundamental de sus males.
Los que menos tienen pagan caro su falta de oportunidad de acceder a una vida más o menos digna, y sus hijos, no se si estarán dispuestos a aceptar mansamente la falta de un destino incierto, lo que hace pensar que potencialmente graves conflictos nos esperan en un futuro no muy lejano.

Es verdad, la sociedad viene cambiando vertiginosamente, las referencias que teníamos, ya no nos sirven para interpretar la realidad presente; quienes tienen en sus manos la responsabilidad de encontrar respuestas a esta disyuntiva miran para otro lado, por que no saben o por que no les conviene decir la verdad tal cual es.
La sociedad mundial se ha vaciado de contenido desde los finales del siglo pasado hasta lo que va del siglo presente, los grandes líderes del pasado que orientaron a la humanidad con su ideología (sea esta de derecha o de izquierda) y sus valores de construir un mundo mejor que contenga a todos por igual, ya nos han abandonado a nuestra suerte y solo nos queda la voracidad del mercado económico y financiero que “todo lo puede” en donde la mentira, el engaño y la traición son los “dioses” supremos que se debe adorar.

Entre tanto, el pensamiento humano, devaluado por persistir en la intrascendencia, deambula en el tiempo tratando de encontrar nuevas opciones al pensamiento que guió a la humanidad en los siglos precedentes.
El planeta tierra se desplaza por el universo hacia un inexorable destino que todavía los científicos no logran descifrar.
Cualquiera sea su arribo en el misterioso firmamento, la espectativa de millones de seres humanos en el mundo, es conocer la verdad tal cual es y construir en base a ella una civilización basada en la solidaridad entre los hombres, que el tiempo en su transcurso, ratifique y fortalezca.

Vicente Scordamaglia