Articulo de opinión
LA DEMOCRACIA EN SU LABERINTO
Por: Vicente Scordamaglia
La política se ha transformado en una
herramienta secundaria de la vida social política y económica. Ya no se la
concibe como la ciencia transformadora
de la realidad de los pueblos, más bien se “desconfía” de aquellos que en
nombre de su utilización pretenden encaramarse en los estamentos del poder político
con el único fin de ser agraciado por el voto mayoritario y así perdurar en el escenario
político por tiempo indefinido; en contraposición a este vicio de la vida democrática que anida
en el interior de los partidos políticos, irrumpen una serie de personajes (of saider)
que valiéndose del desprestigio que pesa sobre las espaldas de la dirigencia en general estos “dicen proponer” algo nuevo, algo
distinto pero que en la realidad todavía no se sabe muy bien de que se trata.
Ya hemos visto a lo largo de la historia política nacional como frente a
situaciones análogas asoma un segmento de sujetos con un relato escaso de
sustento ideológico y pobres contenidos democráticos para justificar la anti
política.
Una particularidad en común los iguala y les
da una “cierta identidad” compitiendo entre sí para ver quien vocifera más por su
verborragia violenta que utilizan como resguardo justificando con esta postura beligerante
sin límites que en la mayoría de los casos les sirve para ocultar sus
verdaderas intenciones, esto es: todos ellos también ambicionan los mismos
objetivos que sus “víctimas” y por ello no hacen otra cosa más que desgastar la
figura cada vez más expuesta de la clase política nacional de la cual también
ellos son la parte más nefasta de lo mismo que critican.
Hemos visto
con estupor como proceden estos personajes profetas de la mentira y el odio,
sobre todo como proceden cuando pierden elecciones democráticas ya no se
resignan a entregar el poder, arguyendo un mínimo detalle que justifique su proceder y sus oscuras
intenciones confundiendo a la gente con supuestos fraudes inexistentes que solo
existe en la mente afiebrada de estos sujetos que como Bolsonaro o Tramp pretenden
perpetuarse en el poder desconociendo las reglas elementales de los procesos
democráticos.
¿Hacen falta
más pruebas para saber hasta donde son capaces de llegar estas derechas pervertidas
junto a sus seguidores tan enfermos como los líderes que los representan?. El ruido que se escucha de fondo en las
sociedades hiper polarizadas es ensordecedor cuando tienen que reconocer sus
derrotas electorales o sus desaciertos democráticos, son derrotas estas que no
alcanzan para explicar su violento proceder mucho más cuando no aciertan en encontrar
respuestas terminantes para mantener engañados a sus confundidos seguidores.
Lo que
sucede en Brasil es sin atenuantes un golpe de estado previo a la asunción de
Lula, tiene el significado de ser una advertencia marcándole la cancha en los ya
escasos límites con los que cuenta el presidente electo. Una serie de peligros
subyacen con las democracias del mundo si quienes gobiernan no cumplen con los
requisitos que esta derecha criminal y violenta quieren imponer. Es indudable
que a simple vista Lula esta sofocando su primer golpe de estado antes de
asumir su propio gobierno. En nuestro
país los opositores al gobierno nacional preparan el escenario desde el
congreso de la nación para darle sustento legal a sus nefastas propuestas por
las dudas que fracase su estrategia de desgastar sistemáticamente al gobierno
nacional. De la mano del converso Ritondo y el “radical” Negri junto al enfermo
psiquiátrico Iglesias (todos ellos) devenidos en la fuerza de choque de un
frente político que no ofrece otro proyecto para los argentinos mas que la
violencia desenfrenada en caso de que el gobierno mantenga el poder.
En este
contexto resulta bastante gracioso ver a todos los espacios políticos en pugna
como apelan a una consigna tan gastada como es apelar a la unidad para ganar
las próximas elecciones, en este sentido y dada las condiciones existente la
globalización, se juega el futuro de las democracias occidentales en donde el
mundo esta en un momento bisagra entre lo nuevo que no termina de emerger y
otro que no termina de morir, en este minué de falsos profetas del odio (en
nuestro país) se disputan el trono para ver quien es el más duro a la hora de mostrarle
a la sociedad como le ponen límites a los grupos que según ellos “infligen” la ley. Esta vez parece ser cierto
una peste humana recorre las democracias occidentales contaminando su contenido
por personajes sin escrúpulos que no se detienen ante nada por conservar el
poder; solo conciben la república si ella esta al servicio de sus intereses, se
llenan la boca con la división de los poderes mientras por otro lado ponen a su
servicio y alinean a su favor a la justicia, caso claro me refiero al juicio
bochornoso de vialidad perpetrado contra Cristina Fernandez de Kirchner.
Los “nuevos”
candidatos ¿quieren ser o parecer?. No hay debate por ideas sino solo para ver
quien es el más duro, así se presentan ante la sociedad tratando de imitar
conductas de personajes nefastos que deambulan por el mundo y que la sociedad
ya comienza a rechazar. Se unen para ganar y se dividen para gobernar no tienen
mas ambición que la de ocupar espacios de poder para llevar adelante reformas
que son imposible de realizar sin la participación de los actores principales
de la sociedad como lo son los trabajadores y sus organizaciones que los
agrupa; en este sentido la unidad es la única condición para la victoria
podemos afirmar entonces que así los objetos pierden sentido cuando lo destruye
el contexto en el que tienen significación esto es así cuando aliados políticos
están de acuerdo en el plano de contenido pero no en el de relación; mientras
una amenaza externa común los mantiene unidos en ausencia de ella se separan
por incompatibilidad ideológica.
Finalmente,
ante los acontecimientos presentes que apuntan directo al corazón de la
democracia en nuestro país debemos reivindicar con suma prisa la independencia
de los tres poderes de la república bastardeada por personajes sin escrúpulos sino
queremos quedar atrapados en la ignominia de la historia.