El dinero no tiene
patria, los financieros carecen de patriotismo y decencia: su único propósito
son las ganancias.
NAPOLEÓN BONAPARTE
Nadie ha cometido mayor ridiculización sobre la figura
presidencial en este nuevo período institucional como el mismísimo Presidente
de La Nación. Recordemos que el Ingeniero Macri debutó luego de la jura de su
mandato, bailando en el balcón de la casa rosada con la banda y el bastón
atributos que lo acreditan como tal y que son un símbolo institucional en sí
mismo, ¿se imaginan a Perón o a Alfonsín bailando en el balcón haciendo lo
mismo? O a Balbín y el mismísimo Cámpora haciendo morisquetas. A partir de allí
una serie de desatinos lo ridiculizaron frente a la opinión pública, al punto
tal de tener que disculparse y retroceder en medidas y métodos (de gobierno)
que el propio Macri cuestionó enfáticamente de la gestión anterior.
Pero estos hechos que de por sí
solos podrían ser pasajeros o manifestaciones de un estilo descontracturado, se
convirtieron en una cuestión de estado cuando se le quiso endilgar a Tinelli la
falta de consideración por ridiculizar la figura presidencial; en realidad, lo
que sí me parece grave, es el “apriete” institucional que intentó realizar el
gobierno con el empresario televisivo, provocando el posterior mensaje
extorsivo que emitió éste, resaltando los perfiles de la caricatura de Macri.
Convengamos que, aunque el “apriete” se realice con buenos modales no deja de
ser un llamado de atención para quienes con una clara intención de instalar un
presidente “bobo” en el sketch televisivo pretende negociar cuestiones
comerciales como lo son el futbol nacional para todos. El gobierno supone una
agresión al presidente solo que en vez de aplicar algún correctivo como lo
hacía el gobierno anterior (quitándole la pauta publicitaria) se lo invita a
una charla amistosa con el Presidente para limar asperezas.
Dicho esto, es necesario analizar el segundo tramo del caso
que es la reunión en sí misma que el presidente dedicó a la cuestión Tinelli y
que ocupó algo más de una hora presidencial; quisiera dejar en claro que la
hora presidencial tiene un valor superior al que pueden emplear dos amigos en
arreglar sus entuertos, digamos pues, que mediante pedido de disculpas por
ambas partes, el encuentro transitó por carriles políticos de un lado y
comerciales del otro. Y digo esto porque imagino que, ni el presidente ni el
empresario, son ingenuos como para no entender que el caso está encuadrado en
la próxima elección de medio término del año próximo, donde puede transformarse
en un punto de inflexión para el futuro del gobierno y en el caso comercial del
empresario es la oportunidad de avanzar en la toma de una de las millonarias
patas del futbol nacional y hasta internacional.
En este sentido destaquemos
que son dos jugadores que saben lo que quieren y están dispuestos a competir
a fondo por el juego del poder político y
el dinero. El presidente necesita ganar tiempo y cuidar su imagen presidencial
para competir el año siguiente en donde los argentinos evaluaremos la gestión
de su gobierno y el empresario está dispuesto a aportar con logística e
ingenio en tanto le den una parte de la
torta del futbol nacional.
Siguiendo con este enfoque, pareciera que solo se trata de un
simple acuerdo de partes y ya, pero la cuestión política es más compleja y
encierra algunos vericuetos que con el correr de los días se irán develando un
poco más.
Por ahora la cuestión Tinelli quedará en la anécdota cotidiana de la
política, el tiempo nos dirá si ambos acordaron algo más trascendente para los
argentinos o simplemente fue un approach entre dos encumbrados personajes
argentinos.
VICENTE SCORDAMAGLIA