lunes, 22 de mayo de 2023

 

Artículo de opinión

CRISTINA Y SU LIDERAZGO

Por: Vicente Scordamaglia

Haga lo que haga, diga lo que diga para bien o para mal la centralidad de Cristina en la república argentina es absoluta. La militancia que la sigue a todas parte es una organización a la usanza de los años setenta lo que en esos tiempos se la denominaba como la orga. Sus seguidores acatan “tenazmente” sus directivas transformando a Cristina no solo en una candidata de algún partido o grupo de presión político sino que ya se postula como líder indiscutida de lo que en ciernes se presenta como el liderazgo de un gran movimiento nacional y popular.

Es natural entonces que así sea entre sus adherentes pero Cristina traspasa (trasciende) ya el marco de nuestro país por la peculiar lucha que viene librando  contra la alianza opositora para ubicarse así en el cuadro de honor de aquellos líderes que luchan en contra de los imperialismos y sus alcahuetes de turno.  La lucha que Cristina viene librando en soledad contra los poderosos de nuestro país es descarnada ya que estos han decidido desgastarla hasta su completa destrucción convirtiendo a esta altura de los acontecimientos para ella y sus seguidores en una batalla épica. La crueldad de los ataques y forma de desgaste canalla por parte de sus oponentes no tiene límites ya que estos incluyen el ataque artero a su familia más intima: sus hijos.

 Pero cabe aquí hacer una breve reflexión para entender este fenómeno; cuando el dirigente político alcanza la categoría de estadista le caben dos alternativas posibles: retirarse de toda actividad pública o en su defecto aceptar el desafío de conducir los destinos de la patria y esto es así porque cuando los pueblos construyen una autoridad política presente es poco probable que retrocedan en la construcción social de un destino común,  ahora bien: esta trama de la historia tiene dos caras una es la que encarna el líder y la otra es la que protagoniza el pueblo.

En el caso en cuestión para no perder el hilo del análisis, con Cristina se dan las dos condiciones: el liderazgo de una gran dirigente política y el protagonismo del pueblo dispuesto a sostener su condición de estadista  a pesar de que a Cristina mal que le pese deberá evaluar con mucha lucidez el momento histórico que le toca vivir. Frente a este escenario, no solo Cristina es quien puede ordenar su propio espacio político, también es en la misma medida quien puede ordenar al resto de las fuerzas opositoras poniéndola (a Cristina) en condiciones de conducir los destinos de la patria, para evaluarlo en términos brutales le van quedando a Cristina dos posiciones extremas esto es: la gloria o el ostracismo.