Artículo de opinión
CRISTINA Y SU LIDERAZGO
Por: Vicente Scordamaglia
Haga lo que haga, diga lo que diga para
bien o para mal la centralidad de Cristina en la república argentina es
absoluta. La militancia que la sigue a todas parte es una organización a la
usanza de los años setenta lo que en esos tiempos se la denominaba como la
orga. Sus seguidores acatan “tenazmente” sus directivas transformando a Cristina
no solo en una candidata de algún partido o grupo de presión político sino que ya
se postula como líder indiscutida de lo que en ciernes se presenta como el
liderazgo de un gran movimiento nacional y popular.
Es natural entonces
que así sea entre sus adherentes pero Cristina traspasa (trasciende) ya el
marco de nuestro país por la peculiar lucha que viene librando contra la alianza opositora para ubicarse así en
el cuadro de honor de aquellos líderes que luchan en contra de los
imperialismos y sus alcahuetes de turno.
La lucha que Cristina viene librando en soledad contra los poderosos de
nuestro país es descarnada ya que estos han decidido desgastarla hasta su
completa destrucción convirtiendo a esta altura de los acontecimientos para
ella y sus seguidores en una batalla épica. La crueldad de los ataques y forma de
desgaste canalla por parte de sus oponentes no tiene límites ya que estos incluyen
el ataque artero a su familia más intima: sus hijos.
Pero cabe aquí hacer una breve reflexión para
entender este fenómeno; cuando el dirigente político alcanza la categoría de
estadista le caben dos alternativas posibles: retirarse de toda actividad pública
o en su defecto aceptar el desafío de conducir los destinos de la patria y esto
es así porque cuando los pueblos construyen una autoridad política presente es
poco probable que retrocedan en la construcción social de un destino común, ahora bien: esta trama de la historia tiene
dos caras una es la que encarna el líder y la otra es la que protagoniza el
pueblo.
En el caso
en cuestión para no perder el hilo del análisis, con Cristina se dan las dos
condiciones: el liderazgo de una gran dirigente política y el protagonismo del
pueblo dispuesto a sostener su condición de estadista a pesar de que a Cristina mal que le pese
deberá evaluar con mucha lucidez el momento histórico que le toca vivir. Frente
a este escenario, no solo Cristina es quien puede ordenar su propio espacio político,
también es en la misma medida quien puede ordenar al resto de las fuerzas
opositoras poniéndola (a Cristina) en condiciones de conducir los destinos de
la patria, para evaluarlo en términos brutales le van quedando a Cristina dos
posiciones extremas esto es: la gloria o el ostracismo.