domingo, 27 de febrero de 2011

REBELIÓN EN MEDIO ORIENTE

REBELIÓN EN MEDIO ORIENTE

"Cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento"
JUAN DOMINGO PERÓN

Muy lejos de pensar que la decisión desesperada del humilde Mohamed Bouazizi, de inmolarse por las humillaciones recibidas y que estas provocarían el derrocamiento del déspota Tunecino Ben Alí, esto solo podía imaginarse en la mente de un osado novelista.
Las masivas manifestaciones que siguieron a la muerte de este simple vendedor de frutas y verduras, eran una clara señal de que los tunecinos le habían perdido el respeto y el miedo a la columna vertebral del principio de autoridad que gobernó la conducta de los árabes a largo de toda su historia.
Jean Daniel periodista y escritor decía al respecto: “El gran merito político de esta revolución inteligente que han lanzado los jóvenes, es el hecho de haber provocado una enorme fisura en la autoridad simbólica. A partir de ahora, nadie, ningún dictador, autócrata o déspota quedará al abrigo”

Cuentan distintas informaciones de los diarios especializados que la mañana del 17 de diciembre, este joven de tan solo 26 años de edad, se rehusó a pagar una coima exigida por las autoridades policiales para poder vender su mercadería; producto de ello, le confiscaron su carro y, entre burlas de algunos adulones y alcahuetes, recibió una bofetada de una agente municipal. Este hecho insignificante para cualquier persona formada en la cultura occidental y cristiana, no hubiera pasado de ser con el tiempo una simple anécdota, sin embargo no es así para los árabes; que una mujer golpee a un hombre supone la peor ofensa para ellos. Así en un arrebato de ira, este joven se echó gasolina sobre su cuerpo y ardió en llamas.
Días después, jaqueados por la ira de su pueblo, el déspota Ben Alí y su familia, envueltos en sus propias llamas por las protestas masivas contra la arrogancia, la prepotencia y la corrupción de su régimen, se vieron obligados a dejar definitivamente el poder no sin antes, llevarse todo el dinero y el oro que pudieron, para refugiarse en algún otro feudo tan corrupto como el que dejaron atrás.

Esta rebelión tan peculiar por su método como por su contenido, inspiró a otros pueblos árabes sometidos a regimenes similares y vitalicios.
Así desde Túnez a Egipto, pasando por Arabia Saudita, Argelia y Mauritania, las rebeliones populares obligaron a cambiar drásticamente un escenario que parecía previsible, en una rebelión de consecuencias inimaginables.

La mecha encendida comenzó a hacer estragos en regímenes como Túnez, Egipto, Argelia y vaya a saber cuantos más, obligados a retroceder frente a los reclamos de sus pueblos. Como sabemos, la mayoría de esos gobiernos, gozaban hasta hace poco tiempo atrás, de la confianza y beneplácito de los Estados Unidos y sus aliados Europeos socios en la explotación del petróleo, complaciendo a sus elites de infinitos beneficios sin reparar en las clases medias y populares. Así, siguiendo los acontecimientos, parecería que este estatus quo, estaría llegando a su fin.
Un dato suministrado por el diario La Nación nos dice que: uno de cada tres árabes menores de 30 años no tiene trabajo. Los egresados universitarios apenas vislumbran el progreso. Como vemos, no protestan por el pasado, sino que temen por el futuro.

Ahora bien, los árabes con sus continuas movilizaciones pacíficas y sus miles de mártires en busca de dignidad, han decidido hacerle saber al mundo y a sus gobiernos que el cambio ha comenzado; pero debe quedar bien en claro que éste no es un cambio promovido desde afuera por intereses económicos o geopolíticos. Tampoco es un cambio iniciado por sectores religiosos o de factores de poder invocando a un enemigo externo a la idiosincrasia del mundo árabe, es un cambio que nace de las entrañas de su propio pueblo, de sus jóvenes generaciones que claman por acceder a los beneficios de procedimientos libres que les permitan el acceso a los beneficios de sistemas que brinden una mejor distribución de sus riquezas, dejando atrás para siempre siglos de explotación interna y continuos atropellos externos.

Las grandes revoluciones de la historia de la humanidad, llevan grabadas en su genética a sangre y fuego, la consigna fundamental de la libertad como reaseguro de no caer nuevamente en manos de nuevos lobos disfrazados de corderos, por ello aunque este gigantesco movimiento popular árabe aparezca como una movilización díscola que no tiene una autoridad política o religiosa que la conduzca, debemos advertir que la misma obedece ya a sus propias reglas y a su propia direccionalidad construyendo en su accionar al nuevo sujeto, el pueblo árabe y sus jóvenes generaciones, quienes seguramente con su impronta, darán formas de organización política y nuevos líderes situándolos en tiempos de democracias del mundo contemporáneo, dejando atrás a pueblos sometidos por regímenes autocráticos y corruptos protegidos por ejércitos que no han hecho otra cosa que reprimir a sus propios hermanos.

VICENTE SCORDAMAGLIA