jueves, 31 de marzo de 2011

TENSIONES EN EL NÚCLEO DEL PODER

TENSIONES EN EL NÚCLEO DEL PODER

Mucho es lo que ha ocurrido en el mundo y en nuestro país en lo que va del año 2011 hasta la fecha. Los acontecimientos que se suceden en una secuencia regular de episodios trágicos en distintas partes del planeta, no nos ofrecen un tiempo de serenidad como para poder analizar y procesar sobre las dificultades que dejarán en nuestro futuro inmediato.


En lo internacional, desde las rebeliones del mundo árabe con la caída de gobernantes vitalicios, (que van, desde Túnez a Egipto, pasando por Arabia Saudita, Argelia y Mauritania) hasta la tragedia vivida en Japón con el terremoto y su posterior tsunami que diezmó miles de vidas y bienes personales afectando seriamente a la población y poniendo en duda para el mundo todo el uso indiscriminado de los reactores nucleares como fuente de energía; más la simultánea guerra civil en Libia con innumerables matanzas, sumándosele a ella, la intervención de las fuerzas de la OTAN (la más grande desde la Guerra del Golfo) que involucra a países como Francia, Canadá, Dinamarca, España, EE.UU., Italia y el Reino Unido, hacen pensar que la escalada de episodios complejos y dramáticos (sean estos naturales o creados por el hombre) que arremeten sobre la paz del planeta y sus gentes, se transforme día a día en una quimera difícil de sobrellevar.


Si bien pareciera que nuestro país se encuentra ajeno a estas calamidades, no es menos cierto que nos afectan otras que conllevan a episodios cotidianos de compleja solución. A las tomas de predios públicos, (sean estos municipales o nacionales) la inseguridad criminal que sigue segando vidas inocentes, el montaje de un escenario ideal de estabilidad, sea esta social, política o económica y el relato sesgado de la historia argentina de los últimos cuarenta años, le ponen un condimento explosivo a la realidad de nuestro país en vísperas de las próximas elecciones nacionales. Si a esto se le suma el reciente conflicto con una buena parte del sindicalismo argentino que estos tienen con la justicia, sin perjuicio de posicionamientos políticos, (sean éstos oficialistas u opositores al gobierno) están dejando al descubierto una vez más, lo frágil que es en nuestro país para mantener a raya la gobernabilidad; habida cuenta que una buena parte de la CGT y su líder Moyano, se vieron involucrados en una amenaza de paro y movilización que hubiera paralizado al país dejando sin una pata a la mesa del gobierno y prácticamente al borde de una contradicción (con su principal socio y sostén) en el propio seno de su poder.


En un viejo diccionario de filosofía, encontré la siguiente definición: “in-tensión” es un sentido aproximado y equivalente al usado por los filósofos de habla Inglesa. La intensión (intention) es como “la síntesis estructural de notas que constituyen la unidad ideal” de un concepto o sistema de conceptos. Según la terminología aristotélica (anal. Post) es la comprensión o lo que reside dentro del concepto o sistema de conceptos a diferencia de la extensión, relacionada con un ámbito de aplicación legítima hacia el que se refiere el concepto o sistema. Así como la extensión es una tensión hacia fuera, la intensión puede considerarse como una tensión hacia adentro.


Es que la CGT no es un simple aliado del gobierno, es un pilar más que importante de la estructura de poder de este armado que construyó Néstor Kirchner; podríamos decir sin riesgo a equivocarnos, que Moyano junto a otros dirigentes gremiales se constituyeron en un factor de poder (en sí mismo) y presión política hacia fuera del gobierno, pero lo que dejan en claro los últimos episodios con los sindicalistas, es que también están dispuestos a dirigir ese poder hacia adentro del mismo núcleo del gobierno si los dejan afuera del reparto o si quedan al desamparo de la protección que ofrece el poder cuando hay dificultades con la justicia. La CGT y su líder Moyano, fueron acumulando poder en forma simultánea y equivalente, en la medida que lo hacía primero el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina después, por ello las tensiones existentes expuestas en los episodios del pedido de exhorto por el gobierno de Suiza, mostraron con descarnada crudeza la realidad política que vive Argentina y el gobierno nacional.


El gobierno y sus aliados, son un conglomerado de grupos ideológicamente autónomos con capacidad para operar en política desde la perspectiva de que, mientras se mantengan juntos, conservarán el privilegio de estar en el poder o cerca de él; confluyen y se unen solamente en el vértice del poder para defender su posición, es decir, aceptan solamente la “conducción” de quien los ubicó en las cercanías del poder y solamente por ahora, se conforman con “influir” en algunas decisiones que toma el gobierno nacional. Sindicalistas, gobernadores, intendentes, organismos de derechos humanos, piqueteros, organizaciones sociales al mando de un pequeño grupo de confianza de la Presidenta, organizan y coordinan bajo el amparo de un gigantesco aparato de publicidad (que hace las veces de vocero ideológico) casi toda la acción de gobierno.


A todo esto, cabe señalar que el común denominador de la gente en nuestro país, (esto no se pregunta en las encuestas) observa con temor las tensiones que se producen en el núcleo del poder temiendo que los conflictos internos se radicalicen y se encaminen hacia una nueva versión de la triste confrontación que protagonizaron aquellos viejos rivales de la década del setenta; con el agravante de que hoy muchos de ellos, se encuentran “juntos” en el poder. La escalada de tensiones puede precipitarse de menor a mayor a la hora de dirimir los nuevos espacios de poder del gobierno de Cristina y o lugares en las listas de los principales cargos electivos a dirimirse en octubre próximo.


Decía un viejo refrán muy popular: “Cuando el río suena, agua y piedras lleva”. Que el agua no nos llegue al cuello será responsabilidad de este gobierno y su Presidenta a la hora de poner racionalidad para resolver los conflictos existentes a menos que desee que las piedras cascoteen de nuevo la cabeza de todos los argentinos.


Vicente Scordamaglia