ARTICULO DE OPINIÓN
EL MALESTAR EN LOS PUEBLOS
Por: Vicente Scordamaglia
El malestar en los pueblos
que perturba y se manifiesta en la
mayoría de las ciudades del mundo, está corroyendo vertiginosamente los
cimientos de las democracias occidentales. Los episodios que se vienen
sucediendo en distintos países del mundo en general y en nuestro continente en
particular, están dando cuenta de un hartazgo de las desigualdades de los
pueblos y una desconfianza manifiesta a una dirigencia (sea esta de derecha o
de izquierda) que con políticas vetustas no alcanzan a resolver la problemática
existente de las grandes masas populares y sus clases medias empobrecidas
(bisagras estas del sistema democrático) que ven como retroceden en sus
derechos adquiridos en sacrificadas luchas realizadas a lo largo del tiempo de la
construcción de condiciones de vida más favorables para los trabajadores y sus
familias.
Los disparadores que
movilizan hoy en día a grandes segmentos de la población mundial, son múltiples,
pero hay un denominador común que atraviesa a todos: es la pobreza y la
desigualdad creciente de grandes sectores (40 %) de la población del mundo
globalizado.
Es
curioso ver que ni siquiera países europeos que supieron construir mejores
condiciones de vida a través de un estado de bienestar hoy en día comienzan a
sentir el mismo rigor y la misma falta de oportunidades y de crecimiento que
las naciones en vías de desarrollo.
Los
movimientos sociales que se movilizan con escaso grado de organicidad y sin una
conducción visible no responden a un plan de lucha que obedezca a una
planificación preconcebida, más bien son un sujeto social que expresa el
malestar social y lo hace con los instrumentos que dispone (en la calle) y en
ese devenir va configurando una nueva clase política que tiene que estar a la
altura de los acontecimientos para legitimar su capacidad dirigencial.
Si
bien los movimientos sociales se producen y se reproducen en gran parte de las
ciudades del mundo tienen un epicentro en nuestro continente: Brasil, Chile,
Ecuador, Bolivia, Venezuela y muchos más que irán detonando en la medida en que
no se atiendan las demandas populares que ya saben estas que en el desenlace de
nuestro continente está sellada su suerte y su
futuro.
Lo
preocupante en todos estos episodios, como el que se está produciendo en
Bolivia es la injerencia foránea para precipitar eventos desestabilizadores con
el objetivo de “voltear” (literalmente) a gobiernos legítimamente constituidos.
Las distintas metodologías utilizadas para este fin van desde el armado de
causas sobre procedimientos de corrupción de funcionarios, ahogamiento
financiero a través de préstamos asfixiantes y hasta injerencias directas como
la que estamos viendo en Bolivia con el potencial peligro de una guerra civil,
hecho lamentable para una nación que ha sabido en pocos años transformar su desarrollo
y su calidad de vida.
Finalmente,
queda por analizar (con mayor serenidad) que está sucediendo con dos naciones
como Bolivia desde la izquierda y Chile, desde la derecha, países que han sabido revertir su condición económica
(exhibiendo los mejores índices de crecimiento de todo y desarrollo del
continente) hoy se encuentran al filo de semejante conflicto político y social.