lunes, 11 de noviembre de 2019

EL MALESTAR EN LOS PUEBLOS

ARTICULO DE OPINIÓN
EL MALESTAR EN LOS PUEBLOS
Por: Vicente Scordamaglia

El malestar en los pueblos que perturba y se  manifiesta en la mayoría de las ciudades del mundo, está corroyendo vertiginosamente los cimientos de las democracias occidentales. Los episodios que se vienen sucediendo en distintos países del mundo en general y en nuestro continente en particular, están dando cuenta de un hartazgo de las desigualdades de los pueblos y una desconfianza manifiesta a una dirigencia (sea esta de derecha o de izquierda) que con políticas vetustas no alcanzan a resolver la problemática existente de las grandes masas populares y sus clases medias empobrecidas (bisagras estas del sistema democrático) que ven como retroceden en sus derechos adquiridos en sacrificadas luchas realizadas a lo largo del tiempo de la construcción de condiciones de vida más favorables para los trabajadores y sus familias.
Los disparadores que movilizan hoy en día a grandes segmentos de la población mundial, son múltiples, pero hay un denominador común que atraviesa a todos: es la pobreza y la desigualdad creciente de grandes sectores (40 %) de la población del mundo globalizado.  
Es curioso ver que ni siquiera países europeos que supieron construir mejores condiciones de vida a través de un estado de bienestar hoy en día comienzan a sentir el mismo rigor y la misma falta de oportunidades y de crecimiento que las naciones en vías de desarrollo.
Los movimientos sociales que se movilizan con escaso grado de organicidad y sin una conducción visible no responden a un plan de lucha que obedezca a una planificación preconcebida, más bien son un sujeto social que expresa el malestar social y lo hace con los instrumentos que dispone (en la calle) y en ese devenir va configurando una nueva clase política que tiene que estar a la altura de los acontecimientos para legitimar su capacidad dirigencial.
Si bien los movimientos sociales se producen y se reproducen en gran parte de las ciudades del mundo tienen un epicentro en nuestro continente: Brasil, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela y muchos más que irán detonando en la medida en que no se atiendan las demandas populares que ya saben estas que en el desenlace de nuestro continente está sellada su suerte y su  futuro.      
Lo preocupante en todos estos episodios, como el que se está produciendo en Bolivia es la injerencia foránea para precipitar eventos desestabilizadores con el objetivo de “voltear” (literalmente) a gobiernos legítimamente constituidos. Las distintas metodologías utilizadas para este fin van desde el armado de causas sobre procedimientos de corrupción de funcionarios, ahogamiento financiero a través de préstamos asfixiantes y hasta injerencias directas como la que estamos viendo en Bolivia con el potencial peligro de una guerra civil, hecho lamentable para una nación que ha sabido en pocos años transformar su desarrollo y su calidad de vida.
Finalmente, queda por analizar (con mayor serenidad) que está sucediendo con dos naciones como Bolivia desde la izquierda y Chile, desde la derecha, países  que han sabido revertir su condición económica (exhibiendo los mejores índices de crecimiento de todo y desarrollo del continente) hoy se encuentran al filo de semejante conflicto político y social.