lunes, 9 de noviembre de 2020

Artículo de opinión

¡NO SÉ DE QUÉ SE TRATA PERO ME OPONGO!

Por: Vicente Scordamaglia

 

¡No sé de qué se trata pero me opongo! Este parece ser el lema  que sintetiza el proyecto de los opositores al gobierno en Argentina. Pasaron raudamente sin escalas del ¡Sí se puede! al ¡No se puede!: pero no se confunda, no están proponiendo medidas relacionadas de cómo resolver la pandemia que asola al mundo en general y a nuestro país en particular, (todavía nadie lo pudo hacer) tampoco están sugiriendo medidas para encauzar los efectos del daño que producen las restricciones en la economía producto del prolongado aislamiento preventivo y obligatorio, (en cuatro años de gobierno dejaron una economía en terapia intensiva), pero ni siquiera se trata de pedirles esfuerzos adicionales para que ayuden al gobierno a encontrar una salida rápida y coherente de una crisis que nos incluye a todos y nos aleje de un escenario de conflicto que de seguir así, nos va a llevar puestos a todos los argentinos por igual, por el contrario, solo se le está pidiendo que dejen a un costado la polítiquería berreta de obstrucción por cualquier cosa que haga el gobierno y asuman de una vez por todas el digno rol que tiene que tener la oposición en un sistema democrático. Desde que asumió la coalición gobernante, los opositores no han hecho otra cosa que obstruir deliberada y sistemáticamente las medidas que fue tomando el gobierno nacional (sanitaria y económica incluida) en la presente y prolongada crisis mundial.      

Dicen ser democráticos y se pasan el día junto a los medios de comunicación adeptos, creando condiciones y alentando la posibilidad de un cambio institucional antes de que se cumplan los plazos electorales. Son detractores por excelencia y su difamación constante es una tapadera para esconder perversas intenciones destituyentes. A decir verdad, esta oposición no califica como tal ya que ni siquiera tienen el decoro que deberían tener quienes gobernaron cuatro años y fracasaron y siguen por la vida sin realizar autocrítica como si nada tuvieran que ver con la crisis económica que padecemos los argentinos y sin presentar nuevas propuestas que pudieran hacer pensar en un nuevo comienzo.   

Dice un refrán boliviano: “En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso” por eso es una falacia cuando dicen estar a favor de la república y son ellos mismos quienes la destruyen día tras día oponiéndose al accionar de las instituciones, piden tener  libertad y son junto a algunos sectores marginales de la sociedad los únicos que marchan por las calles libremente sin que nadie los reprima, es más, han sido ellos quienes impiden el libre acceso a la información agrediendo a periodistas para que no informen objetivamente del acontecer político y social, por lo general, apañados por una serie de medios y periodistas afines que manipulan la información y justifican todos sus atropellos; a pesar de todas las provocaciones ejercidas por estos detractores profesionales en contra del gobierno actual todavía tienen libre circulación, aun a riesgo de seguir contagiando al pueblo con un virus que hoy se sabe está produciendo una cantidad de muertes impensadas, vaya a saber que hubiera ocurrido si no hubiéramos realizado el sacrificio de privarnos de algunas cosas en nuestras vidas cotidianas y realizar determinados sacrificios adicionales.

Argentina padece una importante crisis económica que no le permite salir más o menos bien perfilado de la pandemia sin pagar un enorme costo económico, político y social. La cobertura económica que se le dio a la pandemia no fue hecha con recursos genuinos ya que al no haber los suficientes fondos disponibles no le quedó otra opción al gobierno nacional que emitir moneda artificialmente (sin respaldo) para enfrentar la pandemia. La mayoría de los países del mundo han tenido que echar mano a sus reservas y hacer lo mismo con la diferencia de que el gobierno de Macri dejó a la Argentina con una economía desbastada sin recursos, sin hospitales y sin ministerio para hacerle frente a la contingencia. Hoy la oposición se rasga las vestiduras exigiéndole al gobierno una pronta resolución de los innumerables problemas que persisten en nuestro país olvidándose que hace apenas once meses gobernaron el país durante cuatro años. La hipocresía que destilan los opositores al gobierno, es la falta de propuestas nuevas que sorprenda a algún desprevenido simulando sus propios fracasos, mintiendo una vez más acerca del acontecer mundial y nacional que nos muestra todos los días las enormes dificultades que tienen los países del mundo para ordenar sus economías y evitar que la pandemia siga con su macabro plan de exterminio.

Una vez más frente a situaciones límites a los argentinos nos divide la ideología por encima de las necesidades comunes. La visión del mundo que tienen los que están de un lado y otro de la grieta parece ser el problema, las posturas parecen irreconciliables cuando emergen desde el fondo de la historia, ya que  basta que el gobierno tome alguna medida para que la oposición esgrima su consigna preferida: ¡no sè de què se trata pero me opongo!