martes, 31 de mayo de 2016

EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS Parte 2

EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS
Parte 2
Mucho tiempo antes de que se realizaran las últimas elecciones presidenciales, ganara quien ganare, los argentinos ya sabíamos que la búsqueda de consensos iba a ser el punto central de la política de nuestra joven democracia. En el mismo comienzo en que asumió el Ing. Macri comenzó con una serie de decretos que, a juzgar por las razones esgrimidas, en cierta medida parecían estar “justificados” ya que alegaban que al no estar conformadas las dos Cámaras (Senado y Diputados) era necesario realizar por decreto de necesidad de urgencia (DNU) una serie de medidas para poner en funcionamiento las primeras reformas del nuevo gobierno. Mucho fue censurado por estas medidas, que parecieron un nuevo atropello de uno de los poderes de La Nación sobre otro: el Legislativo. Sin embargo, con el correr de los días, el gobierno se fue dando cuenta que para realizar cualquier transformación, por más que esta fuera absolutamente necesaria, era imprescindible contar con el apoyo explícito del resto de los espacios políticos con mayor representatividad en el parlamento nacional; este hecho en sí mismo representaba un nuevo comienzo en la democracia argentina y elemento fundante del “cambio” propuesto; esto es: dejar atrás la escribanía política en el Poder Legislativo Nacional.
Sin embargo, y pese a los esfuerzos por mostrar diferencias con el gobierno anterior, el tratamiento de la ley que recientemente fue aprobada por las dos Cámaras con relación al pedido de las cinco centrales de trabajadores en cuanto a prohibir despidos por el término de 180 días (emergencia laboral para los trabajadores, cepo laboral para el gobierno) y el posterior veto Presidencial, puso nuevamente en tela de juicio la legitimidad del gobierno al avasallar, por más que el veto esté dentro de sus facultades, la libertad de los tres poderes de la Nación y en favor de un sector de la sociedad como son los empresarios; en este sentido, una vez más cuando al gobierno le toca laudar y administrar equilibrio entre trabajadores y empresarios lo hace por estos últimos dejando toda la carga del esfuerzo a los trabajadores y la clase media argentina. El insignificante papel de almacenero firmado por el gobierno y los empresarios que concurrieron a la casa de gobierno, se pareció mucho más a un pacto de amigos de algún barrio de Buenos Aires que a una política de estado en donde los convocados solo fueron para la foto. Finalmente, tras arduas negociaciones en el Congreso de la Nación entre los distintos bloques parlamentarios para lograr consensos acerca de un tema tan crucial como lo es el trabajo para la población, y votar una ley que aunque más no sea, sirva de placebo momentáneo para atenuar el fuerte impacto de las medidas de ajuste, el Presidente desconoce una vez más no solo la facultad del poder legislativo sino que además da una clara señal de cuales son sus prioridades entre el reclamo de los trabajadores y las demandas de los empresarios tan cuidados por este gobierno.
Cuando los intereses son más fuertes que las convicciones y las decisiones que toma el gobierno pretenden estar justificados por un fin mejor, muestra con claridad cómo se sigue embaucando a los más débiles de la cadena social con falsas expectativas de esperar pasivamente un futuro mejor, haciendo caso omiso a realidades angustiantes de sectores que solo cuentan con su trabajo como forma de vida decente. Cabe señalar entonces (haciendo un esfuerzo de objetividad) que independientemente de que las promesas a futuro puedan ser hechas con buenas intenciones  mientras la espera se hace cada vez más larga y angustiante, ningún gobernante tiene el derecho de ocasionar tanta incertidumbre y padecimiento  a su pueblo; por el contrario, tiene la obligación de buscar incansablemente las herramientas para amortiguar los daños colaterales que el plan estratégico de su gobierno provoca mientras se encamina hasta alcanzar sus objetivos finales . 
Si la diferencia entre un gobierno y otro pasa por quien paga el costo de los ajustes (necesarios por cierto) pues entonces los trabajadores tienen el premio mayor al sacrificio y el esfuerzo en defensa de los intereses nacionales.


VICENTE SCORDAMAGLIA