viernes, 16 de octubre de 2015

UNA CERTEZA Y DOS INTERROGANTES

UNA CERTEZA Y DOS INTERROGANTES

Es indudable que la disputa presidencial comienza a tomar aspectos definitorios de final de campaña. En este sentido, la dirigencia argentina, está mostrando la peor versión de sus propuestas disponibles; un rostro desencajado que muestra mezquindades en vez de gestos democráticos, devela la poca comprensión que expresa la política acerca de la demanda electoral de los argentinos a la hora de decidir su voto definitivo. La utilización de la descalificación permanente como método  de campaña con los más sucios argumentos para desautorizar al contrincante, (saturando los medios de comunicación y las redes sociales con acusaciones personales) que en el mejor de los casos son verdades a media o, en el peor de los casos, infundadas sin pruebas ni fundamento que la justifiquen, son operaciones destinadas a desacreditar a los candidatos de cualquier signo y someterlos a un esfuerzo descomunal para tener que demostrarle al electorado nacional (hipersensible a los temas de corrupción) que no solo cuentan con idoneidad personal para gobernar sino también, una inquebrantable integridad moral frente al complejo mundo del poder de la política y el dinero de las grandes corporaciones que la sustentan. 
Este método de la más baja estatura política, busca igualar para abajo al conjunto de la dirigencia nacional dejando al descubierto miserias y agachadas de nuestra clase política nacional para dejarlos a todos, “en el mismo lodo todos rebolcaos” (como dice Discépolo en Cambalache)
Es evidente que con estas prácticas de hacer política, en donde solo se destacan los defectos por sobre las virtudes de los candidatos, es bastante difícil suponer que lo que dicen pueda ser creído por el electorado nacional, ya que permanentemente se ven arrastrados por las operaciones de los pillos que operan en las sombras, y que a río revuelto sacan su mejor dividendo del proceso democrático y su clase política nacional; pero convengamos que si bien no es la mejor calidad democrática, tampoco se la puede calificar de desastrosa; obsérvese que por segunda vez en este tramo de la democracia argentina, un presidente que llega al final de su mandato le entrega el mando a otro presidente electo en elecciones libres y democráticas. (De Néstor a Cristina y de Cristina a ………)

Los escasos días que restan hasta el 25 de octubre, día del comicio, más que ser la fecha de llegada, comienza a transformarse en la medida de su cercanía, el día de largada; esto es, se termina el relato de campaña y comienza el nuevo ciclo presidencial que con sus mas y sus menos será el gobierno que los argentinos sabremos darnos para el próximo período presidencial. 
Van quedando así en este escenario político, pocas alternativas para elegir candidato frente a la creciente escalada de embestidas verbales entre quienes serán los protagonistas principales que, finalmente, deberán persuadir al electorado que sus propuestas están destinadas a cambiar (más allá de las cuestiones de fondo que nuestra sociedad demanda con insistencia) definitivamente las reglas de juego que imperan hoy en la democracia argentina. Pero debo decir en este punto con un dejo de desconfianza, que con este nivel de violencia y acusaciones sistemáticas, parece ser difícil que así suceda ya que en la mente dirigencial de nuestro país prima más el impacto de la denuncia que la propuesta útil, franca y llana. Con la importancia que se le da a los carpetazos anónimos, herramienta favorita de estos tiempos, entre políticos mediocres estimulados por medios de comunicación que solo intentan hacer su negocio, quieren disfrazar las pocas ideas que manejan a la hora de enfrentar los problemas existentes (en el ámbito político, social y económico) que nuestra sociedad espera se resuelvan en la próxima gestión gubernamental, constituyéndose así un verdadero dilema que deberán resolver los argentinos a la hora de emitir su voto para elegir con libertad de conciencia y sin aprietes psicológicos a sus mejores representantes.

La política, es la forma de interpretar los ciclos sociales, políticos y económicos que se producen en un mundo cada vez más globalizado que solo distribuye desde los centros de poder, los desperdicios de un modelo global cada vez más injusto. Con el avance de la tecnología, sus métodos de dominio se han sofisticado extraordinariamente de manera tal que, en vez de que podamos usufructuar los beneficios que produce el mundo global, solo recibamos los desechos de un sistema diseñado para pocos.
La complejidad del mundo, y en especial de los países excluidos del modelo global, requiere rediseñar proyectos alternativos que incluyan al conjunto de los países del mundo globalizado, aplicando para ello conceptos morales elementales de equidad como los expresados por el Papa Francisco, basados en una humanidad cada vez más justa, libre y solidaria.
Estos conceptos olvidados por el hombre de la “modernidad”, están íntimamente relacionados con los procesos democráticos de los países que tienen que lidiar con las peores lacras de nuestro tiempo como son: la corrupción, el narcotráfico, el subdesarrollo y la pobreza extrema, que la humanidad entera ya debería de haberla hecho desaparecer de la faz de la tierra.

Finalmente, en este contexto mundial hostil (para países emergentes) nuestro país elige presidente para el nuevo período gubernamental, consciente de que le espera por delante realizar un supremo esfuerzo para revertir una tendencia propia de nuestra idiosincrasia  que nos pone siempre al límite del conflicto innecesario, por encima del desarrollo de las virtudes personales y colectivas de nuestra nación; la incertidumbre que señalan las encuestas con respecto al resultado electoral, muestran la delicada línea que existe entre el éxito o el fracaso de la próxima gestión presidencial, esto es, que la lucha por el poder entre cualquiera de los candidatos incluyendo al propio Scioli (candidato oficialista) con los restos de un gobierno que no se resigna a aceptar que su ciclo histórico ha caducado, arrastre nuevamente a nuestro país a una confrontación sin precedente condenando al atraso y la ignominia a millones de compatriotas que aspiran dejar atrás los viejos conflictos nacionales y construir un destino común que nos contenga a todos por igual.  

Finalmente y sin el principal candidato del gobierno, se realizó el primer debate presidencial; no quiero rebajar la importancia del hecho en sí, pero poco tuvo de debate y no dejó (a mi modo de ver) más que un conjunto de propuestas que no dejan de parecerse a los spot publicitarios.
Así, los argentinos venimos siendo bombardeados (¿manipulados?) por el gigantesco aparato de publicidad que posee el gobierno (y sobre todo desde que decidiera que Scioli sea su candidato) sin perder de vista ningún resquicio posible para instalar en la opinión pública una tendencia difícil de revertir y es que su candidato ganaría en primera vuelta.
Los datos de las últimas primarias (PASO) revelaron esa idea y hoy es una certeza, por cuanto que Scioli tiene entonces tres chances concretas: la primera es ganar por más del cincuenta (50%) por ciento, algo que parece improbable; la segunda que supere al segundo por más de diez puntos teniendo en su haber el cuarenta (40%) por ciento algo posible y la tercera que no llegue a ninguna de las dos y dirima su suerte en segunda vuelta.

Para los otros dos candidatos en cuestión, Macri y Massa, quedan todas las incertidumbres posibles ya que deberán dirimir entre ellos para ver quien acompaña al oficialismo a la segunda vuelta electoral que por lo que se ve, promete ser un acontecimiento histórico que seguramente se resolverá casi al filo del comicio, en donde una particularidad se destaca de los tres candidatos en cuestión y es que a esta altura de la campaña los tres prometen lo mismo, entonces ¿cómo resolver la paridad existente? Solo por un aspecto personal del candidato, aquel que le brinde mayor confianza a la gente.

Pero no se deprima, no son todas pálidas para los argentinos; nunca tuvimos como hoy tanta cantidad de calificativos sobre la forma de votar: voto a Scioli, a Massa, a Macri, voto en blanco, a cualquier candidato que no esté en el podio de tres, voto cuota, voto útil, voto castigo, voto vergüenza, voto estrategico y no sé cuantos más; lo cierto de todo esto es, que como nunca, el porcentaje  de indecisos parece ser excesivamente alto, y para el lado que se vuelque esa tendencia definirá la próxima elección; tamaña responsabilidad recae sobre ellos ya que una minoría (valga la paradoja) definirá los destinos de los argentinos por los próximos veinte años.


VICENTE SCORDAMAGLIA