martes, 2 de agosto de 2011

LA NEGACIÓN ES EL VELO QUE IMPIDE LA MIRADA TOTAL DE LA REALIDAD

LA NEGACIÓN ES EL VELO QUE IMPIDE LA MIRADA TOTAL DE LA REALIDAD

“Un pueblo embrutecido por el dogma de la antirrazón,
puede ser más fácilmente inducido a perpetrar actos
irracionales que un pueblo en guardia por la crítica.”
MARIO BUNGE

La controversia que se ha generado en estos días (entre familiares, amigos, compañeros del mismo partido, en fin, en la sociedad toda) por las distintas posiciones políticas que exponemos los argentinos en un año electoral, devienen de menor a mayor en un cúmulo de agresiones personales (de un lado y del otro) que demuestra a las claras, la inmadurez, intolerancia y falta de diálogo que tenemos para asumir las decisiones opuestas que otros toman, con respecto a la designación de sus representantes.

Más allá de nuestra genética que nos distingue por nuestro temperamento latino y que hace que discutamos con excesivo fervor y apasionamiento desde los temas más triviales hasta los de mayor trascendencia para nuestras vidas, la intransigencia a aceptar (y con ello incorporar) la posición del distinto con todo su bagaje de riqueza, son algunos de los impedimentos que limitan el “normal” desarrollo de un sistema democrático y de convivencia, lugar éste, donde todos los ciudadanos debemos dirimir con aplomo y sabiduría nuestras diferencias.

Pareciera que ni bien confrontamos nuestras ideas con otros (hecho cotidiano de la vida social, cultural y política de los pueblos) ese solo hecho, nos pone en guardia y nos retrotrae a nuestra historia pasada de enfrentamientos que emerge una y otra vez (desde el fondo de la historia) como un espectro tenebroso disfrazado de mil formas dialécticas para conflictuar la vida social de los argentinos y (que detenidos en el tiempo) nos incita a agitar banderas perimidas por la evolución de los acontecimientos.

La ideología es un hecho absolutamente necesario para la formación de todo individuo libre, (y mucho más si se trata de un dirigente) pero cuando este instrumento de valoración se transforma en impedimento y negación para aceptar la realidad circundante, la que queda sesgada es la verdad.

Algunos autores sostienen que el texto solo se valida en el contexto, de allí que querer transpolar episodios y personajes continuamente a nuestra realidad cambiante, es defenestrar de una sola vez la posibilidad de que operemos sobre la realidad como sujeto de cambio, en definitiva, la historia, solo da cuenta de ello.

Si observamos con un poco de atención qué está pasando con el voto de la gente, nos sorprenderíamos de su capacidad innovadora. El pueblo en su acción soberana de votar y elegir, está señalando un camino que a mi modo de ver, no tiene retorno; todo lo que los políticos no han sabido edificar en el tiempo que tuvieron hasta las próximas elecciones presidenciales, lo está promoviendo la gente votando (a candidatos y partidos) de una manera muy peculiar poniendo en crisis a todo el sistema previo de estimación (sean estos encuestadores y/o publicistas tratando de instalar candidatos) obligando a la dirigencia oficialista y opositora a una carrera contra reloj para elaborar las propuestas más acordes que se ajusten a las demandas de los argentinos; esto es en definitiva, el poder lo tiene el pueblo y la dirigencia corre detrás de él para alcanzarlo.

En este mismo contexto, poco contribuye a la paz social de los argentinos, la “guerra” de los Fernández, las acusaciones cruzadas de los dirigentes y la soberbia manifiesta de otros a la hora de evaluar la conducta del soberano; más bien, lo que reflejan con ello, es un signo de intolerancia, impotencia y debilidad frente al duro revés que una vez más propinará el pueblo argentino a toda la clase política nacional que no esté a la altura de los acontecimientos.

Si lo que se intenta con estos “enfrentamientos” domésticos (al más puro estilo de los escándalos de Tinelli) es fracturar nuevamente al electorado entre buenos y malos, desviando la firme decisión de los argentinos de avanzar hacia proyectos estratégicos de unidad nacional que engrandezcan a nuestra patria, se encontraran una vez más con que: “La única verdad es la realidad”.

“Es probable que la verdad sea una sola, pero es mejor que nadie la tenga”. Vivimos en una sociedad en la que se pretende reemplazar la realidad por simulacros más o menos creíbles, por ello mientras escribo este breve comentario, una creencia aun más nefasta recorre toda mi humanidad y es que: “estemos donde estemos, hagamos lo que hagamos, vayamos donde vayamos, seguiremos chocando contra nosotros mismos” sin entender que la verdad revelada ningún humano la tiene.

VICENTE SCORDAMAGLIA