Artículo de opinión
EL QUE SE QUEMÓ CON USUREROS
VE AL FMI Y LLORA
Por: Vicente Scordamaglia
La crisis financiera que sufrió Argentina
con la suba intempestiva del dólar en los últimos veinte días podría definirse
no tanto como una corrida cambiaria, producida por sectores que quisieron hacer
un buen negocio en la timba financiera que ofrece el gobierno nacional, sino
más bien como una incapacidad manifiesta de manejo de los distintos ministros,
en los cuales se concentran las decisiones de la economía nacional de un plan
financiero que hace agua por donde lo miren.
El gobierno de Macri alineó así a su
gabinete luego de ser esta la primera exigencia del FMI facultando a Nicolás
Dujovne en la toma de decisiones del presupuesto nacional, fijando prioridades
del ejecutivo, que son por estas horas el salvataje financiero, tal es la misión
de la comisión enviada al Fondo Monetario Internacional para que lo asista en
la emergencia deficitaria de la economía nacional.
La economía tiene un par de pilares
que no se pueden soslayar por más que el ministro de economía sea Mandrake el
mago; una es la confianza que proviene del pueblo hacia una conducción política
en pos de su objetivo principal, el bien común de la nación, y en la misma
línea, las certezas que le ofrece este gobierno a los sectores productivos de
que su plan económico es creíble y sustentable en el mediano y largo plazo, y que permita, como consecuencia de ello, un
desarrollo sostenido que justifique la inversión.
Un
principio de la economía dice que la productividad mejora el nivel de vida de
los habitantes de un país. Cuanto más productivo sea un país, mayor es su nivel
de vida estableciendo un círculo virtuoso de la economía que redundará en el
bien común de la sociedad y la del propio gobierno. El gobierno del Ing. Macri
apostó toda su credibilidad otorgada por el pueblo en el curso de las últimas
dos elecciones a otra forma de especulación: apostó a las inversiones
extranjeras en vez de promover la productividad nacional, con el afán de ganar
credibilidad en el mundo financiero internacional, desmontó la estructura
productiva nacional que le hubiera permitido mantener a raya la alta
desocupación que persiste hoy en la Argentina , atenuando la dureza de los tarifazos
que angustian a la sociedad toda.
Es indudable
que aunque lo nieguen, el aumento del dólar se trasladó a los precios de la
canasta familiar aumentando peligrosamente la conflictividad social; por más
que intenten enmascarar e instalar una nueva versión del FMI preocupados por
los que menos tienen, sabemos que nadie presta sin poner condiciones y en ese
sentido obedecen los cambios que a futuro serán sin dudas mayores restricciones
para los trabajadores y sus familias.
No hay que
ser muy perceptivo para darse cuenta que tenemos un país con muchas
desigualdades en donde los niveles de pobreza aumentan desmesuradamente, si el
precio que debe pagar el gobierno argentino para parar la suba del dólar es a
cambio de la renovación de las Lebacs a una tasa de interés usuraria el nuevo
préstamo se esfumará como tantos otros en los bolsillos de los banqueros que
pasaron de ganancia 0% al 40% sin escala.
Lo peor de
estas medidas es que son solo paliativos de corto alcance, es decir solo le da
oxigeno al gobierno hasta el próximo vencimiento; de allí la urgencia del
gobierno de convocar a un acuerdo nacional convocando a todos los sectores
para repartir las cargas de tamaña
irresponsabilidad que implica un estrepitoso fracaso que se cocina a fuego
lento sin perjuicio de que el gobierno de Macri y sus gerentes (y aliados),
admitan su impericia y su falta de sensibilidad en cada medida que tienen que
decidir el destino de los argentinos.