domingo, 20 de marzo de 2016

LA VERDAD BAJO SOSPECHA

LA VERDAD BAJO SOSPECHA
La irrupción de Jaime Stiuso en el programa de televisión Intratables le heló la sangre a todo el sistema de poder de la Argentina. Ya con sus declaraciones frente al Juez, el enigmático personaje generó un sinfín de especulaciones acerca de cómo se movió el poder en los años de democraciaLa opinión pública sacudida por la intromisión de un servicio de inteligencia en el transcurso de uno de los   programas de televisión de mayor audiencia (poniendo en duda la credibilidad del ex fiscal Moreno Ocampo) comenzó a preguntarse cuál es la verdad de lo que sucede en nuestro país. Nuestra sociedad, manipulada desde hace mucho tiempo a distintas versiones del acontecer de sus instituciones y de quienes las administran, se siente cada vez más vulnerable en cuanto a su capacidad de discernir entre la verdad y la mentira de cuanto ocurre en su devenir histórico. 
La sospecha se ha instalado por encima de la credibilidad de los hechos que nos involucran y hoy es común ver a los funcionarios políticos desfilar por programas de televisión para aclarar su situación personal o la de la institución que administran porque alguna versión de su comportamiento personal  (ético o moral) lo obligó a hacerlo. 

Es que desde la última dictadura militar no se ha podido desmontar el perverso sistema de vigilancia y control de personas u organizaciones que operan en nuestro territorio nacional con el objeto de promover delitos o desestabilización de nuestro precario sistema democrático. Sin ninguna hipótesis de conflicto, éstos, alentados por algunos funcionarios también siniestros, se dedicaron a espiar a opositores del gobierno de turno generando una situación insostenible en donde no hubo operación política que no contara con alguna información proveniente de estos sectores tan controvertidos.

Hasta allí lo que sabemos, pero lo curioso de este estado de cosas es que cuesta imaginar que el resto de los factores de poder que conforman nuestra sociedad no se hayan beneficiado en alguna medida con trabajos requeridos a servicios secretos de la nación del cual, de la mañana a la noche, se transformaron en parte imprescindible de cualquier operación licita o ilícita, comercial o política que se operara en nuestro país.
Todo comienza por una sospecha, (bien fundada o no) por un anónimo o testigo de algo irregular que despierta curiosidad o simplemente quien quiere sacar ventajas políticas o económicas como para que el poder que habita en las cloacas de la nación se lance al acecho penetrando todo blindaje posible hasta llegar a la intimidad de cualquier persona u organismo vivo o muerto de la sociedad.

Cabe preguntarse entonces: ¿cómo saben quienes denuncian? ¿Cuál es la fuente que utilizan? ¿O todos tienen el mismo proveedor informante que los manipula a su antojo?
En este estado de cosas es imposible saber la verdad de lo que acontece en nuestro entorno, como así también creer en quienes hacemos el esfuerzo por vivir dentro de ella.

VICENTE SCORDAMAGLIA