martes, 7 de julio de 2009

EN BUSCA DEL LIDER PERDIDO


Para analizar las últimas elecciones realizadas en nuestro país alcanza con analizar a uno solo de los partidos que confrontaron sus propuestas el domingo 28, ya que lo que en él ocurra, determina decisivamente en el resto. Digo esto porque los peronistas no solo infiltraron a todas las fuerzas en pugna en Argentina sino que además viene determinando la vida política de los argentinos, desde su nacimiento, allá por el año 1945. Sin lugar a equivocarme, no hay un solo partido, frente o coalición política con posibilidades de acceder al poder, que no posea su pata Peronista.

El peronismo es una fuerza que primero se concibe como un movimiento de masas y en segundo término como partido político.
Como movimiento de masas sus principios son la liberación nacional, la independencia económica y la soberanía política, de allí surge como postulado indeclinable, la tríada de valores que la sustenta, una patria libre, justa y soberana.
Dentro de estos postulados, el movimiento oscila según el contexto, entre izquierda y derecha con un fuerte centro de equilibrio que en su momento fue encarnado por Juan Domingo Perón.

En cambio el partido es concebido solo como un instrumento necesario para acceder al sistema democrático cada vez que el país así lo requiera. Hasta aquí es solo una descripción de la realidad, pero aquí nos surge el primer interrogante: ¿ el peronismo en el poder, es movimiento o es partido político?. Y la respuesta es que es una metamorfosis entre ambas instancias, porque el movimiento al desplegar sus valores en el pueblo, instituye al partido en el poder y a sus representantes hacia decisiones ideológicas que lo distinguen del resto.

Mientras su fundador, Juan Domingo Perón, fue el centro político con una masa de trabajadores como columna vertebral, el movimiento y el partido funcionaron en equilibrio y armonía, sabiendo que ante cualquier desajuste sería corregido inmediatamente, a veces con costos políticos importantes como ha sucedido a lo largo de su historia. Sin embargo y a pesar de esos enfrentamientos que se dirimieron en el interior de su movimiento, aún desde el llano o en el poder, ha determinado la vida política de los argentinos de los últimos 60 años.

En el seno del gran movimiento nacional desde su nacimiento, fue donde se recreó prácticamente toda la vida política de la Nación, alternando sus dirigentes entre derechas e izquierdas según las coyunturas políticas, dejando afuera solo a los partidos implicados de diversas formas con los golpistas de turno.

Una vez fallecido su líder y fundador, carente de un centro armonizador del resto de sus vertientes, las versiones políticas que tuvo que dar el peronismo fueron intentos desarticulados del resto del movimiento, por ello desde ese momento mientras un sector del movimiento accedía al poder, los otros oficiaban de opositores. A partir de allí y una vez consolidada la democracia, los sectores del peronismo que quedaban afuera del poder comenzaron a buscar formas alternativas de organización en las distintas fuerzas de expresión opositora, ya que esos sectores desplazados del peronismo, a la oposición, les resultaron ser funcionales a sus intereses de poder ya que sin el peronismo a favor les es impensado dicha realización.
En este contexto, el conteo de los votos pasa a ser una mera anécdota a la hora de construir la verdadera alternativa de poder; si bien acordemos que las mayorías de las cámaras de senadores como la de diputados son importantes para la gobernabilidad.
Por ello al analizar el proceso político de nuestro país, las internas son la clave de este fenómeno, que parece ser, durará todavía un tiempo largo entre los argentinos.
Las internas se desplazaron desde los partidos políticos hacia las elecciones nacionales, y ante la imposición de candidatos por parte de quienes se instalaron en el poder, el pueblo les opuso internas abiertas electorales, forzándolos a decidir la suerte de los futuros dirigentes con alguna posibilidad de conducir los destinos del país.

Este mismo fenómeno se fue dando también en el resto de los partidos de todo el arco electoral convirtiendo a la Nación toda en una verdadera asamblea nacional para exponer a sus mejores hombres.
La política muta constantemente hacia formas desconocidas de organización, y lo que dejó al descubierto las últimas elecciones es el desgaste de algunos dirigentes y la falta de liderazgo de otros en todos los partidos y facciones políticas de la Nación, entonces, cabe preguntarse con legitimidad, ¿será esta la mejor respuesta del pueblo argentino para encontrar al líder perdido?.



Vicente Scordamaglia